El Nevado

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El día de ayer tanto mi madre y yo no la pasamos muy bien en compañía de Óscar y Alex, ya que este último no dejaba de contarnos situaciones vergonzosas que eran sobre Óscar, mi favorita fue la del año pasado que fueron a Acapulco, donde por andar coqueteando, Óscar no se percató de una gran ola que venía hacia él, por lo que la ola lo revolcó y cuando finalmente el mar lo escupió a la orilla de la playa, su traje de baño había desaparecido. Óscar no se quiso quedar atrás con el relato y nos contó que la ola también había revolcado a Alex, sólo que este si conservo el traje de baño, pero este quedó con la cara enterrada en la arena al ser expulsado por el mar, haciendo que se le metiera una gran cantidad de arena a la boca.

Es increíble que con ese par uno nunca deja de divertirse y sorprenderse de sus ocurrencias, por ejemplo hoy Alex me había marcado a las tres de la mañana para decirme que pasarían por mí a las cinco de la mañana para poder ir al Nevado, volcán que se encuentra en la ciudad de Toluca, lo que tenía de especial el volcán era que se encontraba totalmente cubierto de nieve desde hace dos días, motivo suficiente para que Alex quisiera ir y claro arrastrarnos con él.

Tenía media hora que me había levantado para poderme alistar para ir al volcán, faltaban tan solo diez minutos para las cinco de la mañana, aún seguía sin creer que Alex nos quisiera arrastrar a una más de sus locuras.

El timbre de la casa de mis padres sonó, esa era mi señal de que pronto moriría congelada en un volcán, tomé mi chamarra de pluma de ganso por que por ningún motivo quiero pasar frío, bajo las escaleras lo más rápido que puedo ya que no han dejado de tocar el timbre desde que llegaron, finalmente salgo y lo primero que hago cuando llegó hasta donde esta Alex, es darle un buen golpe en la cabeza.

- ¡Ana! ¿Por qué me pegas?- dice sobándose la cabeza.

- Porque de seguro ya levantaste a mi madre y a todos los vecinos- siento unos brazos rodear mi cintura y el pecho de Óscar que se pega a mi espalda.

- Muñequita, ya no lo regañes, que no vez que está más feliz que un niño en Navidad.

- Esta bien te perdonó, ¡AHORA VÁMONOS!, El volcán nos espera.

Nos subimos a una camioneta lobo color azul, al principio me parece raro verlos en camioneta ya que siempre andan en auto, Óscar parece notar mi desconcierto y me indica con la cabeza la parte de atrás de la camioneta, por lo que me giró un poco y veo que traen una cuatrimoto negra muy amplia, fácil caben tres personas, me vuelvo acomodar en mi lugar y notó que Alex sonríe como un desquiciado mientras conduce.

- ¿Bebé?

- Dime muñequita.

- Alex me está asustando.

- Deja de sonreír como maniático- dice Óscar al mismo tiempo que me abraza- estas asustando a mi muñequita, sea lo que sea que estés planeando quítalo de tu mente.

- No seas agua fiestas Óscar.

- Bueno mientras ustedes siguen discutiendo sobre lo que planean hacer hoy, yo me voy a dormir- digo mientras me recuesto en el hombro de Óscar.

Los escucho decir que vamos a ser de los primeros en llegar, cosa que tiene muy emocionado a Alex, después de escucharlos unos minutos finalmente me pierdo en los brazos de Morfeo.

Cuando despierto me doy cuenta que aún seguimos en la carretera, sólo que ahora vamos más despacio, volteó a ver a Alex y este tiene una expresión de molestia y desesperación, me acomodo bien en mi asiento y Óscar me sonríe.

- Muñequita, tu dormida dejas de ser una linda princesa- dice con una gran sonrisa y me señala su hombro, notó una gran mancha de baba en su sudadera negra.

Mi pequeño y gran secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora