Él es la mitad de mi alma, como dice el poeta. Podría reconocerlo solo por el tacto, por el olor; Lo reconocería ciego, por la forma en que respiraba y sus pies golpeaban la tierra. Lo conocería en la muerte, en el fin del mundo.
  • Soneto XXII. niño refinado filosófico amante del té y las tardes lluviosas.
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