Sakura vio el pánico en la mirada de su guardián sin saber de qué estaba huyendo, Kero no tenía miedo simplemente escuchaba a su instinto de autopreservación, ese pequeño monstruo no lograría amedrentarlo o al menos eso fue lo que le aseguró a Syaoran cuando irrumpió sin previo aviso en su oficina. Esos ojos esmeraldas lo perseguían, idénticos a los de Sakura pero tan diferentes.