Me atrevería a decir que la mejor sensación es después de los golpes, sabes cuando eres una hija "perfecta" que tus padres siempre felicitan y regañan por cosas pequeñas que en un momento pierdes los estribos, porque tus padres han colmado tu propia paciencia y ganas de mantener esa imagen de lo que ellos quieren. Por eso cuando ellos te dicen que si sigues teniendo esa actitud tan grosera te castigaran, y sabes desde niñas que la palabra castigo son golpes, puedes recordar como se escucha tu propio corazón latir más rápido por el miedo de que saquen la correa de cuero. Pero ya no eres esa niña, no tienes cinco años y te da miedo unos golpes en tu propio trasero, ahora tienes 15 años y te estas cansando de que ellos decidan si está bien que estes de buen humor o del malo. Por eso al ver a tu padre levantarse de la mesa y caminar a su cuarto no sientes que las lágrimas están cerca, por el puro terror, solo mantienes tu mirada fría y desinteresada, entonces escuchas los pasos por el pasillo que lleva de los cuartos a la sala, sabes que está cerca y entonces sientes el golpe en tu espalda del duro cuero. Duele, pero no lo suficiente para que salgan tus lágrimas, el segundo y tercero son los siguientes, pero no en tu espalda sino en tus brazos y cosquillas, aun no duelen lo suficiente para llorar, pero si para comenzar a dejar morados en tu cuerpo. Los golpes siguen hasta que por fin sientes las lagrimas salir de tus ojos, el dolor se hizo insoportable y esa fue la manera de expresarlo, y esa reacción hizo que solo te golpearan dos veces más y se detuvieran. Te dejaron sola llorando por el dolor, y unas horas más tarde escuchaste a tus dos padres llorando… PARTE 1