Cincuenta y dos

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La guía nos llevó a al «circuito de playas de la costa verde», como mencionó antes, el auto se dirigía por una pista que, de un lado nos permitía ver la ciudad, y del otro un gran acantilado donde se podía visualizar el mar

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La guía nos llevó a al «circuito de playas de la costa verde», como mencionó antes, el auto se dirigía por una pista que, de un lado nos permitía ver la ciudad, y del otro un gran acantilado donde se podía visualizar el mar.

—Todo el litoral une varios distritos, inicia por el Callao, que es donde se encuentra el aeropuerto, hasta Chorrillos, donde está el planetario Morro Solar —mencionó Ximena—. Si tienen la oportunidad de pasar por aquí de noche, les aseguro que tendrán una preciosa vista de la ciudad. Es un espectáculo digno de ver, puedo asegurarlo.

—¿Podemos pasar por aquí de noche? —le pregunté a Rob mientras la guía seguía explicando del tema.

—Si quieres, podemos venir a cenar después del concierto —contestó mirando por la ventana y yo volví a prestarle atención a la guía.

Visitamos un poco más de la ciudad, finalmente Chase logró su objetivo de ver el parque de los gatos, que en realidad se llamaba parque Kennedy. Encontramos muchos gatos, mi amigo estaba contento.

Le envié una foto a Bianca, y dijo que quería adoptar un gato blanco y llamarlo Arroz. Me reí y guardé el teléfono de nuevo.

Caminamos un poco más por Miraflores, vimos una iglesia, un lugar al que llamaban «la calle de las pizzas», porque, en efecto, vendían pizzas. Por supuesto que le envié una foto a Bianca; luego caminamos hacia «Larcomar» la zona peatonal de costa verde nos llevaba hasta allá, era un centro comercial grande, y a la derecha se podía ver el mar. Ahí almorzamos.

Chase no dejaba de decir que estaba enamorado de la comida de Perú, y con razón, era deliciosa.

Me ponía triste no tener más tiempo para visitar el país, porque no solo estaba la ciudad de Lima, tenían muchísima variedad de zonas turísticas por visitar, tenían todo tipo de lugares arqueológicos, una ciudad llamada Ica, con dunas en donde se podía hacer deportes extremos como los tubulares y sandboarding, me quedé con las ganas de subir a los tubulares, Ximena explicó que era una sensación parecida a la de una montaña rusa, pero con arena y los buggies saltando por todos lados. Por supuesto que estaba Cuzco, en donde se encontraba una de las maravillas del mundo; el Machu Picchu.

—Promete que volveremos —dijo Chase señalándome.

—Volveremos —dije con una sonrisa.

Volvería, Perú.

A Ximena la invitamos al concierto, pero nos contó que era escritora, y tenía una firma de libros ese mismo día, lamentó no poder acompañarnos, y nos despedimos de ella.

El concierto fue genial, se realizó en estadio nacional, lugar en donde se jugaban los partidos de futbol más importantes.

Brasil fue el siguiente país al que fuimos, luego llegamos a Venezuela. El país por el cual se empezaron a organizar los conciertos gratuitos. Fue la primera idea que tuve cuando pidieron ideas para la gira. Muchos fans me escribían preguntando si iría a Venezuela, y la verdad, tenía tanta presencia de ellos en mis redes sociales, que no podía fallarles. Sin embargo; entendía la situación, entonces decidimos ofrecer dos conciertos gratuitos, específicamente en Poliedro de Caracas.

Luces, música y acciónWhere stories live. Discover now