Después de haberse enfrentado durante quince minutos, el Soukoku logró vencer a la organización, aunque hayan terminado agotados y lastimados levemente por los cocodrilos, a quienes Chuuya regresó al río moviéndolos con su habilidad gravitatoria.
Caminaban de regreso a la sede de la Port Mafia, cansados y sin fuerzas. Cada quien por lados separados, aún cuando se dirigían a un mismo lugar. Chuuya se adelantó, y Dazai caminaba lento para no alcanzar al molesto pelirrojo que lo había acompañado desde el Orfanato. Quería estar con su hijo cuanto antes, pero no podía humillarse al ir con Chuuya.
Al ver que Chuuya entró al edificio y se perdió de su vista, el castaño se adentró, sintiéndose terriblemente débil y mareado. Al no poseer una habilidad de combate, le había tocado arreglárselas con los cocodrilos y algunos de sus contrarios. Realizó saltos bruscos, estrategias de pelea que sabía, entre otros movimientos que le provocaron dolor en su cuerpo y parte de la cabeza. Se desvaneció sobre el suelo, en uno de los pasillos en la planta baja.
Por otro lado, Mori entrenaba la habilidad Rashōmon del pequeño niño Ryūnosuke, en contra de su voluntad. El pelinegro lloraba asustado, suplicando la llegada de su padre-madre, y queriendo huir de ese lugar, sin poder hacerlo.
- ¡Quiero ir con mi papá!~
Lloraba. Rashōmon era débil e inexperta habilidad. Ni siquiera quería salir a la acción, sólo se mantenía con su portador dotado.
- ¡Ya te dije que yo soy tu papá ahora, niño! ¡Los del Orfanato nunca fueron tus padres!
Lo tomó bruscamente de sus hombros, zarandeándolo sin cuidado. El niño no abandonaba su llanto hasta que miró a Chuuya entrar por esa puerta. Su expresión cambió totalmente, un conocido había llegado en su ayuda.
- Mori-san.
- ¡Chuuya-kun, estás aquí! ¿Y tu compañero?
Soltó al niño y se acercó a Chuuya. Ryūnosuke corrió hacia el pelirrojo y lo abrazó de una de sus piernas, siendo rechazado por éste.
- ¡¡Déjame, mocoso!! ¡¡Ni siquiera fui tu amigo en el Orfanato!!
Lo empujó, alejándolo de él. Dazai siempre había sido una pesadilla en el Orfanato, ahora ¿por qué debería de consolar al hijo de su pesadilla? No lo haría. No le importaba en lo mínimo.
- ¡Chuuya-san! ¡Quiero a mi papá!
Insistía estar al lado de Chuuya, quien lo ignoraba por completo.
- Dazai viene atrás, Mori-san. No debe tardar en llegar. Este mocoso es hijo de él. Fue concebido en el Orfanato y es el hijo del cuidador de Dazai, Akutagawa-san, quien tiene una esposa y un hija dos años menor que Ryūnosuke. Así que, puede usar al niño como manera de chantaje hacia ese idiota. Es sólo un consejo.
Informó el pelirrojo. Los ojos del niño se llenaron de lágrimas, sintiendo la traición, aunque no la conocía en realidad.
- Gracias por el dato, Chuuya-kun. Puedes ir a tu habitación y llevarte a este niño. Ya tendré tiempo de hablar con Dazai-kun sobre esto y negociar.
Respondió decidido.
🖤🖤🖤
Al despertar, el castaño notó que estaba en un lugar desconocido, pero posiblemente dentro del mismo edificio de la Port Mafia.
Estaba sentado sobre una cama, mirando a los lados, mientras limpiaba sus ojos para ver mejor.
- ¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó?
Se cuestionó a sí mismo, levantándose de la cama cuidadosamente, para después arreglarla bien.
- Te desmayaste en el pasillo. Parece que hiciste un sobreesfuerzo y por eso ocurrió el desmayo. Pero ya estás mejor. Es un alivio.
Respondió una voz desconocida desde una orilla de la habitación. Era un hombre de aproximadamente 22-23 años, de cabellera rojiza-tinta y con una personalidad amable y seria. El mayor se acercó a él, y le entregó una pequeña fotografía que tenía a Ryūnosuke de bebé.
- Esto es tuyo.
Dazai la tomó, y la guardó rápidamente. Era de las pocas fotografías que había podido tomar a su hijo cuando éste era un bebé. Ryūnosuke era su razón de vida, aunque también tenía la idea de cometer suicidio junto a él.
- G-Gracias. ¿Quién eres tú?
Preguntó apenado. Si él se consideraba alto a sus 17 años, le asustaba el hecho de que ese hombre era más alto que él, cuando toda la vida se burló de Chuuya por ser el chibi del Orfanato.
- Sakunosuke Oda. Miembro del rango más bajo de la Port Mafia. Tú debes ser el nuevo, ¿o me equivoco?
Dazai estaba sorprendido. ¿Había rango bajo en la Port Mafia? ¿A qué rango se suponía que pertenecerían él y Chuuya? ¿Y cómo sabía Oda que era nuevo integrante de la mafia?
- S-Sí... Osamu Dazai. Debo volver a la planta más alta a mi habitación. Necesito notificarle a ese hombre que ya estoy de regreso y que la misión ha resultado bien.
Respondió preocupado. En su mirada había algo que reflejaba la tristeza y el sufrimiento, las ganas de morir. Era triste para Oda ver a un huérfano tan joven con esos ánimos de vida por el suelo. Sólo quería ayudarlo, pero para eso, necesitaría acercarse a él primero, pero no sería tan fácil, o quizás sí. No lo sabía.
- Bien. Puedes regresar. Pero antes de irte, ¿qué es tuyo ese niño? Yo me dedico a rescatar niños huérfanos y a cuidarlos en mis tiempos libres, en mi ausencia, hay alguien más a cargo.
Dijo con amabilidad. Creía a Ryūnosuke uno de esos niños huérfanos al que Mori le destrozaría la vida dentro de la mafia. Quería salvarlo de ese destino cruel que le esperaba.
- Haces algo maravilloso con los niños huérfanos, Oda Sakunosu... Odasaku. Pero el niño de la foto, no es huérfano.
Se acercó a la puerta e hizo una reverencia de agradecimiento por su ayuda.
- Con permiso.
Salió.
🖤🖤🖤
Al llegar a su dormitorio, Chuuya intentaba dormir. Estaba recostado sobre su cama, cubierto con su cobertor, muy cómodo. Pero con Ryūnosuke sollozando en la misma habitación, no lograba concebir el sueño, sólo maldecía el momento en que les asignaron la misma habitación a ambos.
- Uhh~ Papá~
- ¡¡¡¿QUIERES CALLARTE, MOCOSO?!!! ¡¡¡ESTÁS TERMINANDO CON MI PACIENCIA!!! ¡¡¡ERES IGUAL DE INSOPORTABLE QUE EL IDIOTA DE DAZAI!!!
Gritaba furioso. Se cubría cabeza con su almohada, molesto del niño. Se levantó de la cama e iba a dar un golpe a Ryū, cuando Dazai entró a la habitación y lo descubrió con sus intenciones.
- ¡Chuuya, ¿qué demonio ibas a hacer con mi bebé?!
Se acercó al pelirrojo, lo jaló y apartó del menor. Ryūnosuke se levantó del suelo y abrazó con fuerza al castaño, quien le correspondía feliz de verlo de nuevo.
- ¡Papá!
- Ryūnosuke, te extrañé mucho. ¿Cómo fue tu día?
Besaba su frente y mejillas con cariño. El pelinegro reía contento, sin querer separarse de su padre nunca más.
- ¡Mori-san quiere que sea malo!
Respondió sin más. No mentía.
- Mañana hablaré con él. Ya sabes, hijo. Mori no debe enterarse de que soy tu papá, ¿estás de acuerdo?
Ryūnosuke asintió no muy convencido. Sabía que Chuuya había dicho todo a Mori y eso le preocupaba.
- Papi, ya tengo sueño. ¿Podemos dormir?
- No. Aún no nos hemos bañado, Ryū. Primero lo haremos y después iremos a dormir. Aguanta un poco más tu sueño.
- Sí.
- ¡Dime, dime! ¿Quién es mi consentido?
Preguntaba con voz cariñosa, juntando su nariz con la del pelinegro, acariciándola con ternura.
- ¡Yo!
Contestó energético.
- ¡¡¡DEJEN ESA MALDITA MIEL TAN ESTÚPIDAMENTE MOLESTA, DAZAI!!! ¡¡¡SON DEMASIADO CURSIS!!!
Se quejó Chuuya desde su cama.