Eva Mars había olvidado el valor de la familia, los amigos y el sentido a vivir. Después de regresar a Gran Villa; el pueblo donde nació, se dio cuenta que ella siempre perteneció a este encantador lugar. Gabriel Ferrer no buscaba nada. Trataba de hacer feliz a su hijo de cinco años cada día, ya se había resignado de que ella nunca notaria su presencia, hasta que hizo el negocio de su vida.