Capítulo 11

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Dylan

La sala de clases es mucho mejor que la de la ciudad anterior, esta tiene mesas para cada estudiante, un profesor diferente para las asignaturas y hasta se preocupan de las tareas cosa que no me pasaba. Se nota que es una escuela de dinero y prestigio, nadie puede saltarse la regla de tener abrochado el botón de la camisa y mucho menos quitarse alguna parte del uniforme. Siento que me ahogo.

Por si no fuera poco el sueño me está venciendo, no puedo mantener los ojos abiertos por más tiempo y la profesora de lengua me ha reprendido más de una vez en estas dos horas de clases, según ella son advertencias porque estoy cerrando los ojos a mitad de su clase.

No le veo lo malo... solo quiero dormir un poquito.

—Dylan White —un libro cayó en mi pupitre y casi me saca el corazón del susto.

La profesora está enfrente de mi con una cara de muy pocos amigos y mis compañeros de clase no paran de mirarme.

—Vaya a dirección para que le entreguen un reporte —me quedé mudo—, su apoderado deberá firmarlo y lo traerá mañana sin falta. Es inaceptable este tipo de comportamientos, ¿quedarse dormido mientras explico?

—Vieja bruja —susurré y para mi mala suerte me escuchó.

—Es suficiente, retírese de mi clase.

Todos jadearon sorprendidos y yo arrugué las cejas hasta más no poder del enojo. Por supuesto que me iré de su aburrida y estúpida clase. No planeaba quedarme de todos modos.

—Como si me importara —le contesté altanero y empujé la silla hacia atrás con demasiada fuerza diría yo.

—Este comportamiento será comentado a su tutor —me susurró para no dejarme más en vergüenza de lo que ya estaba y con mi mochila salí de ahí queriendo dar un gran portazo sin embargo no lo hice.

Damián me va a matar, sabrá que le mentí y no dormí nada porque no es normal que me duerma una siesta en plena clase mucho menos recibir un reporte el primer día. Si me expulsan para mi es mejor, aunque creo que no me conviene en lo absoluto considerando que podría llevarme un castigo gratis y no de esos que te mandan a la esquina y se acabó.

Muy molesto obedecí a la vieja esa, no puedo saltarme un reporte y hacer como que nada pasó, sé que Damián se decepcionaría y eso me causaría culpabilidad. Di dos golpes a la oficina y me hicieron pasar.

—Tome asiento joven —una señorita de pelo oscuro me dio una mueca—, me avisaron que usted vendría a recoger un reporte.

—Llegan rápido las noticias... —dije bajito.

—Oh claro que lo hacen, en esta escuela los profesores se comunican directamente por vía telefónica joven... ¿Dylan?

—Mhm.

—Lamento mucho que se encuentre en la oficina por una situación como esta, le entregaré este papelito y su tutor lo debe firmar —tragué saliva mientras miraba desde lejos al papel que me va a condenar.

¿Y si no lo entrego? Podría falsificar esa firma y ya no tendría por qué enfrentarme a un regaño. Es una muy buena idea.

—Y tiene una citación para el apoderado, debe presentarse mañana a la vista de su comportamiento el día de hoy —me entregó otro papel.

Mierda.

—¿Qué? ¿Citación? —me sorprendió.

—Así es, la profesora será quién hable con él.

—No es necesario —me adelanté y casi se me traba la lengua al hablar—, prometo que no volverá a suceder lo de hoy.

—Solo sigo órdenes, lo lamento joven —cabizbajo me despedí y metí todo en la mochila queriendo hacer pedazos esos estúpidos papeles.

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