Treinta y tres

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—Alan —susurré, me puse de pie y salté a abrazarlo—

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—Alan —susurré, me puse de pie y salté a abrazarlo—. Lo lamento mucho. Palmeó mi espalda y asintió.

—Traje el agua, lamento interrumpir. Voy a dejarla aquí y me iré al lado de ese árbol. —Chase me dio la botella de vidrio y quiso alejarse, pero lo detuve.

—No te vayas, Chase. Te presento a Alan Conway, es el hermano de Blake. Alan, él es Chase, mi mejor amigo y asistente. Cada vez que le pido una hamburguesa, se come las papas y nunca me trae el combo completo. —Alan se echó a reír y mi amigo lo saludó con la mano, el otro correspondió.

—Es un gusto, Chase. Y me alegra verte aquí de nuevo, Nicholas. Mi hija me comentó que tu mamá le contó que vendrías. Sabía que en cuanto te enteraras, vendrías a visitarlo.

—La noticia me tomó por sorpresa, era un hecho que vendría. Quise mucho a su hermano, era una persona especial para mí.

—Recuerdo que siempre estabas detrás de él. Siempre queriendo ayudarlo, incluso cuando ya habías conseguido el dinero de la guitarra. Solo porque te encariñaste con él y con su gato.

Asentí con una sonrisa y quité las lágrimas que iban cayendo por mis mejillas. Recordaba esos momentos con nostalgia.

—¿Puedo preguntar algo, sin pecar de indiscreto?

—¿Quieres saber si solucionamos las cosas antes de que muriera?

La pregunta me tomó por sorpresa, porque así era.

Me preguntaba cuántas veces le habían hecho ese interrogatorio.

—Si no es mucha molestia.

—Lo es, pero quiero hablar de eso. Jamás lo hago. —Hizo un ademán de moverse para que lo siguiéramos, al final, nos sentamos los tres bajo el árbol que Chase mencionó minutos atrás. —Si quieres saber la verdad, jamás lo arreglamos. Ya ni siquiera recuerdo por qué fue la pelea inicial, pero nunca lo hablamos. Y ahora me arrepiento de haber perdido a mi hermano sin haber conversado con él. Sin embargo, aprendí algo muy valioso que quiero compartir con ustedes, muchachos. Aún son jóvenes, y cometerán muchos errores. Lo importante es siempre saber perdonar y pedir perdón cuando se requiera. Nunca se vayan a dormir sin solucionar las cosas con sus seres más queridos. Por más enojados que estén, siempre díganse buenos días al despertar, y buenas noches al ir a dormir. Uno nunca sabe cuándo algún ser querido se irá. La vida es demasiado corta y nunca avisa. Ni la fecha ni el lugar. Solo pasa.

—Dime por favor que no solo yo estoy pensando en Bee —comentó Chase bajito. Negué.

—Yo también estoy pensando en ella.

—No sé quién es Bee, pero si aún se pueden arreglar las cosas, y la quieres, hazlo. Alguna solución debe haber. Y si no la hay, pues despídete de ella con palabras, nunca dejes nada a medias, Nicholas.

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora