Capítulo 43🌷

13.1K 1.5K 49
                                    

Sin abrir mis ojos di la vuelta en la cama, haciendo que mi brazo cayera al suelo. Cuando eso pasó me desperté por completo levantando mi cabeza de la almohada. Y en ese momento escuché un fino grito que hizo que me levantara de golpe y corriera hacia la habitación de Massiel.

Entré sin tocar y fruncí mi ceño cuando la encontré de rodillas encima de su cama, con una notable mueca de asco.

—¿Qué sucedió?

—El estúpido perro de Mara, ensució mi alfombra.

Lo dijo con tanto desprecio que le hice mala cara y después volteé a mirar hacia la alfombra celeste que se encontraba en el suelo, lugar en el que por cierto, estaba un trozo de excremento un poco grande.

Los demás miembros de la familia no tardaron en llegar y cada uno de ellos llevaba puesta una pijama peculiar que representaba un poco cada una de sus personalidades. A excepción de Eliam quien no se encontraba por ninguna parte.

—¿Por qué gritaron?—preguntó Mara, mientras intentaba quitarse el cabello del rostro.

—Tu estúpido perro ensució mi alfombra.

La niña abrió la boca sorprendida.

—Tobby no es ningún estúpido.

—Además—intervino Kener de inmediato—. La alfombra se puede lavar, no veo porque la gente tiene que alterarse por algo tan mínimo. Aunque las chicas fresas son muy histéricas.

Su comentario provocó que su prima le lanzara con fuerza una almohada, la cual por su desgracia impactó contra su cara.

—Yo no soy ninguna chica fresa. Es solo que me molesta que ese perro se meta en todos los rincones posibles a hacer desastres.

—Mi alma Massiel. Vos sois más problemática que viejita a la que no le llega la pensión del gobierno.

Solo bastó que Eiden soltara esas palabras, para que todos termináramos soltando una carcajada en ese instante. No sabía de donde sacaba él tantas ocurrencias, pero sin duda alguna nos hacían reír por completo.

La chica respiró profundo intentando controlar sus palabras y se quedó mirando fijamente a Mara, quien la observó con inocencia hasta que Alisa la tomó de la mano y decidió llevarla consigo. Por mi parte, me agaché y tomé la alfombra del suelo mientras que contenía la respiración. Muchas personas dentro de esa casa podían encargarse de lavar eso que nuestra mascota había ensuciado, pero no me parecía justo que fuesen ellos quienes tuvieran que pasar por esa vergüenza, como si los demás no nos pudiéramos encargar de nuestros propios problemas.

Esperé que todos estuviesen dentro de sus habitaciones y decidí dirigirme hacia el espacio de la lavandería. Coloqué la alfombra con cuidado en el suelo y cuando intenté enchufar la lavadora, un sonido llamó mi atención.

—¿Hay alguien ahí?—pregunté esperando que nadie me respondiera.

—No te asustes morenita, solo soy yo.

Apareció frente a mí con una sonrisa en sus labios, provocando que de los míos también se escapara una sonrisa. Su traje negro se encontraba impecable combinando con la corbata que tenía alrededor de su cuello. Humedecí un poco mis labios mientras que su delicioso perfume se coló por mis fosas nasales.

—Que delicioso huele usted—expresé mirándolo a los ojos.

—Deliciosa se ve usted con esa pijama—comentó Eliam haciendo que me sonrojara y me quedara callada. Tenía un short muy corto y una blusa de tirantes pegada a mi cuerpo—. ¿Por qué te quedas en silencio?

—No puedo competir con tus palabras, quedo inútil ante ellas.

Él sonrió mostrando su perfecta dentadura y no supe si me enamoré más viéndolo tan libre ante mí. No era el mismo hombre que conocí, había cambiado para bien y eso me encantaba. No tanto como él lo hacía.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now