Tan impredecible como siempre:

43 6 0
                                    

Tayler:

-¿Quieres ir a por un helado? -le pregunto mientras caminamos por la solitaria calle.
La luna está radiante y junto a ella un centenar de estrellas decoran el cielo. Se parece a las pinturas de Van Gogh.
-Sí. Me parece buena idea. -contesta con simpatía.
Miro directamente a sus ojos azules intensos, los mismos que me hacen enloquecer. Es como admirar el cielo en un día soleado o como caminar a la orilla del mar en la mañana. Sus ojos me dan paz, toda ella me hace sentir seguro y no sé cómo lo hace. Porque ni ella está bien consigo misma. Sin embargo no puedo evitar querer que sus ojos me miren de la misma manera en que los mios lo hacen.
Katherine no es una chica normal, aunque se empeña en demostrar que sí. Aunque no lo admita, sé que aún llora la muerte de su madre y que está destruida.
-Mira allí hay un puesto de helados. -señala una camioneta con luces de colores. Nos acercamos y pido dos.
-Un helado de vainilla con almendras y otro de crema de chocolate, por favor. -digo a la señora. Esta asiente y comienza a prepararlos.
-Lamento lo de antes. -dice Katherine dirigiéndose a mí.
-¿El qué? -pregunto sin saber a qué se refiere.
-El haber reaccionado como loca. Es que necesitaba escapar de todo lo que ocurría en ese momento. -suspira. -Mi padre me ha presentado a su novia y a las hijas de esta.
Logro ver en su mirada, que ahora vuelve a estar fija sobre mis ojos, que no le agrada ni un poco la idea de tener una madrastra y menos hermanastras con las que compartir a su padre.
-Creo que Jake trata de salir adelante. Incluso lo hace por ti. Piensa que ahora tendrás un modelo maternal y hermanas -intento hacerle ver el lado positivo de toda esta situación. Pero por su reacción creo que solo la he cabreado más.
-No quiero a otra mujer que finja ser mi madre y tampoco quiero a Millie y Amy arruinándome la vida. -su tono de voz se exalta al pronunciar lo último, y no puedo evitar asombrarme al escuchar aquellos dos nombres.
Amy, la chica superficial y egocéntrica del instituto. Y Millie. Millie, está en la misma clase que Katherine. ¿Quién lo iba a imaginar? Que esas tres terminarían siendo hermanastras.
-Aquí tienen -interrumpe la señora de los helados. Pago y Katherine toma el suyo. Sostengo el mío aún sin probarlo, a diferencia de mi amiga que ya se ha manchado el suéter.
-Eres tan torpe -le reprocho mientras con una servilleta, que me ha brindado la señora, trato de quitar la mancha. Subo mi mirada hasta sus ojos y luego la poso sobre sus labios. Tiene helado en el labio inferior. Sin pensarlo paso mi dedo por el mismo para limpiarlo. Sus húmedos y rosados labios me provocan besarla. El roce de mi dedo sobre sus esponjosos labios es excitante, por lo que doy un paso atrás para contener mis instintos. Tiene las mejillas rojas de la vergüenza y no sabe lo tierna que se ve en esta situación.
Un momento de silencio incómodo nos envuelve y miro hacia todos lados buscando alguna excusa para romperlo.
-¿Vamos? -señalo el parque frente a la heladería en la que nos encontramos.
Asiente y toma mi mano para cruzar la calle. Tiene las manos frías, con mi pulgar la acaricio y esta me mira desconcertada a lo que respondo con una simple sonrisa.

??

-Méceme -dice algo autoritaria mientras se sienta sobre el columpio. Yo obedezco y la impulso desde atrás. Tiene sus pies extendidos y aunque no puedo ver su rostro se que está feliz. Katherine adora los columpios y es algo estúpido, pero me encanta el sonido de su risita cada vez que hacemos esto.
-¡Vamos Tayler, con esas ganas nunca llegaré a la luna! -grita mientras la impulso con más fuerza. -¡Wiiiiii! -chilla
Detiene el columpio antes de que pueda volver a impulsarla y voltea a verme.
-Este es el único momento de la semana en el que soy feliz. -me sonríe plena. Se pone de pie y rodea el columpio para detenerse justo en frente de mí. -Me haces feliz Tay y no le digas esto a nadie. -levanta el dedo indice y me señala. Su mirada parece amenazadora -Pero estar contigo, haciendo cualquier cosa: así sea mirándonos sin decir una palabra, es mejor terapia que ir cada semana al psicólogo. -me regala una sonrisa con los labios cerrados y juraría que por un instante sus ojos me miraron de una manera diferente. -Eres mi escape de toda esta mierda. -sus palabras me hacen tragar en seco y coloco mis manos en los bolsillos de mis jeans porque ya me ha puesto nervioso. Nuetros cuerpos a centímetros, mi respiración y la suya a un mismo compás, nuestras miradas penetrantes, ardientes de deseo y ternura. Es imposible no sentir ternura por ella, a pesar de su armadura de chica ruda.
-Kathe... -me interrumpe colocando su dedo índice sobre mis labios. Su mirada se posa sobre mi boca y vuelve a mis ojos. Me mira como si quisiera descifrarme. Por un momento pienso que va a besarme pero aparta la mirada y se aleja.
Tan impredecible como siempre.
-Regresamos a casa. -dice caminando hacia la salida.
-Vale -suspiro.

??

La había conocido una tarde lluviosa, en una parada cerca del instituto. Esperaba a que su padre viniera a por ella. Tenía el cabello empapado y su ropa mojada se pegaba a su cuerpo esquelético. Sus ojos hinchados y rojos, ya que al parecer recientemente había llorado, me miraron por primera vez. Y solo bastó esa vez para saber que necesitaba estar a su lado. No, ella no necesitaba de mí, se las arreglaba muy bien sola. Pero yo, en cambio, sabía que algo en ella me haría sentir menos solo en este mundo. Habían pasado meses desde ese entonces y habíamos logrado crear una bonita amistad. Cada sábado quedabamos para hacer algún plan juntos, y todos sabemos que tanta cercanía termina por volverte loco. Pero claro que no le confesaría mis sentimientos. Claro que nunca le diría que me gusta desde la primera vez que la vi, porque no me arriesgaría a perderla.

???

-Mamá, ya estoy en casa -digo en cuanto abro la puerta.
-Oh, pero qué guapo mi pequeño. ¿Quieres? Hay para los dos -dice sosteniendo una botella. Está borracha, otra vez. Saben que los humanos tenemos un 60% de agua, pues mamá lo tiene de alcohol.
Desde que papá se fue, mi vida ha sido un desastre. Mamá se alcoholiza todos los días, mi hermano pequeño no sale de su habitación para no verla así y yo trato de pasar el menos tiempo posible en casa.
-Creo que voy a dormir, mañana será un largo día. -digo subiendo las escaleras.
-Nunca compartes una copa conmigo -me reprocha. A lo que hago caso omiso y sigo subiendo los escalones con pereza. Al llegar al segundo piso paso por la habitación de mi hermano que está justo al lado de la mía.
-¡Kevin! -llamo a su puerta dando suaves toques. Abre y asoma su cabecita.
-¿Por que aún no te duermes? -digo al observar que no trae su pijama.
-Quiero que me leas un cuento. -sus ojitos verdes se iluminan.
Asiento y me adentro en el dormitorio
-Primero vamos a bañarte, no puedes dormirte así. -lo cargo sobre mis hombros y lo llevo al cuarto de baño, el cual se conecta con una puerta a la habitación.
-Extraño a papá -dice con carita triste.
-Yo también -le respondo mientras lo ducho.
-¿Ya no volverá, cierto?
-Creo que no.
Lo envuelvo en su toalla y volvemos a su dormitorio. Corre hasta su cama y comienza a dar bronquitos en ella.
-Vamos ponte la pijama. -digo lanzándosela a la cara. Cae sentado sobre el colchón y no puedo evitar reír.
Luego de vestirse se acuesta en la cama y lo cubro con sus sábanas de SpiderMan. Me siento a su lado para contarle una historia y luego de unos minutos se queda dormido.
Es tan inocente, tan ageno a toda esta mierda, él no merece pasar por esto y apesar de que apenas tiene 7 años puedo decir que ha asimilado esta situación como un adulto.
Salgo de la habitación de mi hermano sin hacer mucho ruido. Entro en mi dormitorio y enciendo la luz. Me siento en la orilla del colchón y me quito las converse.
Hace ya más de un año de la separación de mis padres. Pero aún mamá no lo supera. Mi padre nos envía una remesa cada mes, con la que apenas alcanza para pagar los estudios de Kevin y los míos. Sinceramente mi vida es un asco, pero se me olvida cuando hago música.
Tomo mi guitarra y comienzo a tararear la letra de una canción que estoy componiendo. Escribo en mi cuaderno lo que se me va ocurriendo mientras toco las cuerdas. Cada sonido, cada melodía, cada letra da molde a la canción.
-¡Ya calla esa música! -grita mi madre desde el piso de abajo.
Odio cuando bebe, lo odio tanto. Suspiro dejando la guitarra a un lado de la cama.

¿Que creen de Tayler? ¿Tendrán futuro estos dos o es otro típico amor platónico entre amigos? Si les gustó el capítulo dejen sus comentarios y votos por favor.💌🧚‍♀️

¿Y si rompemos las reglas?Where stories live. Discover now