~ CAPÍTULO 6 ~

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 Logan

Después de que Audrey nos pillase, Lucy seguía con el calentón, no me extraña la situación era intensa pero yo no pude seguir, solo podía pensar en Audrey, en cómo abría la puerta de su habitación y salía con una camiseta que le cubría lo justo.

-Lucy, no puedo.- Le dije mientras me besaba y desabrochaba torpemente de nuevo la camisa que me había abrochado al ver a Audrey.

Se separó y me fulminó con una mirada de las que mataban.

-No me jodas, Logan.- Replicó.

-Lo siento, pero no puedo.-

Ella indignada recogió su ropa que habíamos dejado esparcida por la casa, se vistió y se fue.

Después salí yo.

No podía estar en casa pero tampoco me apetecía estar por ahí emborrachandome a si que fui al único lugar que se me ocurrió, la casa de mi madre.

Conduje con mi moto hasta allí.

Ella vivía a las afueras de la ciudad con su segundo marido, Matthew y mi hermana de cinco años, Sarah.

Llegué y aparqué mi moto en la entrada, al lado del coche de mi madre.

Llame al timbre.

Me recibió mi madre con una gran sonrisa.

A diferencia de la relación que tenía con mi padre, la de mi madre no podía ir mejor, iba a verla por lo menos una vez en la semana y los domingos siempre comíamos juntos.

La historia del divorcio de mis padres es complicada y ella lo pasó realmente mal por eso me alegra mucho que haya podido rehacer su vida con un hombre que la ama de verdad y con otra hija a la que adora.

-Hijo, ¿Qué haces aquí a estas horas? ¿Has cenado,cielo?

-Hola Mamá.- Saludé y antes de poder seguir hablando me interrumpió.

-Logan, pasa, no te quedes ahí.-

Obedecí y pase. Fuimos al comedor donde estaba Matthew intentando que Sarah se terminase la crema de verduras que tenía para cenar.

-Chicos, mirar quien ha venido.- Dijo mi madre, llamando la atención de Sarah que dejó de protestar, bajó de un salto de su silla y vino a darme un abrazo como si hubiese estado años sin acercarlo.

-¡LOGAN!- Exclamó mi hermana aún abrazada a mi.

-¿Qué hay enana?-Pregunté y la cogí en brazos. Sarah iba vestida con un pijama de manga larga de color rosa con un conejito y su pelo de color castaño, como el de su padre, lo llevaba suelto con una orquilla que le apartaba el flequillo de la cara. Para ser sinceros no soy muy fan de los niños, nunca se me han dado bien, pero con mi hermana me olvido de todo, si he tenido un mal día, ella me saca una sonrisa que me hace olvidar todo lo malo que me haya podido pasar. Sin duda es la persona que más quiero en el mundo. Cuando nació me cambió la vida y fue ahí cuando descubrí el sentimiento de protección pues me prometí a mi mismo que no viviría la misma infancia que yo y también descubrí el verdadero amor, el amor en estado puro, el amor inocente, el amor de un niño.

-Papá me obliga a comerme el puré y no me gusta, yo quiero un flan no el puré.-Refunfuñó mi hermana indignada aferrándose cada vez más fuerte a mi cuello.

-Sarah, sabes que para comer flan primero hay que comerse el puré.-Comentó su padre con una voz muy calmada. Sinceramente no me extraña que mi madre se haya enamorado de él, es lo contrario a mi padre, justo lo que necesitaba y en cierto modo le tengo envidia a mi hermana pequeña porque ella está creciendo en una casa llena de amor, con sus dos progenitores presentes, yo carecí de todo eso.

Más allá de lo racionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora