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Becky cruza las cintas amarillas de la escena del crimen. Mantiene alzada una de las cintas para que su compañera pase y entonces analizan la escena. Hay dos niños muertos en la acera frente al edificio dónde vivían. La fotógrafa forense fotografía los cadáveres antes de ponerse en pie. —Detectives Rebecca, Film. — Menciona y ambas asienten en su dirección. Becky cruzada de brazos.

—¿Dónde están los padres de los niños?

—Aún no han sido encontrados. La puerta no muestra indicios de forcejeo, no hay pisadas irregulares y el apartamento está limpio. Al parecer uno de ellos o ambos tiraron a los niños por la ventana antes de huir. — Traga grueso la forense. Esto era tan difícil para ella como para todos. Era un caso sensible. Dos niños de cinco y siete años que pudieron haber vivido más y les arrebataron la vida. Por si fuera peor, sus padres eran sospechosos. De sus pequeñas cabezas había estrellas fugaces sangrientas con pequeños trozos de carne. Fueron lanzados desde el quinto piso.

Becky mira arriba a la ventana abierta y su mente lo hace de nuevo: imagina los fantasmas de los niños viéndola desde allá arriba con sangre en sus heridas y bocas silentes. Los fantasmas nunca hablaban. Solo la miraban.

—¿Han entrevistado a los vecinos?— Film pregunta en su lugar y la forense niega con la cabeza. Becky toma un vistazo al público alrededor que la policía mantiene al margen y observa a una mujer en particular. Una que los mira con mucha tristeza como si supiera cosas que el resto de los vecinos no. Becky se dirige a ella y la mujer la mira.

—¿Usted vive en este edificio?— Becky pregunta.

—Sí. Lo siento. Es que esos niños venían a mi puerta a pedir sal o algunos ingredientes. No puedo creer que sus padres hayan desaparecido después de esto. — Ella se cubre la boca con una mano, horrorizada. Becky vuelve a tragar grueso y baja la mirada.

—¿Le importaría acompañarnos a la comisaría?

—No, claro. Iré.

Becky asiente. Su compañera la alcanza diciendo que tienen otros dos vecinos que interrogar. Ella gratifica su trabajo y al girar, se congela. Hay un hombre calvo mirándolas desde la otra calle. El hombre se asemeja a una de las fotos en su tablero de investigación. El mismo hombre que descubrió que trabajaba para Los Tigres. —¿Qué hace él aquí?— Ella susurra.

—¿Quién?— Film sigue su mirada, pero no entiende que mira. Hay demasiada gente en el público como para saber a quién su compañera ve. Becky le dice que no deje ir a la vecina enfrente entonces corre hacia el hombre. El hombre la nota y huye.

La policía dobla a la esquina de un edificio. Persigue al miembro de una pandilla buscada y no descansará hasta atraparlo. La pandilla de Los Tigres ha estafado miles de comercios y desaparecido la misma cantidad de personas. Afortunadamente, un informante traicionó a la pandilla para informar el nombre de este sujeto. Becky ha entrado a un laberinto de callejones, pero apenas se asoma al callejón a la izquierda, lo ve. Vuelve a perseguirlo como mejor puede y se detiene para apuntarlo con el arma.

—Choi Dee-jong, ¡queda usted arrestado por posesión de drogas y armas--!

Justo cuando ella decía eso, una mujer aparece detrás. Ella voltea, pero la mujer la sostiene del brazo del arma para adherirla a la pared. Becky gruñe y se retuerce, pero la mujer es mucho más alta y feroz. Usa tacones y un traje de seda. Trae el cabello atado y tiene un delineado egipcio.

—Le ordeno que me suelte. ¡Ahora!— Becky se retuerce. La mujer hace caso omiso. Hasta que el sujeto desaparece.

—¡Carajo!— Becky se adelanta unos pasos. Hiperventilante y frustrada. Corre una mano por su cabello y voltea a ver a la mujer. Una mujer indiferente y carente de emociones. Tan fina como el pavo real.

✔|UPEA• FreenBecky, NamtanFilm, MilkLoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora