La luna carmesí ilumina el rocoso sendero, él camina con la elegancia de una sombra y la seguridad de quien ha recorrido infinidad de veces la ruta hacia un destino claro, lleva las manos en los bolsillos de su gabardina negra, apresuro el paso para no perder su esbelta figura en la oscuridad del Bosque de Melione. Se detiene en seco ¿Escuchó mis pasos? Me escondo tras un árbol, mi corazón late con fuerza, no debería seguirle. Cada habitante de la ciudad, incluyendome, ha sido instruido para mantenerse alejado del bosque, hasta el más grande escéptico cumple las advertencias como una ley, todos las hemos escuchado, al caer el ocaso las voces empiezan a susurrar y gritar en palabras ininteligibles; el ruido es escalofriante y no podría ser confundido con el viento, pero mi curiosidad por este hombre ha sido más fuerte que la prudencia. - Hay que tener valor para perseguir a la muerte, Coraline -La serenidad en sus palabras envía un escalofrío por mi espalda- Sal de ahí.