Capítulo 22🌷

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—Buenos días señorita.

Me giré quedando frente a él, entreabrí los labios al darme cuenta que su cuerpo se encontraba a escasos centímetros del mío. Eliam esbozó una sonrisita y por mi parte decidí alejarme de la nevera, hasta llegar a la cocina donde estaba fritando algo.

—Buenos días—le respondí seria.

—¿Por qué está cocinando usted?—hizo la pregunta mientras se sentaba frente a la mesa.

—Solo quise hacerle el desayuno a Mara. Lleva días insistiéndome en que quiere que sea yo, la que le prepare los desayunos cuando vaya al colegio.

—¿Y eso porque?

—Porque quiere presumir que es su mamá quien se los hace.

Eliam por poco se atraganta con su propia saliva. Comenzó a toser con fuerza mientras que yo lo miraba extrañado. Aunque también así había reaccionado yo, cuando Mara me lo dijo. Que una niña de siete años, te considere su nueva mamá, es demasiado sorprendente.

—¿Está hablando en serio o es una broma de su parte?

—Jamás jugaría con algo así—le dejé en claro—. ¿Va a querer café?

—Sí, por favor.

Comencé a servirle su porción de café mientras él me miraba detenidamente, observando cada uno de los movimientos que hacía. Su mirada bajó hacia mi cuerpo, recorriendo las mangas de mi camisa.

—Nunca a ninguno de mis empleados, le había quedado un uniforme tan perfecto.

Lo miré instantáneamente, queriendo decirle algo. De verdad estaba dispuesta a hablar, solo que al querer hacerlo, observé a Kiara entrar a la cocina, llevaba una pequeñita falda de cuero y una chaqueta de cierre negra al igual que su alma.

—Hola precioso, buenos días—le dijo ella, acercándose para besar sus labios—. Estoy lista para acompañarte al trabajo.

—No es necesario que te vayas tan temprano—respondió Eliam con seriedad—. Mi chofer puede llevarte más tarde.

—Deseo irme contigo. Es bueno que comencemos a hacer muchas cosas juntos, seremos un matrimonio feliz que será hasta que la muerte nos separe.

Sentí un pequeño nudo en la garganta.

Internamente pedí que Eliam y su querida esposa desaparecieran de la cocina, no la soportaba. El hombre prefirió no decir nada, se tomó su café y después de dejar el pocillo encima del mesón, se levantó de su asiento saliendo de la cocina seguido de Kiara, quien antes de salir me dedicó una mirada de pocos amigos.

Después de terminar de cocinar el desayuno de Mara, lo coloqué dentro de su lonchera. Su hermana mayor me había informado que a la niña le encantaban las empanadas de papa y queso.

—Florecita, tu desayuno se encuentra dentro de tu mochila—le anuncié—. Por favor te lo comes todo, lo hice con mucho amor.

—¿Qué me preparaste?

—Empanadas.

Sus ojos grises se iluminaron.

—¿Empanadas de qué?

—De papa con queso—le dije sonriendo.

—¡Mi papá debió haberse casado contigo!—exclamó abrazándome con fuerza.

Lo único que pude hacer fue dejar que me abrazara, ni siquiera pude decir una sola palabra. Esa pequeña rubia era demasiado tierna y cada palabra que salía de su boca era sincera. Me quedé de pie en ese lugar, observando como ella se alejaba para irse al colegio, al mismo tiempo que batía una de sus manos en sinónimo de despedida. Un beso en mi mejilla me hizo sobresaltar y girarme de golpe, encontrándome con la sonrisa perfecta de Eiden.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora