Tantas cosas que pensamos, que no decimos, que nos matan. Ojalá alguien nos comprenda, a ti, a mi a nosotros, porque todos somos distintos y a la vez tan iguales, porque siempre hacemos cartas a la soledad
Tantas cosas que pensamos, que no decimos, que nos matan. Ojalá alguien nos comprenda, a ti, a mi a nosotros, porque todos somos distintos y a la vez tan iguales, porque siempre hacemos cartas a la soledad
Nunca debí caer por él.
Sin embargo, tampoco detuve mi descenso.
Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí.
No su frialdad.
No su silencio.
No sus advertencia...