El insti:

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Un sonido irritante palpita en mis oídos, cubro mi cara con la almohada y recuerdo entonces que es lunes. Puedo decir que estoy enferma y no ir a clases. Normalmente todo estudiante odia los lunes, pero no tanto como yo. Antes me gustaba ir a clases y estar con mis amigos. Pero al mudarme los perdí. Aún hablo con Abigail aunque ya no es igual. Recuerdo que la materia preferida de ambas era biología y ahora se me hacen eternas y aburridas las clases. Luego de medio semestre sin asistir al colegio mis calificaciones van de mal a peor.

La alarma sigue sonando y la apago con un golpecito. Intento tomar fuerzas para ponerme de pie. Somnolienta camino al cuarto de baño para ducharme. Suelto profanidades al sentir el agua helada caer sobre mí.

Ayer fue un día explosivo, como diría mamá. Aún no me creo todo lo que pasó con Tayler. Había besado a mi mejor amigo, me había tocado y ¡Dios! que bien se había sentido. Iba a compensarle, pero alguien llamó a la puerta y tuvimos que fingir que nada había sucedido. Para nuestra sorpresa mi padre había terminado una hora antes el trabajo. ¿Por qué siempre pasa esto? Tayler se marchó y yo me quedé sola en casa estudiando. Mi padre cenaría con Annalyse.

-¡Katie, ya está el desayuno! -grita mi padre desde el piso de abajo.

-Bajo en unos minutos -respondo aún en la ducha.

Al salir dejo marcas de mis pies en el suelo. Me dirijo al closet y busco entre la ropa unos jeans anchos rotos y un top azul.

Camino al tocador para sentarme en el asiento giratorio del mismo.

Mi madre solía cepillar mi cabello cuando niña, el cual heredé de ella, al igual que mis ojos azules. Creo que de mi padre sólo tengo el carácter testarudo y mi escasa paciencia.

Ato mi cabello en una cola alta y saco dos flecos al frente dejándolos a ambos lados de mi rostro.
Salgo de la habitación cerrando la puerta detrás de mí y bajo las escaleras hasta llegar a la sala. Paso al comedor donde se encuentra mi padre y la señora Charlott.

-Buenos días, princesa -me saluda mi padre quien me deja un tierno beso en la frente. -¡Estás hermosa! -suena orgulloso.

-Buenos días, padre.

Me siento en la mesa junto a él y desayunamos. Tostadas con crema de fresa y yogurt. Adoro los desayunos de Charlotte, de hecho adoro todo lo que cocina.

Charlotte es nuestra ama de llaves, aunque la quiero como si fuera de la familia. Es una mujer ya algo mayor, que vive con su hija. Nunca la he conocido pero me habla mucho de ella. Las canas ya opacan su oscuro cabello, corto hasta la sien y algo ondulado. Es bajita y obesa, llena de arrugas y de ojos negros.

-¿Cómo te va en los exámenes? -me pregunta mi padre.

-Bastante bien -miento y le sonrío dulcemente para cubrir mi mentira. La verdad es que mentir siempre se me ha dado fatal, odio las mentiras, pero a veces son necesarias. Hacer algo que no quieres para salir ileso de la situación, lo llamo supervivencia.

-Me alegra -me sonríe y toma un sorbo de su yogurt.
Al terminar subo nuevamente a mi habitación y entro al cuarto de baño para cepillar mis dientes, escucho mi móvil sonar por lo que enjuago rápido mi boca y contesto la llamada.

-Hola Tay -intento no sonar nerviosa.

-Hola. ¿Vas hoy a la prepa cierto? -escucho su masculina voz desde el otro lado de la línea.

-Si

-Bien, tengo algo que mostrarte.

-¿Qué es? -sueno entusiasmada.

-Es sorpresa, no lo arruines -dice en un tono de voz ya fastidiado. Y es que a él, le encanta el suspenso y yo lo odio, por lo que le divierte aún más dejarme con la curiosidad.

¿Y si rompemos las reglas?Where stories live. Discover now