-¡April, mira lo que haz hecho!-me grita David desde la cocina. -Lo siento, se me olvidó...- susurré mirando mis pies. A él no le gustaba que lo mirara a los ojos sin su permiso. -Eres una inútil, que haré contigo.. -susurra para si mismo, sin quitar los ojos de la comida quemada que se encontraba sobre la mesa. -Por favor, no me castigues.- le rogué con mis ojos llenos de lágrimas. -Te lo mereces, amor.- sonrió cínico y se acercó a mi. Tomó mi barbilla y su sonrisa se borró al mismo tiempo que su puño impactó sobre mi mejilla fuertemente.