Cambio radical:

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Katherine:

La intensa lluvia inunda la ciudad de Londres.

Me asomo a mi ventana para ver la solitaria calle de enfrente. Las ramas de los árboles son movidas por una leve brisa. El cielo de tonalidades entre azul oscuro y gris logra formar una atmósfera melancólica.

No puedo evitarlo, de mis ojos comienzan a salir innumerables lágrimas. En la habitación solo se escuchan mis lamentos y sollozos.

Según Harry, mi psicólogo, llorar me ayudará a supera. Pero cada vez que lloro siento un dolor inexplicable en mi pecho, como un gran vacío.
Harry también me ha recomendado escribir, para así desahogarme y poder expresar mejor mis emociones. Ahora escribo en un cuaderno como si hablara con ella.

Mi madre era una mujer tan fuerte. Ella nunca le habría hecho daño a nadie. ¿Por qué? ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué me dejó?

Mis piernas fallan y no puedo evitar caer al suelo, el cual se empapa con las lágrimas que de mis ojos descienden.
Trato de tomar un poco de aire y calmarme. Pero no lo logro, respirar es sentir que me asfixio. Se me hace un nudo en la garganta y por más que lo evito, a mi cabeza solo vienen imágenes de mi madre.

Ella sonriéndome...

Dándome consejos para mis citas...

Abrazándome...

Leyendo conmigo en los días de lluvia...

Entonces vuelvo mi vista a la ventana.

La lluvia ha cesado, aunque aún está algo gris el cielo.
Se puede escuchar las pequeñas gotitas de agua caer de las hojas de los árboles al mecerse las mismas con la fría brisa.

-Katherine tienes que calmarte -me digo a mi misma. Respiro hondo y dejo salir el aire suavemente. Mi respiración aún es agitada pero logro controlarla un poco. Limpio las lágrimas de mis ojos con ambas manos y me arrastro hasta la pared para dejar reposar mi espalda contra la misma.

-¡Katie! -llama mi padre desde la puerta.
Me pongo de pie y me dirijo hacia ella para abrirla apenas.
-¿Si? -intento que mi voz no se quiebre.
-Quiero que bajes a cenar
-No tengo hambre -digo e iba a cerrar la puerta pero su mano me lo impide.
-No te lo estoy pidiendo -su rostro se tensa.
-Dije que no quiero cenar -sueno molesta. ¿Por qué me obliga? ¿Ahora que bicho le ha picado?
Me mira serio sin decir una palabra. Me cruzo de brazos y desvío la mirada de sus penetrantes ojos negros.
-No lo repetiré
Le miro y este me mira serio pero calmado. Suspiro.
-Ya bajo -contesto vencida.

Mi padre da media vuelta y desaparece bajando las escaleras. Cierro la puerta y suspiro en forma de frustración, dejando apoyado mi cuerpo contra la puerta.

La luna llena ilumina apenas mi oscura habitación. Será una fría y silenciosa noche.

Camino hacia el cuarto de baño. Al entrar me quedo durante unos minutos frente al espejo. He bajado de peso, mi rostro delgado apenas tiene color. Naturalmente mi piel es bastante blanca, pero no tanto, parezco un vampiro, y mis ojeras no ayudan. Mis ojos están algo rojos e hinchados por llorar.
Me desnudo dejando caer la ropa al suelo, mi cuerpo está más delgado de lo normal. Lo único que envidiar es mi cintura de *22 cm.* Mi cabello se enreda con los tirantes de mi sujetador. ¡Que fastidio! Eso pasa por tenerlo tan largo. Mi rojo y sedoso cabello llega hasta por debajo de mis glúteos. Es lacio, aunque ahora está algo enredado. Logro deshacerme del sujetador y me meto a la ducha.
Abro el grifo y doy un respingo al sentir el agua helada.

???

Luego de tomar una ducha, me visto con lo primero que encuentro y cepillo mi cabello, misión que parece imposible. Salgo de mi habitación cerrando la puerta detrás de mi y cruzo el pasillo hasta llegar a las escaleras, las cuales bajo con desgana. El asombro es enorme al observar la belleza de aquella mujer que toma de la mano a mi padre. Están acompañados por dos adolescentes más que por lo que puedo entender deben ser sus hijas. -¡Dios, Millie y Amy! -exclamo mentalmente. -¡Oh, que linda reunión familiar! -desbordo sarcasmo. Nadie se percata de mi existencia en el salón principal, por lo que me quedo inmóvil observandoles. Mi padre acaricia la mejilla de la rubia, apartando un mechón del mismo que cae sobre su rostro. Ella le sonríe y el hace el mismo gesto. -ridículos- pienso. La mujer aparenta tener unos 38 como máximo, cuatro años menor que mi padre. Viste un vestido blanco de puntos negros y unos tacones de punta fina, su cabello corto y sus labios rojos hacen verla como de los 80, pero la verdad es que es indudablemente atractiva.
En cambio mi padre viste una camiseta y unos pantalones negros, lo que resalta su clara piel. Su cabello oscuro y algo corto está peinado hacia atrás dejando una onda sobre su frente.
Al fin alguien se da cuenta de mi misera existencia. Amy llama la atención de su madre alando ligeramente su vestido. Y señala hacia mi.
-Buenas noches, Katie -me sonríe amable la rubia del vestido de puntos -¿Puedo llamarte Katie, cierto?
-Claro -sonrío -Que no -mi falsa sonrisa se desvanece, mostrando lo desagradable que es su presencia para mi. Una ejecutiva sexy que ha engatusado a mi padre para meterlo a la cama. Sabía que pasaría en algún momento, aunque no me lo esperaba tan pronto. Muy inteligente de su parte hacerlo cuando él claramente está destruido emocionalmente.
-¡Katherine! -la voz gruesa de mi padre me hace temblar -¡Disculpate! -me exige. Su mirada es intimidante, puedo notar a leguas lo enojado que se encuentra.
-Lo siento -digo de mala gana.
-Sé que te debo una explicación. No sabía como hacértelo saber, no quería que te enojaras conmigo por ocultartelo durante estos meses. -trata de explicarme mi padre.
-¿Durante estos meses? ¿Cuanto tiempo llevas acostándote con esta zorra a mis espaldas? -siento impotencia al saber que he sido ajena a la vida de mi padre durante tanto tiempo.
-Disculpa, pero mi madre no es ninguna zorra. Tu eres la culpable de no interesarte por la vida de tu padre y solo estar encerrada llorando como niña pequeña. -salta Amy que antes se había percatado de mi excistencia.
La chica más popular de la prepa resulta ser una de mis hermanastras. Llevaba puesto un oberol de mezclilla con un pulover rosa por debajo, que combinaba con sus tenis que también eran rosas. Es indudablemente hermosa. Sus ojos verdes intenso se hacen notar más con el delineado y las escasas pecas en sus mejillas apenas se notan por el rubor. Su cabello rubio llega hasta sus hombros. Es delgada pero con un cuerpo atlético y definido. Su piel es muy blanca aunque no tanto como la mía. Una chica femenina que no necesariamente se tendría que preocupar en bajar tu autestima, lo haría por naturaleza. Ya veo porque es el centro de atención en el instituto y tiene corriendo detrás suyo a todos los chicos.
-Parece zombie con tantas ojeras. -su voz me irrita y siento como mi paciencia se agota.
Estaba a punto de responderle cuando su hermana, Millie, le reprocha.
-¡Amy, ya basta! No es necesario -la rubia cruza una pierna sobre la otra y toma su móvil en manos centrándose en el mismo.
-Creo que deberíamos cenar. -dice mi padre intentando calmar la atmósfera incómoda que se había tornado luego de unos minutos de silencio.
Todos nos dirigimos al comedor. No me apetecía cenar y menos con ellas pero no tenía opción.
Tomo asiento en la mesa junto a mi padre que se encuentra en la cabecerra, su nueva novia está al frente de mi y Amy a su lado, por lo que Millie está sentada junto a mi.
¿Sushi? ¿Por que ha cocinado sushi mi padre?
¡Que asco, Dios!
-Espero que sea de tu agrado -dice la rubia del vestido de puntos. -Lo he hecho yo, sólo espero que te guste -me regala una sonrisa con los labios cerrados.
-No me gusta el sushi -aparto la loza. Su sonrisa desaparece y su mirada baja hasta su plato. Logro ver como un color rojizo se torna en sus mejillas. Está avergonzada y tal vez entre todo mi rencor y desagrado yo también lo estoy.
-Katherine, deja de comportarte como una niña malcriada. Annalyse es mi invitada y quiero que la trates con respeto, al menos eso te pido. -comenta mi padre. Volteo mi vista hacia él. Está sereno, con las manos encima de la mesa y los dedos de las mismas entrelazados entre si. Su rostro no está tenso, me trataba de buena manera para que obedeciera.
-Está bien, padre.
Por un largo tiempo no se escucha nada en la habitación, hasta que al fin Amy rompe el incómodo y torturante silencio.
-Gracias por invitarnos, Jake -su voz retumba en mis oídos.
-De nada linda -le sonre mi padre amablemente.
-¿En serio?-suspiro rodando los ojos.
Continuo sin probar bocado alguno, con mis brazos entrelazados y mi espalda recostada al espaldar de mi asiento.
-¿Pasa algo, Katie? -preguna mi padre. Me limito a negar con la cabeza.
En ese mismo instante suena el timbre. Veo una oportunidad de librarme de todos ellos y no dudo en ir a abrir.

???

-¡Oh, gracias a Dios! -exclamo con alivio y le abrazo como si hiciera mucho desde la última vez que le vi. -Necesito irme. -sueno desesperada, y en verdad lo estaba.
-¿Por qué? ¿Que pasa? -dice preocupado.
-Te cuento de camino. Dame un minuto. -me adentro en la casa nuevamente y subo escaleras arriba para tomar un suéter ancho de capucha color verde oscuro. Bajo rápidamente hasta el comedor, donde aún se encuentran cenando.
-Saldré un rato con Tayler -le informo a mi padre, asomada en la puerta del comedor.
-Katie... -interrumpo a mi padre antes de que termine la oración.
-Si no quieres que sea grosera, por favor dejame ir -elevo mínimamente mi tono de voz.
-Está bien -dice mi padre sin más. Tomando una vocanada de aire. -Pero regresa pronto

¡Gracias Tyler, me has salvado la noche!

Espero que les guste, de ser así dejen sus votos y comentarios me ayudarían mucho💌🧚‍♀️

¿Y si rompemos las reglas?Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz