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Al día siguiente Derek me llama muy temprano para avisarme que su vuelo es al mediodía y podemos pasar la mañana juntos. Eso me alegra totalmente y una hora más tarde estoy en compañía de mi mejor amigo.

—Ayer me asustaste mujer —dice.

—Disculpe usted —empiezo —Pero estaba en medio de una crisis emocional muy severa. Fue de la nada. Es como si te dijera ya mismo que me largo del continente en una hora. Pensé que tenías más tiempo.

—Yo me enteré el sábado. No sabía cómo decirte. Aún no estoy del todo preparado para dejar todo aquí.

—Últimamente todos a mi alrededor se van a otro país sin mí —me río.

Desayunamos en nuestra cafetería preferida y luego charlamos en un parque. La mañana es fresca y soleada.

—¿A qué hora te vas? —pregunto.

—Debo irme a la una para cerciorarme de que todo esté en orden.

Eso es en tres horas.

—No. Puedo. Asimilarlo —resalto cada palabra.

—No me queda el papel de razonador, pero debo hacerlo. Piensa en mi futuro, será bri-llan-te. ¿Imaginas a las chicas? Seré el espécimen extravagante que llame la atención de allí. Sin contar con mi belleza sobrenatural.

—Ay ajá.

—Espero hacer amigos rápido, no quisiera estar solo en otro país.

—Si te consigues otra mejor amiga, te juro que tomo el primer avión hasta allá y te ahorco con mis propias manos. ¿Oíste bien, Derek Green? —le advierto con mi voz más seria.

—Suficiente tengo contigo, gracias. Además aprecio mi vida.

El tiempo vuela y antes de darnos cuenta ya es hora de que deba irse.

—Odio tanto las despedidas —me dice.

—Te voy a extrañar lo que no te imaginas, Derek.

Me gana el sentimiento y siento un nudo en la garganta.

—Te aseguro que yo más —su voz tiembla —Me cuesta mucho dejarte aquí tan sola, Carly. Me frustra no tener opción.

—Estaré bien. Solo deseo que cumplas tus sueños y este es un gran paso para lograrlo.

—¿No me acompañas al aeropuerto?

—Quiero despedirme tranquilamente y no alargar el momento. Así es más fácil.

—Te adoro Carly, nunca en tu vida te atrevas a olvidar eso —me dice.

—Eso jamás. Yo te quiero como a nadie nunca querré Derek y deseo que tampoco lo olvides.

Ambos lloramos. Ninguno quiere separarse del otro. Esto está siendo mucho más duro de lo que imaginé. Nos abrazamos fuertemente.

—Debes irte —murmuro.

Nos separamos y le sonrío con sinceridad. Él me devuelve el gesto y camina en dirección contraria a mi.

Se lleva una gran parte de mi corazón entre su equipaje.

Camino muy lentamente hacia mi casa, a propósito. La tristeza inunda mi mente, mi corazón y mi cuerpo. Mi ánimo esta por el subsuelo. Lo único que hace un poco más llevadera la partida de Derek, es la seguridad de que él merece entrar a esa prestigiosa universidad y es su sueño hecho realidad.

Abro la puerta de mi casa sin ganas y ni siquiera me molesto en subir a mi habitación, me quedo en el sofá mirando al techo el resto de la tarde. Logro hacer que mi mente esté en blanco, no pienso en nada. Me siento vacía y gris por dentro. No sé cuándo ni cómo me quedo dormida.

En sueños veo a Derek muy emocionado entrando a su universidad. Es un edificio precioso. La alegría de su rostro me llena de felicidad. De pronto el ambiente cambia y ahora veo a Thomas. Estoy sentada en lo que parece ser su sofá. Me dice algunas cosas que no logro entender. De la nada su actitud se torna brusca y me toma por sorpresa cuando me agarra con rudeza de la cintura e intenta arrancarme la ropa. Su agarre me lastima. Me invade el miedo. Me deja caer fuertemente en el sofá, y me aprisiona bajo su cuerpo. Quiero gritar, pero no me responde el cuerpo. En ese momento todo se vuelve borroso y la oscuridad lo envuelve todo.

Me levanto agitada. Por un momento olvidé que era un sueño y esos instantes se sintieron horriblemente reales. Mi respiración es irregular. Sigo en la sala de mi casa y solamente veo la luz de la luna entrar por la ventana.

Amo a mi profesor. Primera Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora