Solo había una forma de describir a Thomas Davenport, frio, cruel y aterrador y definitivamente no la clase de hombre que querías cruzarte. Thomas era arrogante y narcisista, no amaba, ni le importaba nadie más que si mismo. La vida, o mejor dicho, su padre, le enseño que; solo importaba el éxito, pero el costo del éxito fue la soledad. El destino lo reto y castigo a lo largo de los años, forjando al hombre que es hoy día. El hombre que lo tiene todo, un hombre con éxito. Aprendió por las malas que, o te haces valer, o simplemente no eres nada, ni nadie.