Vale admitir que me gustaba contemplarla fijamente por unos instantes, se veía totalmente inmarcesible, algo etéreo. Sabia que me estaba adentrando en un terreno en donde podía salir herido, y mas cuando no habían señales que me guiaran y me dijeran si iba por el camino correcto. Al final la vida es una sola, no tenia nada que perder y una vez me dije que no me limitaría a los placeres de la vida... verla a ella era un momento de profunda epifanía. Y es que el amor es como un grito al vació que solo escuchan aquellos que de verdad saben escuchar. Y yo quería que ella me escuchara.