Genya Shinazugawa🍉

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Tipo: Romántico
Estadía: Enamorados

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El chico corría contigo en brazos. Daba grandes caladas de aire intentando salir lo más rápido posible del lugar donde habían derrotado previamente al demonio.

Tenías una larga herida en tu estómago que podría causar tu muerte si no paraban el sangrado.

La ansiedad del muchacho aumentaba con los segundos. No había ningún hogar, posada o persona cerca que pudiera ayudarte.

- Genya - Exclamaste - Fuego.

El Shinazugawa pareció entender lo que le insinuabas y detubo su paso. Te dejó delicadamente en el suelo, reposando tu espalda en el tronco de un árbol.

Agarraste tu katana mientras el pelinegro intentaba encender un fuego.

Dejó el arma cerca de la llama y comenzó a examinarte superficialmente. En caso de que tuvieras más heridas profundas, la situación se complicaría demasiado.

Tu respiración se volvía más profunda, y entre inhalación e inhalación, soltabas algún que otro gemido de dolor involuntario.

Genya estaba aterrado. La situación lo superaba con creces, o al menos eso pensaba él.

En su mente solo se reproducían los peores finales posibles. La culpa por algo que aún no había pasado se agrandaba cada vez más.

Le tomaste de la mano en un intento desesperado de aliviar tu dolor.

Sus ojos se clavaron en los tuyos. Tu mirada, siempre compasiva y sincera le hacía volvía la realidad, a pesar de que ahora mostraba dolor.

Para cuando el filo de la espada se tornó de un color naranja el ojimorado había arrancado un trozo de su manga del uniforme.

- Ten ____, es lo mejor - Dijo ofreciéndote la tela.

Entonces, con el sudor cayendole por la sien, acercó la katana ardiente hacia tu cuerpo.

Los nervios le delataban, sus manos temblaban y no parecía capaz de posar el filo sobre la herida sangrante.

Abriste uno de tus ojos con temor, ¿Qué pasa?

Abrió la boca listo para formular palabras que no llegaron a ser oídas.

Un sonido salió de tu boca. El chico volvió en sus casillas.

La expresión de tu cara cambió rápidamente. La caliente hoja estaba sobre tu herida.

Con su mano libre el menor de los Shinazugawas intentaba sostenerte para que no te movieras demasiado.

Ambos teníais una cara angustiada.

Cuando el varón vio oportuno, separó la katana de tu débil cuerpo. La herida estaba cerrada. Suspiraste.

- Tranquila, nos quedaremos aquí un rato para descansar.

Su voz sonaba extrañamente relajada mientras, con mucho cuidado, retiraba el paño de tu boca.

Poco a poco el sudor dejaba de brotar de tu frente. Tomaste la mano del joven.

- Gracias - Casi susurraste mostrando una sonrisa.

Después de tus palabras, los nervios volvieron a invadir a Genya. Parecía que no iba a parar de sudar jamás.

- N-no es n-nada - Negó con la cabeza.

...

Pasada una hora, decidisteis retomar el paso para volver a casa. El mayor planeaba cargarte a brazos, pero le convenciste de que, con tan solo apoyarte en él un poco para andar era suficiente.

- Eres un chico muy dulce, ¿sabías Genya-kun? - Reiste.

- ¿Eh? - Enrojeció.

Ya bien sabías que a él no le sentaban muy bien los cumplidos.

Detuvo el paso en seco y dio un paso al lado. Agachó su cabeza, rosada y sudorosa y la tapó con sus manos. Te provocaba risa el verle así.

- Sigamos - Le llamaste a la vez que dabas un paso al frente. Sin embargo no te diste cuenta y, por el dolor de apoyar tu pierna izquierda, caíste al suelo.

El pelinegro actuó rápido y te levantó nada más haber chocado contra el camino. Ahora sí, decidido, te cargó como una princesa.

Elevaste la mirada y te encontraste con el rostro de tu amado. Con una de tus manos acariciaste tiernamente su mejilla.

- No me sueltes más, ¿eh? - Bromeaste.

- N-NO LO HARÉ - Exclamó exaltado - NO TE SOLTARÉ JAMÁS, Y ALLÍ ESTARÉ SI ME NECESITAS.

En ningún momento te miró directamente a los ojos, pero sabías de sobra que esas palabras iban en serio.

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Hacía tiempo que quería volver a escribir sobre él, y por fin he tenido la inspiración suficiente ❤️

Te desea un feliz día,
La escritora
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