Todos estos meses pensé que había visto gran parte de la civilización Americana y Mexicana. Pensaba que ya la conocía como la palma de mi mano, aquellas pequeñas aldeas repletas de caballos, mulas, ovejas... Sheriffs que mantenían la calma en el pueblo, cazarrecompensas que atrapaban a delincuentes. Sin embargo, me di cuenta muy tarde de que todo eso que viví era una gran mentira, la mismísima punta del iceberg.