Capítulo 38🌷

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Me observé por segunda vez en el espejo que tenía frente a mí, mientras intentaba encontrar la supuesta mancha que Mara había dicho, que tenía en mi mejilla. El solo hecho de pensar que tuviera al menos una pequeñísima partícula de mugre en mi rostro, me hacía sentir demasiado incomoda.

Solo que había un problema, no lograba localizar esa mancha de la cual ella hablaba.

—¿Dónde está la mancha?—le pregunté volviéndome a mirar en el espejo—. Me miro y me miro, pero no la encuentro florecita. Necesito ayuda.

—No tienes nada, mami—respondió ella sonriendo un poco apenada—. Solo quería hacerte una broma.

—¿Una broma?

—Sí.

—Así no son las bromas, florecita—le expliqué con una sonrisa—. O al menos, así no eran las que hacían los niños en mis tiempos. Cuando se habla de bromas, las personas a tu alrededor te hacen algo que te haga reír o llorar.

—Eso no es una broma mami. Si te hacen reír, es porque son buenos amigos, pero si te hacen llorar, no lo son. Los amigos no se deben hacer daño.

Me quedé en silencio al escucharla. No podía creer como a tan pequeña edad, Mara dijera cosas como esas, que sin duda ponían a pensar a más de una persona. Era como si dentro de ella, viviera un ser intelectual que de vez en cuando soltaba frases como esas para enseñarles a las personas el verdadero valor de la vida, o en este caso, de la amistad.

Porque con sinceridad podía decir, que muchas personas ni siquiera conocen el verdadero significado de la amistad, solo saben hacer daño y tristemente son las que siempre están rodeadas de infinidades de personas.

—Tienes toda la razón, mi florecita—le dejé en claro, me acerqué a ella y planté un beso en su frente.

La niña se acomodó en la cama y abrió la boca para preguntarme algo, solo que sus grandes ojos grises se desviaron hacia la entrada de la habitación.

—¡Hola papi!—exclamó bajándose de la cama y corriendo hacia los brazos de su padre, quien la recibió con alegría.

—Hola mi amor.

Me crucé de brazos y lo miré con los ojos entrecerrados.

—¿A quién le dices mi amor Eliam?—le pregunté fingiendo molestia—. Te recuerdo que solo a mí me puedes llamar de esa manera. Yo soy tu amor.

—Por el resto de mi vida.

Su acotación hizo que sin duda me sonrojara por completo. Sentí un montón de cosquilleos en mi estómago que me obligaron a disimular todas las sensaciones que sus simples, pero maravillosas palabras provocaban en mí. Mara soltó una risita divertida, entendiendo que yo no hablaba enserio, solo estaba queriendo bromear.

—Tengo tres amores en mi vida que no cambiaría por nada, ni por nadie—volvió a hablar, bajando a la niña de sus brazos y acercándose a mí—. No importa cuales sean las circunstancias, los problemas o las dificultades que atravesemos, no las dejaré jamás.

—Eres tan lindo.

Sus ojos grises se concentraron en mí, esbozó una sonrisa y quiso acercarse más a mí, pero al mirar a Mara sus intenciones se olvidaron por completo.

—¿Dónde está Massiel?

—Está estudiando, con algunos de sus amigos.

Eliam levantó una de sus cejas. Sus hijas estaban al tanto de que no asistirían a clases por un tiempo, pero aun así, la chica no quería olvidarse de sus estudios. Si todo lo que estaba sucediendo en la familia, se llegaba a alargar ella quería estar al día. Nadie en su sano juicio desea repetir dos veces el año escolar.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora