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Ambos estaban acostados en la cama luego de estar un gran tiempo con sus hijos gemelos,  Emilio le acariciaba el vientre mientras le daba cortos besos en su hombro. Joaquin cantaba suave una canción mientras Emilio sonreía mientras disfrutaba de la hermosa voz de su esposo, todo en Joaquin era delicado y bello lo amaba mucho y siempre cuando Joaquin dormía no podía evitar agradecerle a la diosa Luna por haberle dado a tan hermoso omega y tan hermosos cachorros como hijos.

—¿Porque tan callado? —hablo Joaquin.

—Solo agradezco. —sonrio.

—¿Agradece? —se giro con cuidado para ver al pálido. —¿Porque agradece hyung? —pregunto.

—Por tenerte como omega. —le acarició el vientre. —y de tener una hermosa familia.

—Yo también lo agradezco todos los días. —le dio un corto beso.

—Estos pequeños parecen ser dormilones. —toco el vientre de su omega.

—Apenas es el cuarto mes. —sonrio mientras se  acercaba  a su alfa.

—Lo se. —arrugo su nariz. —ya deseo que estén con nosotros para poder concentirlos mucho.

Joaquin sonrió y comenzó a darle besos en todo el rostro a su alfa el cual sonrió mientras recibía los besos de su omega el cual se detuvo para verlo y volver a darle besos. Ellos se quedaron ahí mientras Joaquin volvía a cantar mientras Emilio le acariciaba la mejilla hasta caer dormido ante el dulce aroma de su omega, Joaquin sonrió mientras le daba un beso en la frente a su alfa para después caer dormido.

Al amanecer Emilio se despertó primero y con un poco de dificultad se separó de su omega pues este ponía un poco de fuerza para que se quedará cerca. Al lograr salir de la cama y ganándose un fuerte golpe en el suelo al caer se levantó y vio al omega el cual abrazaba las cobijas.

—Eres muy perezoso amor. —sonrió el alfa mientras se dirigía al baño.

Mientras el estaba en el baño el omega abrió los ojos y se levantó con sumo cuidado para buscar a su alfa, vio como Emilio salía del baño mientras se secaba sus manos y se sentaba a la par de él para acariciarle la mejilla.

—Hola dormilón. —le dio un beso en la frente.

—Hola hyung. —se frotó los ojos. —¿Que horas son?

—Son las diez amor. —lo abrazo. —los niños aún están dormidos.

—Lo se. —cerro los ojos.

—¿Tienes sueño? —le pregunto.

—Un poco. —respondio.

—Debe de ser porque nos quedamos hasta tarde. —susurro.

Joaquin asintió y Emilio se acostó a la par de él para envolverlo en su aroma y en su calor para volver a dormir otra siesta más.

¡Osorio Quiero Otra Niña!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora