CAPÍTULO XXV Aceptación y corazones rotos

126 26 465
                                    


CAPITULO XXV                       Aceptación y corazones rotos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPITULO XXV
Aceptación y corazones rotos

Corrí como loca, apenas el auto se detuvo frente al hospital. No importaba lo mucho que los odiara desde la noche del accidente, ni cuánto me atemorizaba poner un solo pie en ellos. Había algo mucho más importante que me guiaba, que me hacía correr a toda velocidad, aumentando el ritmo de mis pasos.

—¡Ian! —grité, atravesando los largos pasillos de emergencia — ¡Ian!

"Por favor, por favor, que esté bien", repetí una y otra vez en mi cabeza como un mantra. Necesitaba que Ian estuviese bien, no podía dejar que algo le ocurriese.

—¡Isa!

Miré al frente y me encontré con el rostro de Matías a menos de cinco metros de mí. Corrí todo el camino que me faltaba, con las manos temblando a mi lado y las lágrimas cayendo imparables por mis mejillas.

—¿Dónde está? —inquirí, apenas llegué a su lado — ¿Qué le sucedió?

—Está bien, está en la habitación —respondió con voz calmada —. Soy su contacto de emergencia. Recibí una llamada del hospital, apenas lo ingresaron... Estaba en una de esas estúpidas peleas callejeras y alguien le disparó.

¿En las peleas? ¿El muy idiota había vuelto a pelear después de lo que le había pasado? ¿En qué demonios estaba pensando? El pánico y el miedo se hicieron a un lado cuando la furia comenzó a abrirse paso a través de mí. No podía creer que hubiese hecho eso. Me di la vuelta y corrí hacia la habitación que Matías había señalado, abrí la puerta y entré. Ian estaba en la cama, había nuevas cicatrices sobre los antiguos golpes sin cicatrizar. Alzó el rostro pesadamente cuando escuchó la puerta abrirse, y me encontré de frente con sus ojos.

—Isa...

—¡Eres un idiota! —grité sin poder contenerlo — ¡¿En qué demonios estabas pensado?! ¡Dijiste que lo habías dejado, que no volverías!

Algo se apoderó de mí y me lancé sobre él comenzando a golpearlo. Estaba tan furiosa y asustada, que lo único que deseaba era que él sintiera lo mismo.

—¡Nunca piensas en nadie! —bramé, atestando un nuevo golpe sobre su pecho — ¡No te importa nada! ¡En lo único que piensas es en ti y en esas estúpidas peleas! —No podía dejar de golpearlo, incluso mientras él intentaba detener mis golpes — ¡Podías haber muerto!

—¡Isa!

Unos nuevos brazos intentaron detenerme desde atrás, alejándome de la cama de Ian, pero me contuve con todas mis fuerzas. Aún no había acabado con él.

—¡Te odio! —vociferé desgarrándome la garganta, mientras las amargas lágrimas seguían cayendo — ¡Te odio! ¿Cómo pudiste asustarme así? ¡Te odio!

—¡Isa, basta! —chilló Dani detrás de mí — ¡Ya detente!

Ian seguía viéndome con la mirada perdida. Los brazos de Dani y Matías continuaban sosteniéndome, como fuertes cadenas que me inmovilizaban.

Siempre contigo  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora