Capítulo 5

146 23 53
                                    

Anne

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Anne

Ambos bajamos casi corriendo hasta la cocina, encontrando una escena poco agradable con excesivo intercambio de saliva.

—Sophie —interrumpo, un poco sofocada a causa de las escaleras.

—El de la foto en tu habitación, ¿es Cole o Dylan Sprouse? —Se me adelanta Roy.

—Dylan, ¿por qué? —Mi amiga y su novio nos miran con notoria confusión mientras que yo solo espero que al castaño le sepa muy amarga la derrota.

—Por cierto, estirado. —Me volteo hacia él, vacilante—. No pueden faltar chocolates, paletas de caramelo y galletas.

—No cumpliré hasta que tú no pagues la apuesta que debes —espeta molesto.

—Está bien —acepto, pues es lo justo—. Pasa por mí mañana a las ocho.

Alza las cejas con asombro. Quizás no se esperaba que cediera tan fácil.

—Amm, no sé si lo notaron pero seguimos aquí —habla Oscar alternando la vista entre el chico y yo.

—Creí que buscarían la merienda —cambio de tema y Sophie comienza a jugar con mechones de su cabello, nerviosa.

—Eh sí, claro —carraspea el chico acalorado—. Justo íbamos para allá. Venga Roy, lleva tú las botanas.

No volvemos a tocar el tema durante toda la noche. Terminamos viendo una película de terror por mayoría de votos. Para mi mala suerte, el mío fue el único en contra.

El padre de Sophie revisó que todo estuviera en orden y no necesitáramos nada. Mi amiga de vez en cuando me daba alguna mirada cómplice o hacía gestos extraños hacia Roy, quien estaba tan concentrado en la película que no lo notó.

Por primera vez, luego de más de un año, me sentí en un ambiente acogedor. En todo ese tiempo a penas salía ni hacía esta clase de planes y, aunque no todos somos exactamente amigos, el tiempo que duró se sintió bien.

—Creo que debería irme, es un poco tarde —informo cuando termina la película.

Me despido de mi amiga y de los chicos.

Estando fuera me sobresalto al escucharlo.

—¿A dónde iremos mañana? —Me llevo la mano al pecho intentando controlar mi corazón, acelerado por el susto.

—¿Eres tonto? —suelto con molestia—. Me has asustado idiota.

—Ahh... lo siento —se disculpa ladeando la cabeza y esta vez no luce burlón—. Entonces, ¿a dónde me llevarás? —Vuelve a preguntar siguiéndome el paso.

—Si que eres insistente, ¿eh?

—Y más si es algo que quiero alcanzar —asegura—: no paro hasta conseguirlo, mapache.

Apuesto por lo nuestro © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora