Capítulo diecisiete.

12.7K 878 39
                                    

Pongan su presente aquí:

[ Sin editar ]

Ginger

Años atrás

Los dedos de Eros estaban aferrados a los míos, mientras ambos caminabamos por el parque.

Él me atrajo a él dejando un beso en mi cabeza, nos sentamos en una de las bancas que se encontraba en el parque, tenía que decirle a Eros lo que su padre me había dicho, sabía que era lo correcto pero aún así, temía que por mi culpa su relación cambiará.

No quería que tuvieran problemas por mi.

—¿En qué tanto piensas? —Él apretó el agarre, mientras besaba mi frente.

—En nada. —Solté un suspiro.

—Te conozco muy bien para saber que hay algo que te está incomodando. ¿Quieres contarme que es lo que pasa por esa cabecita?

Debía de contárselo, por dios. Si no lo hacía me sentía mal,  

—Tu padre. —Dije entre dientes.

Eros gruñó.

—¿Ahora que?

—Me ha pedido que te dejara.

—Pero que mierda. —Gruñó

—Me he negado, te amo y no quiero alejarme de ti.

—No entiendo que es lo que le molesta. —Susurró—Eres mi novia, yo te he elegido porque se que eres buena para mí, porque te amo y sé que tú me amas, no entiendo cual es su problema.

—Me ha ofrecido dinero.

—¿Dinero? —Pareció alterado.

—Sí, quería que le pusiera un precio para que pudiera dejarte, él realmente quiere que me aleje de ti, no entiendo cual es la razón por la que él me odie, he intentado caerle bien.

—No te esfuerces en caerle bien, él está ciego y por eso no ve a la persona tan valiosa que eres, así que no deberías de esforzarte tanto, si él no te quiere no debería de importante, yo te amo, eso es lo importante ¿No?

—Si —Mi voz sonó en un hilo.

—Venga, deja de pensar en mi padre.

—Tu padre realmente me odia.

—Es su problema no quererte, yo te amo y es lo que importa. —Repitió, besando mi mejilla, cerré los ojos, suspirando su aroma.

—¿Y si un día tu padre logra separarnos?

—No puede hacer eso, él no tiene derecho de meterse en nuestra relación y mucho menos destruirla, mi amor.

—¿Y si? —Susurré pero él me beso de inmediato, al separarse puso su dedo índice en mis labios, callando cualquier palabra que yo pudiera decir, su frente descanso en la mía, y me concentre en esos hermosos ojos de color avellana.

—¿Y si mejor dejamos de hablar de mi padre?

—Esta bien. —Dije en apenas un susurró, sus ojos estaban brillando mientras me sonreía y el hoyuelo se le marcaba.

Y realmente deseé que si me llegaba a casar con Eros y si un día formabamos una familia, deseaba que nuestros hijos se parecieran a él, que tuvieran su sentido del humor y esos ojos color avellana que siempre me volvían loca, sin olvidar que también amaría que tuvieran esos hoyuelos en sus mejillas.

Finge que me odias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora