9. El Sentir Del Lobo

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Jacob.

El claro del bosque que se encuentra entre ambos territorios fue el lugar escogido,  para la reunión entre los Cullen y los lobos, que se llevaría a cabo al amanecer.

Mientras voy conduciendo por la carretera, siento como los nervios comienzan a hacer estragos en las sensaciones que me transmite el cuerpo. Las manos que sostienen el volante cosquillean en reacción a estos, con suaves temblores camuflados por los movimientos del vehículo.
Billy, quien va en el asiento del copiloto, coloca su mano en mi hombro, transmitiendo su clara intenciones de ayudar a calmarme. Supongo que aunque trato de no demostrarlo, un padre sabe como leer algunas cosas que un hijo intenta camuflar.

Estaciono la camioneta a un lado del camino, y con la ayuda de Seth dirijo  la silla de ruedas por uno de los caminos secundarios poco habituados que nos llevará a nuestro destino.

Ya en el lugar, el resto de la manada en su forma lobuna se unen a nosotros, a la espera del bando contrario.
Realmente no quería involucrar a mi padre en todo esto, pero su insistencia no me dejó de otra. A pesar de eso, de cierto modo, que él esté a mi lado apoyándome constantemente, me está ayudando más de lo que esperaba.

Todos se ponen en alerta al sentir a varias presencias  acercándose a gran velocidad, que en cuestión de segundos se posicionaron a unos metros de distancia, con la evidente incomodidad que comparten con nosotros ante tal encuentro.

Aprieto con fuerza las empuñaduras de la silla de ruedas, para evitar que las manos tiemblen ante la presencia de la persona que me está provocando tantas sensaciones nuevas y extrañas con tan solo su presencia.

Sam da un par de pasos al frente, acción que fue imitada con elegancia por parte del doctor. Edward se une a ellos como intérprete de las palabras que pasan por la mente del alfa, al ver que éste no tenía la intención de cambiar su apariencia.

Con palabras concretas, el mensaje fue oído por todos los presentes, ocasionando las miradas sorprendidas y desconcertadas en la familia Cullen.

Siento un cosquilleo en mi columna vertebral cuando luego de la sorpresa, él al fin decide mirarme. Los sentidos que se supone tengo muy desarrollados, ahora están aturdidos, siendo mis oídos golpeados por el constante sonido que provoca el corazón a cada latido.

—¿No podría tratarse de algún error? Después de todo, se supone que nuestras especies no son compatibles para una convivencia estrecha.

Menciona algo intrigado Carlisle, pero por su semblante, puedo deducir que ya sabe la respuesta a su pregunta.

Con un gruñido de Sam, Edward sale del trance en el que se encontraba su mente.

—Dice que esto no se trata de un error. Y que la impronta es sin duda alguna, uno de nosotros.

—Entonces por favor dígame, ¿De quién se trata?

No hicieron falta más palabras, con una clara mirada del lobo de negro pelaje indicando a la persona en cuestión.

—¿Qué? Acaso… ¿Soy yo?

Una mirada que aún conserva las emociones de unos instantes atrás, se dirige directamente hacia mí, pero hay algo en ella que no me da un buen presentimiento.

Mi impronta retrocede un par de pasos, pasando su mano por el cabello, dándonos la espalda.

—¿Desde cuándo los lobos se dedican a inventar éstas cosas?

Cuestionó en un susurro, pero fue perfectamente audible para todos los desarrollados sentidos auditivos que lo rodean.

(Sugerencia: coloca la canción "Slow life" de Grizzly Bear para seguir la lectura).

Reflejado en tus ojosWhere stories live. Discover now