Son las seis de la mañana, despierto con la sensación de no haber dormido nada. Apago la alarma y mi cuerpo se niega por unos minutos a reaccionar al requerimiento de un despertar, de un despertar consciente. ¡Me levanto! La ducha, siempre tan helada en las mañanas... , pero la suerte me acompaña, el gas, aún no se acaba. Camino rumbo al metro, las calles oscuras aún, muy poca gente en ellas. Miro los rostros de las pocas personas que van en sus autos y taciturnos mis pensamientos calan en esta nebulosa mañana. Suena Arcade Fire en mi pendrive, y mientras cambio horas de mi vida, por billetes para vivir, no dejo de pensar en que no le encuentro sentido a existir.
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