Terminan las clases, y ya estábamos listas para el que iba a ser el mejor verano de nuestras vidas. Ya teníamos las maletas, Jeanette y yo nos íbamos a ir a un campamento de verano. Pero lo que no sabíamos es que nuestros ídolos se iban a convertir en nuestros monitores, y que tras 2 semanas de campamento junto a ellos nuestro verano iba a dar un giro de 180 grados.