Creí que lo único que nos separaba era la obsesión que tenemos uno por el otro. Me equivoco con frecuencia, esta vez no es la excepción. El apretón sobre mi cuerpo y el llanto desesperado en mi oído.. - Tu no te puedes ir - me gritó, haciéndome sentir culpable - Basta.. - le pedí silenciosamente, sin moverme, solo quería escapar de todo pero no encontraba fuerza y Adrián seguía reteniendome. - Soy tuyo , estamos hechos el uno para el otro.. -
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