Capítulo 13

821 132 127
                                    

Tal como pronostiqué, no hizo falta una entrada triunfal para que todas las miradas se fijaron en nosotros apenas atravesamos las puertas del gimnasio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tal como pronostiqué, no hizo falta una entrada triunfal para que todas las miradas se fijaron en nosotros apenas atravesamos las puertas del gimnasio. Fue como si de pronto un imán los atrajera a nosotros. Tampoco podía culparlos, era la primera vez que Nicolás y yo aparecíamos juntos en público, más allá de los fugaces encuentros en los pasillos que solo algunos habían presenciado.

Esta vez nadie pensaba perdérselo.

Pese a estar acostumbrada a que la gente posara sus ojos curiosos en mí, confieso que resultó sofocante percibir que esta vez había más mofa que admiración. Jena Abreu y Nicolás Cedeño despertaban morbo, chisme, juicio, no inspiración. Y el cambio habitual de reacciones logró que dentro de mí se colara una pizca de inseguridad. Frené mis pasos, contemplando las miradas a mi alrededor y un vacío se formó en mi estómago. Había luchado toda mi vida porque la gente dedicara más tiempo lamentándose por no ser como yo, que estudiando cómo imitarme. Porque entonces descubrirían que era más sencillo de lo que parecía alcanzarme.

—Jena...

La voz de Nicolás a mi espalda dictó había notado algo andaba mal y temí que el resto también lo hiciera. Negué, recordándome no debía permitir me vieran como una presa. Levanté mi mano, pidiéndole silencio. Yo podía arreglarlo, yo siempre recuperaba el control.

Respiré hondo, irguiendo la espalda acomodé el cabello negro alzando el mentón antes de llevar mi palma a mis labios para mandar un beso sonora a los entrometidos. Un par de miradas se retiraron avergonzadas al verse descubiertos, y ese titubeó bastó.

Olvidé a Nicolás para volver a interpretar el papel de Jena Abreu, la de la sonrisa perfecta que nunca cedía al miedo, la que conquistaba al mundo porque sabía lo que valía.

Le guiñé el ojo a algunos idiotas mientras me abría camino al centro donde ya nos esperaban. Atravesé el salón con la mirada en alto y una sonrisita en los labios. Confieso que si mi autoestima había sufrido un rasguño cicatrizó apenas choqué con los rostros desencajados del comité de organización. Haberles borrado las sonrisas a esas arpías fue el inicio de mi noche perfecta.

—Jena, pensé que no vendrías —me saludó la causante de este desastre, con su coleta perfecta y su cara de sufrida. Reí ante su optimismo.

—Estoy segura que era lo que buscabas —mencioné. Estaba claro que ese cuento de las parejas al azar solo fue una excusa para sacarme de mis casillas—, pero te equivocaste, no soy una rival tan débil —lamenté, encogiéndome de hombros.

Se necesitaban más que un par de trucos sucios para que perdiera ese Reinado.

—Ya te he dicho, que nosotras no tuvimos nada que ver —defendió.

—Ajá. Claro —respondí burlándome de su cinismo—. Repítelo todo lo que quieras, en una de esas hasta terminas creyéndotelo. Escucha, puedo ser muchas cosas —admití—, pero no una estúpida. Sé perfectamente con quién estoy jugando, ustedes son las que no tienen idea del enemigo que puedo llegar a ser —les advertí.

Todos quieren ser Jena CuervoWhere stories live. Discover now