✩𝐂𝐚𝐩. 15✩

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22 de mayo, 2943

El silencio reina dentro de la pequeña habitación, hasta parece que ninguno de los tres está respirando.

—Revisad las luces, la alarma ha sonado —ordena mi padre mientras camina hacia el centro del gimnasio.

Claro, seguramente tiene un sistema que lo avisa si algo va mal, en este caso las luces.

Pasan unos minutos que se me hacen eternos hasta que uno de los guardias lo avisa.

—Señor Raymond, aquí tenemos algo.

Mi padre se acerca caminando hacia él y se fija en lo que está señalando. Entrecierra los ojos.

—¿Es un agujero de bala? —pregunta confuso, a lo que el guardia asiente —bien, mañana hablaré con los alumnos —se nota que está enfadado por el tono de voz que pone.

Dicho esto empieza a caminar hacia la salida y poco después el gimnasio vuelve a estar vacío.

Los tres dejamos salir todo el aire que estábamos conteniendo y yo abro la puerta intentando no hacer ruido, por si acaso pueden oírnos aún.

—Bueno, será mejor que vayamos a la habitación —dice Clayton.

—Claro —asiento.

Empezamos a caminar hacia la salida.

Estoy muy cansada y necesito ir a dormir ya. Miro mi móvil que marca las 2 de la mañana. Volveré a dormir tres horas, qué bien.

Durante el camino ninguno dice nada, aunque tampoco hace falta. El silencio no es incómodo. Simplemente creo que los tres estamos igual de cansados.

Llegamos a la habitación de Clayton, que es la primera en el pasillo, y tras despedirnos, Kaden y yo seguimos caminando.

Cuando llegamos a nuestras puertas nos miramos un momento.

—Buenas noches Kaden —me despido.

—Buenas noches princesa.

Durante el desayuno todo es normal. Cada unos minutos miro hacia la puerta, aún sigo esperando que mi padre aparezca para reñirnos por lo de la luz.
Sé que si nos amenaza de alguna forma, diré que he sido yo. Tampoco quiero perjudicar a todos los alumnos.

—Bri, ¿como estás? —me giro hacia Astrid que se sienta a mi lado dejando en la mesa el plato con las dos tostadas que llevaba en la mano.

—Bien, supongo —me encojo de hombros.

Ayer cuando llegué a mi habitación por la noche me dio un bajón y sin poder evitarlo me puse a llorar.
Sin querer desperté a Astrid y se quedó despierta hasta que me calmé, me siento un poco culpable por haber hecho que se quedara despierta hasta tan tarde.

—Me alegro.

—¿Qué tal tú?

—Bien —me sonríe tiernamente, y yo apoyo mi cabeza en su hombro.

A lo lejos veo como Nick se acerca a nuestra mesa, y al ver que lo estoy mirando me sonríe.

—Hola —dice al llegar, sentándose delante nuestro.

—Hola —lo saludamos al unísono.

—Falta tan solo una semana para que vuelvan a eliminar a 10 alumnos —suspira.

—Ya... —murmura Astrid —pero estoy tranquila, vimos las puntuaciones y estoy lejos de quedar entre los diez últimos.

—Me alegro, yo tampoco estoy cerca de los últimos, ¿cómo vas tú Ellie?

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