Parte 53

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Me desperté con el sonido de la puerta de la entrada cerrándose. Debía ser el Imbécil yendo a trabajar. A pesar de no ser ni las siete de la mañana y poder dormir una hora más, me puse lo primero que encontré, esperé un par de minutos y salí de puntillas para no cruzarme con ninguno de sus compañeros de piso.

Era temprano para ir al instituto así que con el dinero que me había dado mi tía me compré un buen desayuno en una cafetería. Debía de estar furiosa conmigo, pero aun así me había dado bastante dinero y un colgante protector que desde entonces siempre llevaba puesto. Miré el teléfono y vi que me había escrito. Bueno, en realidad solo me había mandado el emoji del croissant seguido de un signo de interrogación. Era su forma de preguntar si estaba bien.

Aún no había terminado de despertarme y además tenía la cabeza ocupada teniendo conversaciones imaginarias con Ray donde le echaba en cara cosas, así que olvidé que también estaba enfadada con mi tía y le contesté con un croissant. De inmediato recibí un mensaje con un emoji del dragón completo que indicaba que estaba contenta.

Estaba convencida de que ella sabía lo que le había pasado al Imbécil. El abuelo lo sabía así que ella debía saberlo también. Sabría por qué había sobrevivido a beber mi sangre y si esa era la razón de que ahora fuera tan fuerte, y sabría si había algo más. Me planteé escribirle para preguntar, pero deseché pronto la idea. No quería más mentiras ni que siguieran hurgando en mi cabeza. Aquella era otra cosa más que me habían ocultado. Mi tía se había empeñado en que entrenara con él por ese motivo, porque él tenía ese poder, porque debíamos estar conectados de una manera. Ante la idea de que aquello fuera real, un escalofrío de desagrado me recorrió la columna y no pude terminar de desayunar.

No paré de fantasear con el Imbécil durante el camino al instituto. Desde que salí de la cafetería hasta que me senté en mi pupitre. Fantaseaba con la cara que pondría cuando descubriera que me había tatuado una piedra en su honor porque era más tonto que una piedra. O un burro. O el emoji de la caca. O un burro cuya cabeza era el emoji de la caca.

Era ridículo que se hubiera tatuado aquel cuervo por mí cuando yo no le había hecho nada que no se hubiera hecho él a sí mismo. Solo le había expuesto como lo que realmente era y no la imagen que todos tenían de él. Resoplé furiosa y mi mirada se cruzó con la de Tatiana, que estaba entrando en clase. Ella alzó tanto las cejas que temí que atravesaran su frente. En ese momento me di cuenta de que la había vuelto a cagar.

Mi abuela solía decirme "Alexia, tú eres muy inteligente, pero no muy lista", y aquel viernes por la mañana fue un claro ejemplo de ello. Nos dieron las notas de los exámenes de matemáticas y física. Saqué un nueve y medio y un diez respectivamente, algo que tiene bastante mérito en segundo de bachillerato. Era una chica inteligente. Pero a mí y solo a mí se me ocurrió ir a clase con una camiseta de Ray. No era muy lista.

—Me has decepcionado. Nos has decepcionado a todas las mujeres, piojos. ¿Verdad?

Otras chicas asintieron con la cabeza mientras Tatiana me echaba la bronca. Nada más sonar la campana del recreo vino hasta mi pupitre a interrogarme y pidió a las demás que se acercaran. En su pequeño e improvisado juicio la camiseta de Ray fue la prueba número uno de la acusación, mis ojeras la número dos y que balbuceara cuando me preguntó si había dormido con un chico fue la número tres.

—No me lo puto creo, después de todo por lo que hemos pasado vas y quedas con tu ex. ¿Después de todo lo que te hizo has perdido tu virginidad con él?

Elena, que hasta ese momento había estado mirando su móvil en su pupitre se levantó de inmediato y vino hasta donde estábamos.

—La virginidad es un constructo social, Tati —dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

Cuervo (fantasía urbana)Where stories live. Discover now