💀Prefacio

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«¿Crees en el destino? ¿Qué hasta los poderes del tiempo pueden ser alterados por un propósito? ¿Qué el hombre con más suerte en este mundo es aquel que encuentra el amor verdadero?»
Bram Stoker, Drácula.

El poder de una voz no radica en su sonido, sino en su capacidad de persuasión

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El poder de una voz no radica en su sonido, sino en su capacidad de persuasión.

Estas eran las palabras que El Salvador repetía a su Anomalía 55; lo hacía día tras día, hora tras hora, minutos antes de que saliera a cumplir otro de sus encargos. Lo hacía para convencerlo de que el poder destructivo de su voz no era un pecado, sino un milagro incomprendido.

La Anomalía 55 tenía un nombre: Dorian. Solo Dorian.

Prefería que lo llamaran Dorian, pero El Salvador se negaba a referirse a él de esa manera. A los ojos del hombre que ocultaba su rostro tras una máscara del doctor de la plaga, la Anomalía número 55 no era más que eso, un número, un experimento, una especie de mascota cuya cadena se liberaba bajo estrictas condiciones y escenarios específicos.

Pero la Anomalía 55 estaba consciente de que no necesitaba un nombre o apellido. No debía importarle tanto cuando poseía algo más valioso: un propósito. Tal vez no fuera su elección, tal vez fuera una imposición, pero ese objetivo era lo que lo impedía caer en una interminable espiral de crisis existenciales y otras preocupaciones humanas. Anhelaba erradicar ese lado; todo sería menos doloroso. Por eso envidiaba a los vampiros, seres sin humanidad propia que podían despojarse de la culpa. La culpa no le servía de nada para cumplir su propósito. ¿Y cuál era ese propósito? Dependiendo de dónde comiences esta historia, podría decirse uno diferente, pero todos eran para cumplir un mismo objetivo.

El propósito de ese día: cantar.

«Canta mentiras», le tarareaba El Salvador. «Canta falacias y falsas melodías. Hazles creer que sus mentes son ricas y sus oídos bendecidos».

Su mitad Banshee con su voz hipnótica era lo que le otorgaba valor. Esa era su identificación ante el mundo, ante la Sociedad Ulterior donde jamás sería aceptado por ser prohibido y mortal.

«Te tienen miedo, y el miedo es solo otro tipo de poder».

Con esto en mente, la Anomalía 55, Dorian, se adentró en un oscuro club de mala muerte en la Sociedad Ulterior. El lugar se llamaba Collapse y estaba en una de las avenidas subterráneas más concurridas de Reverse York, la Sociedad Ulterior más grande de toda América. Por dentro era oscuro y la visibilidad no mejoraba con la máscara del doctor de la plaga que su Salvador lo obligaba a portar en público.

La música golpeó sus oídos; era un sonido similar al que los humanos disfrutaban, pero si lo escuchabas con atención, sonaba distante e incomprensible, como una mezcla de misticismo y dolorosa obviedad. Le daba jaqueca.

Aunque, una vez que sus ojos se acostumbraron, se dio cuenta de que tal vez la jaqueca se debía a los gases alucinógenos que flotaban como nubes fluorescentes por el club, afectando a las criaturas sobrenaturales que se movían al ritmo de la música. Drogados.

Dorian levantó momentáneamente la máscara y retrocedió al sentir el fuerte aroma de dichos gases; olían como una combinación de insecticida, regaliz y alcohol.

Se volvió a poner la máscara y siguió su camino a través de Collapse hasta llegar a las escaleras que conducían al escenario, donde un grupo de vampiros tocaba esa extraña música con instrumentos casi tan peculiares como un theremín.

Fue momentáneamente cegado por las luces estroboscópicas que alternaban entre verde y morado neón, pero continuó subiendo. Recibió miradas desagradables, casi bestiales, por parte de los vampiros, a las cuales respondió con una simple orden:

—No hagan preguntas y continúen tocando. —Su voz hipnótica reverberó a través de su propio cuerpo y le dejó una sensación incómoda en la garganta, además de pintar sus iris de un brillante dorado.

Los vampiros cedieron al control; afectados por los gases y sorprendidos por la repentina orden, sus defensas mentales estaban derribadas.

Dorian empujó al vampiro que cantaba y se puso frente al micrófono. Se quitó la máscara y reveló su pálido rostro marcado por pronunciadas ojeras bajo sus ojos. Apartó los largos mechones de cabello azabache que le caían en la frente y tomó aire, sintiendo cómo los gases entraban en sus vías respiratorias y casi al instante lo sumían en un extraño estado de éxtasis y, a la vez, adormecimiento.

Una sonrisa casi macabra se dibujó en sus labios y, junto con sus pupilas dilatadas, le otorgaron un aire de locura crónica.

Inclinándose hacia el micrófono, tarareó al ritmo de la música que la banda tocaba, inventando una letra a la que nadie prestaba atención debido a sus alterados estados de conciencia. No podían ser víctimas más fáciles.

Poco a poco, las miradas comenzaron a fijarse en él debido al poder de su voz hipnótica, y solo cuando sintió que toda la atención estaba sobre él, se detuvo, ordenó a la banda que se callara, y exhaló.

Volvió la cabeza hacia arriba, dejándose deslumbrar nuevamente por las luces sobre su cabeza, y volvió a inclinarse hacia adelante. Con una mano se apartó el cabello para dejar sus ojos completamente expuestos y, con la otra, agarró con firmeza la base del micrófono, acercando sus labios para susurrar:

—Mueran.

¡Bienvenidos a Vampire Anomaly!

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¡Bienvenidos a Vampire Anomaly!

¡Finalmente la secuela está aquí! Pero antes que nada, me gustaría agradecerles de todo corazón por apoyar tanto y leer esta historia que estoy segura los atrapará tanto como la primera 💛.

Así que, sin más preámbulo, no me queda más que advertirles que traigan sus pañuelos para el drama que se viene, su buen humor para los ocasionales chistes malos, su lado más fangirl para los momentos Viktorian y, cómo olvidarlo, sus audífonos para escuchar unas buenas canciones de los ochentas que nunca pueden faltar en el universo de Lovely Monsters.

¡Les deseo una vampírica lectura! (No me pregunten qué significa eso) 💀

Vampire AnomalyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora