Se podría decir que del 89% de los alumnos que odia la escuela, Arthur Richardson forma parte del 11% que no lo hace... Entra esbozando una sonrisa enorme, llena de simpatía, dejando a cualquier alma que se cruce en su camino a su merced. Joder, sacude los rulos que le sobresalen por encima de su cabello y podría jurar que el tiempo se detiene, los segundos parecen horas y las horas fácilmente se convierten en décadas. Muchos circunstanciales me han llevado a la depresión pero tal vez él sea la única razón de porque aún no he abandonado el colegio, o tal vez él sea la razón de porque he pensado hacerlo...