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Regresando de una misión de varios días, Gojo se quita los zapatos sentándose en el escalón del pequeño genkan de la entrada de su casa. Acostándose en el piso, aún seguía un poco casado por todo el viaje. Cerrando los ojos detrás de su venda negra, suspira. Al segundo siguiente escucha la puerta abrirse y luego de una pausa, cerrarse.

Es Megumi, quien se sorprendió de ver a Gojo acostado en la entrada. Aún así, no lo piensa demasiado, acostumbrado a las rarezas de su tutor. Quitándose los zapatos, se acerca al hombre que parece no haberse dado cuenta de su presencia, subiendo en él para quedar recostado boca abajo sobre su pecho. Extendiendo una mano, sube el antifaz negro que cubre los ojos de Satoru, quien le regresa la mirada.

-¿Estabas durmiendo? -Megumi pregunta. Siendo tomado, Satoru le desliza más arriba sobre su pecho hasta que quedan cara a cara.

-Descansaba un poco. -el adulto responde con una sonrisa en su rostro. Megumi era inusualmente adorable, actuando como un niño mimado aunque mantuviera una expresión inflexible en su rostro. -¿Qué haces aquí? -se suponía que tendría que buscarlo al día siguiente.

-Le pedí a Yaga que me trajera antes. -con una mano apoyada en el hombro de Satoru, con la otra quita por completo la tela negra de sus ojos. Le gustaba el color azul tan intenso de ellos, por lo que a veces sólo se les quedaba viendo sin ningún otro pensamiento en especial.

-¿Me extrañaste? -con una mano apoyada sobre la espalda de Megumi para evitar que se caiga si se mueve, Satoru lleva la otra al cabello despeinado detrás de la cabeza de Megumi, quien ni siquiera planea responder. -Pronto me podrás acompañar.

-No sé si quiero eso. -bajando la cabeza hasta apoyar la barbilla sobre el pecho de Satoru, Megumi responde en un murmullo.

-No te preocupes, no pienses en eso ahora. -Gojo no insiste en el tema, aunque sabía lo que el futuro les traería. -¿Cómo estuvieron tus días? -en su lugar pregunta.

Ahora Fushiguro era un niño, pero ¿cuánto más faltaba para que eso dejara de ser así? Por eso le trataba como cualquier otro niño, hasta que tuviera que entrenarlo como un hechicero.

-Yaga es aburrido. -el pequeño azabache se queja, lo que hace reír a Satoru. ¿Podría decirle eso a su profesor? ¿O sería demasiado cruel?

Pasos en el pasado | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora