Dios mío, qué bien huele lo que sea que está preparando Leonardo. El exquisito olor llegaba a la planta de arriba, y mis fosas nasales se deleitaban con gusto.
──Dios mío, ¿tienes una cita? Porque lo que sea que estás preparando está hecho para conquistar, eso está claro ──dije mientras bajaba las escaleras.
Leonardo se asomó por la cocina y la imagen era muy tierna. Se le veía exhausto, pero también alegre, ilusionado.
──Pues espero que tengas razón, Kat. ¿Te acuerdas de Sarah? Es una de las secretarias de la oficina.
Leonardo trabajaba en la empresa de su padre, aunque sólo de vez en cuando. Básicamente se pasaba por ahí cuando le apetecía matar el tiempo y no tenía con qué, aunque últimamente estaba casi todos los días ahí. Ahora veo porqué.
──¿Esa chica tan mona con la que estabas el otro día?
──La misma.
Josh y yo estábamos dando una vuelta por un centro comercial cuando nos los encontramos en una tienda de ropa. Él la estaba acompañando y ayudando, mostrando interés, preocupándose por lo que le podía gustar y lo que iba con ella. Ese día me inundó una inmensa alegría. Nadie merecía más la felicidad que Leo. Bueno, Josh también merecía todo lo bonito de la vida.
──¿Vais en serio? ──pregunté con una sonrisa pícara en mis labios.
──No sé, ojalá. Ven, prueba esto y dime qué te parece.
Me acerqué a él y me metió una cuchara en la boca. Dios mío, lo que sea que llevara esa salsa era comida sagrada. No sé si es posible experimentar un orgasmo probando comida, pero yo acababa de hacerlo.
──Leo, estoy segura de que Sarah se enamorará de ti esta noche, si es que no lo está ya.
──Eso espero ──contestó con una sonrisa que conjuntaba a la perfección con el brillo en sus ojos.
──¿Quieres que duerma fuera para que tengáis más privacidad?
──No te preocupes por eso, el ático es lo suficientemente grande como para que ni te enteres de si se queda a dormir o no.
──Que la sienta dormir no es lo que me preocupa, Leo.
Ambos nos reímos y él volvió a la cocina.
──Bueno, yo me voy. ¡Pásalo bien! ¡Y usa protección!
──Ya soy mayorcito, Kat ──agregó riéndose.
──Bueno, bueno, ¡era un recordatorio! ──expresé levantando mis manos en señal de rendición.
──Y tú, ¿dónde vas tan guapa?
Llevaba puesta una camiseta blanca de tirantes y una falda negra de tubo. No me parecía nada del otro mundo, pero agradecía el cumplido.
──Josh me quiere llevar a cenar. No sé dónde vamos, pero confío en su buen gusto.
──Disfruta de tus últimos días de libertad, enana ──dijo mi compañero de piso──. Ah, y usa condones, ya sabes ──añadió con un guiño de ojo.
──¡Josh es mi mejor amigo! Es como mi hermano mayor, por dios. Ugh, es asqueroso hasta pensarlo.
Se rió con ganas y el desagrado se fue tan rápido como vino.
──Si conozco a Josh como creo que lo conozco ──continuó──, te llevará de fiesta después. Disfruta, Kat, y olvídate del imbécil de tu ex de una vez.
Le sonreí y me fui. Fue una sonrisa sincera, lo juro. Entre la recuperada amistad sin tensión sexual con Leo y mis conversaciones con Josh había superado la ruptura con sobresaliente, y estaba orgullosa de ello.
Bajé al portal a esperar a mi mejor amigo. Al cabo de un par de minutos, apareció con su coche, y no me hizo falta subirme al vehículo para descubrir que estaba guapísimo, lo cual sólo podía significar una de dos cosas: el restaurante al que íbamos era caro, o nos iríamos de fiesta después. Pero me equivoqué, resultó ser la tercera opción: ambas son correctas.
Me llevó al Alessandro's, uno de los mejores restaurantes italianos de la ciudad. No sólo estaba especializado en comida italiana, sino que también podías encontrar platos de lo más sofisticados, sin importar el origen.
──¿Estás preparada para la vida universitaria?
Me tragué el trozo de ravioli que tenía en la boca y respondí:
──Preparadísima. Estaré rodeada de gente de mi edad y mayores que tienen muy claro lo que hacer en la vida, con vidas perfectamente estructuradas. Yo tengo mañana una entrevista de trabajo en un club, lo cual pienso ocultar a todo el mundo. Ah, y seguro que la gente ya tiene su grupito formado.
──Te integrarás fácilmente, Kat.
──¿Con quién? No soporto a las niñas y niños de papá. Y, si hay algún grupo macarra, lo quiero bien lejos. Seré una marginada social.
──¿Y eso te molesta?
──En absoluto ──dije con la boca llena.
Los dos estallamos en carcajadas. Todo era así de sencillo con él.
Dos chicos fueron ubicados en la mesa contigua a la nuestra. No les presté atención, pero uno de ellos sí que se fijó en mí, y no tardó en demostrarlo.
──Que aproveche, O. Espero que no pierdas tu comida.
Levanté la mirada hacia el chico que estaba más cerca de Josh.
──Y tú procura no mancharte, desastre.
Sí, era el chico que me "salvó" de estar otra vuelta de cinta esperando en el aeropuerto por mi maleta.
──¿Lo conoces? ──preguntó Josh.
──Nos vimos a mi llegada aquí, en L.A.X.
──A la pobre olvidadiza se le estaba escapando su maleta, y yo, como buen caballero que soy, se la acerqué ──contestó D. Y digo D porque llamarlo desastre siempre se me hace largo.
──Tú sí que sabes cómo hacer que te recuerden ──dijo Josh mirándome──, por eso mismo sé que te irá genial en la universidad.
Le lancé una mirada reprobatoria a mi acompañante, pero fue tarde.
──¿Empiezas la universidad, O? ¿En UCLA? ¿O en cuál?
──Sí, en esa misma.
Y era verdad. Leonardo trabajaba ahí, aunque sólo unos meses, por eso también colaboraba en la empresa de su familia. Y sí, me había apuntado saltándose por completo el plazo de Admisiones. Es lo que tiene tener contactos.
──Yo también estoy allí. ¿Qué vas a estudiar?
──He cogido asignaturas sueltas, aún no lo tengo claro. Aunque más enfocada en Artes.
Una sonrisa se instaló en su cara.
──Parece que seremos compañeros, entonces. Si quieres podemos vernos ahí y te hago un tour rápido. ¿Te quedarás a vivir ahí?
Tras meditarlo unos segundos, respondí.
──Pues la verdad es que sí ──dije mirando a Josh.
Josh me miró extrañado, y normal: acababa de decidir que me mudaría al campus de la Universidad.
──¿Desde cuándo sabes eso? ──preguntó levemente enfadado.
──Pues... La verdad es que lo acabo de decidir. Es lo mejor, aunque seguramente ya no tenga habitaciones disponibles...
──Sí que tienes, una de las amigas de Mark está sola y en busca de compañera, ¿verdad? ──preguntó D a su amigo.
Él había estado absorto en su móvil, pero, ante la llamada de su amigo, dirigió su atención a él.
──¿Qué pasa?
──Aquí mi amiga busca habitación en el campus de UCLA. A Lara le interesaría, ¿no crees?
──Claro, ahora mismo se lo digo.
Y con esas se puso a escribirla. O, al menos, eso creo.
El resto de la cena estuvimos los cuatro juntos. El chico desastre resultó llamarse Jason, aunque no estoy segura de llamarlo así. Él también prefiere llamarme O, así que así se quedará. Su acompañante, Mark, resultó ser su hermano mellizo. Es necesario resaltar que no se parecían en absolutamente nada.
La noche terminó con los cuatro yendo a una discoteca llamada Pyramid. Era enorme. Constaba de 4 plantas: la principal era la normal, donde estabas sin ningún tipo de detalle contratado. Justo abajo estaban los baños y una sala reservada (costaba 1000$ alquilarla). Después, estaban las dos plantas superiores a la principal: la número 2 (así se llamaba) era un reservado limitado, sólo podía alquilarse un par de horas por grupo. La de arriba, la sala Éxtasis estaba reservada siempre para un mismo grupo de personas y quedaba totalmente prohibido el acceso a ella si no pertenecías a él. ¿Quiénes pertenecían a ese grupo? No tengo ni la menor idea.
Pero, después de varias copas, Josh quería averiguarlo.
Y Mark también.
Y Jason y yo nos vimos arrastrados hasta esa planta.
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Hasta aquí el nuevo capítulo!!! ¿Qué os ha parecido?
Quiero vuestras opiniones sobre lo que creéis que pasará cuando suban a esa planta.
Y también cómo pensáis que le irá a Kat en la universidad.
Nos leemos pronto!!! Besitos