-- ¿Quieres ser real? Yo te haré real. Pero eso conlleva un cambio, claro. ¿La quieres? -- ¿Estás de coña? es lo único que necesito ahora mismo.-- Contesté, visualizando sus preciosos ojos negros en mi mente.Diego ladeò la cabeza.-- ¿Cómo puedo ser real? -- Dije, realmente interesado en la respuesta. Él me pasó el brazo sobre los hombros, amigablemente. -- Con paciencia y saliva... -- Dejó el dicho a la mitad, y yo le miré atento. A aquella risita traviesa con la que sabía que nunca podría competir la mia, de absurda y patètica que era.-- Tu solo confía en mi, Diego sabe lo que hace. Perfecto. Mi idolo estaba tratando de ayudarme a ser otra persona. ¿Había truco? Tal vez. ¿Estaba dispuesto a correr el riesgo? Por supuesto. Si de algo estaba seguro era de que Diego, el rompecorazones más popular en mi instituto y ademàs estudiando en mi clase, era capaz de cambiar personas. Cambiarlas hasta dejarlas irreconocibles. Y eso necesitaba exactamente. Por que el viejo Bruno estaba ya muy visto. ¿Habría problemas a partir de esa promesa de ayuda? Cuenta con ellos.