Mis lágrimas se secaron, mis labios temblaban, no podía creer lo, la verdad siempre estuvo ahí, pero me rehusaba a creer. Estaba muriendo por dentro, y yo no podía hacer nada, esa rabia e impotencia eran inminentes, no lo volvería a ver, debí haberle dado esa carta, pero se hizo tarde, y ahora, solo puedo recordarlo, solo puedo esperar malas noticias, ya no puedo hacer más. Su futuro está escrito, y es lo que más me frustrada.