Capítulo 28🌷

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—Hola Samara—me saludó Alisa mientras bajaba las escaleras.

La mujer llevaba puesta una blusa amarilla de mangas largas, un pantalón negro muy ceñido a su cuerpo y unos tacones altos del mismo color. En una de sus manos tenía una carpeta marrón llena de papeles.

—Hola—le respondí sonriendo.

—Eliam, te espero en el auto—le dijo ella y comenzó a caminar hacia la salida, solo que cuando estaba a punto de abrir la puerta, volteó a mirar a su hermano—. Se me olvidó decirte anoche que Liliana te felicitó por el negocio que concretaste, me dijo que jamás logrará encontrar un jefe como tú.

Alcé una de mis cejas. La pelinegra decidió salir de una vez por todas, dejándome a solas con Eliam.

—¿Quién es Liliana?—curioseé—. ¿Es su secretaria?

—Sí—afirmó él—. Es solo mi secretaria. Una persona a quien estimo mucho, porque ha sido de mucha ayuda en la empresa. Liliana solo es mi empleada, eso no debería preocuparte.

—¿Preocuparme?—me coloqué una mano en el pecho, ofendida—. ¿De qué debería preocuparme según usted?

—Estás celosa.

Sí, era cierto. Había sentido un poco de celos, pero aunque eso fuera verdad, no lo demostraría.

—No estoy celosa—me defendí—. Aunque si por casualidad fuera así ¿Tendría eso algún problema?

—No—negó esbozando una sonrisita—. Pero no deberías estarlo. Solo tengo ojos para ti.

Tragué saliva.

¿De qué manera apagaba las mariposas que comenzaban a revolotear dentro de mi estómago?

Eliam se acercó a mí de una manera demasiado lenta. Esa vez no retrocedí, porque sinceramente quería tenerlo cerca, necesitaba que él me besara. Moría porque lo hiciera y no podía seguir negándolo. Él extendió su brazo y me tomó por la cintura, elevó su otro brazo y de una manera demasiado sutil pasó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—¡Eliam, necesito llegar!—gritó Alisa, haciendo que me separara de golpe de su hermano.

—¡Ya voy!

Respiró profundo y susurró algunas palabras que no logré entender. Cerró los ojos frustrado y comenzó a caminar hacia la salida, solo que antes de cerrar la puerta, me miró.

—Te amo, mi morenita entrometida.

Sonreí como una tonta. Eliam se retiró por completo de la casa y cuando me giré con la sonrisa intacta en mi rostro, me encontré con Massiel quien me hizo pegar un gritito asustado.

—¿Qué te pasa Samara Carolina?—me miró con diversión.

—¡Me asustaste!

—¿Y esa sonrisita que tenías? ¿A qué se debe?

La miré por un momento, pero no iba a atreverme a decirle nada.

—Acertaste. Mi segundo nombre es Carolina.

—Eres loca—soltó una risa.

—Deberías aprender a respetar a los mayores—la señalé con mi dedo índice—. ¿Dónde está Mara?

—Está tratando de que Kener aprenda a dibujar, estoy segura de que el pobre terminará con un lápiz dentro del oído. Es difícil hacer que Mara cambie de opinión—soltó ella entre risas—. Por cierto ¿Qué ha pasado con mi papá? He notado que quiere reconquistarte.

No quería chama, lo estaba haciendo.

—Tengo miedo—me sinceré con ella.

—¿Miedo por qué? ¿O a qué?

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Where stories live. Discover now