Astrid Leinster era humana. Pero desde niña dejó de pensar como una, la sangre además de ser parte de su cuerpo, era el gusto prohibido con el cual se crió. Familia y amigos eran lo mismo para ella después de escapar de su casa una noche, donde fue encontrada por su salvador y amor platónico, para conocer un mundo donde había algo más arriba de la cadena alimenticia de los humanos. Y para su buena, o mala suerte, sus mayores dramas además de batallas, eran encrucijadas de amor. ¿Para que iba a tener que quedarse con uno, cuando era mujer hecha para más?... pero empecemos desde cero, aún tiene una eternidad por delante...