Me desperté y nada más despertar se me vino a la cabeza la escena de anoche.
Al levantarme, cogí una camisa de Jaden que había en la habitación y bajé a desayunar.
Minutos después bajó él, y al verme allí, sonrió lujurosiamente.
- Buongiorno bellezza.- dijo pasando por delante de mí.
- Buona giornata.(Buen día).- me levanté para coger el zumo. Segundos después, mientras estaba rellenando el vaso, Jaden me dio la vuelta, me cogió de los muslos y me puso encima de la encimera de la cocina.
- Voy ganando en la guerra reina.- me miró a los labios y elevó su mirada a mis ojos.
- Yo jamás la declaré.
- Créeme, ayer jugaste con fuego en la reunión. - sus manos acariciaban mis muslos.
Yo sonreí maléfica.
- Y respecto a lo de anoche - tragué saliva y mi piel se erizó al instante.- es un punto a mi favor. No quieres que te toque, pero sin embargo, cada vez que lo hago, tu cuerpo reacciona a mí, te delata - dijo pasando su mano por mi muslo más lentamente - bonita camisa - me dijo y metió su mano por dentro y me dio un leve apretón en la cintura.- Que pena que no disfrute de esta lencería.- sonrió lujurioso y pasó la mano por el elástico de las bragas.
Yo solté un jadeo.
- Tengo que ir a resolver unos asuntos, nos vemos luego muñeca.
Y sin más, se marchó.
JADEN
Gabriella Hossler, no hiciste bien en jugar en la reunión, si tú juegas, yo también, pero juego a favor, tú misma te delatas, ansias que te toque negando la realidad.
No lo voy a negar, la deseo tanto como ella a mí, pero esto no significa que la ame.
Jaden Hossler no se enamora.
Bajé a la cocina y allí la vi, con mi camisa blanca que transparentaba su bendita lencería roja.
- Buongiorno bellezza.- dije pasando por delante de ella.
- Buona giornata.(Buen día).- se levantó para coger el zumo.
Segundos después, mientras ella rellenaba su vaso, aproveché y le di la vuelta cogiéndola por los muslos y la puse encima de la encimera de la cocina.
- Voy ganando en la guerra reina.
- Yo jamás la declaré.- me miró indiferente.
- Créeme, ayer jugaste con fuego en la reunión.
Ella sonrió maléfica, sabe cómo manipularme, pero no lo va a conseguir.
- Y respecto a lo de anoche - tragó saliva y su piel se erizó al instante.- es un punto a mi favor. No quieres que te toque, pero sin embargo, cada vez que lo hago, tu cuerpo reacciona a mi, te delata - dije pasando mi mano por su muslo- bonita camisa - le dije y metí la mano por dentro dándole un leve apretón en la cintura.- Que pena que no disfrute de esta lencería.- sonreí lujurioso y pasé la mano por el elástico de las bragas. Desearía arrancárselas.
Ella soltó un jadeo.
- Tengo que ir a resolver unos asuntos, nos vemos luego muñeca.
Me marché, y llamé a Josh.
- No podemos permitir que venga.
- Jefe, hará todo lo posible, ya lo viste la primera vez.- contrarrestó él.
- Está pagando su trato, no debería tocarme las pelotas o sino, no dudaré en volarle la cabeza.
- Estamos intentando retenerle.
- Bien, entonces iré yo, y se arrepentirá de lo que está haciendo.
Ken Rossi, nunca aprendes.
No te basta con arrebatarte a tu hija, sino que además quieres más de mi mercancía y a Gabriella de vuelta, que equivocado estás maldito bastardo.
- Preparaos.
Mi alegado asintió y avisó a mis hombres de confianza. Íbamos de camino a la nueva casa de Ken, incluso se compró una mansión en Sicilia para intentar ver a su hija, pobre iluso.
Toqué a la puerta y me abrió.
- Mirad a quién tenemos aquí.
- Estás agotando mi paciencia Rossi. - le respondí mientras daba vueltas por la sala.
- Me corresponde más mercancía. No voy a permitir que sigas casado con ella.
Yo reí.
- Ken, Ken, Ken... no mereces ni el mínimo de mi mercancía, tú y yo dejamos de ser socios en cuanto me entregaste a tu hija, y lamento decirte que la santísima de tu hija la hago gritar yo más mientras me la follo que si te viese a ti por primera vez tras tanto tiempo.
- Hijo de puta.- me respondió cogiéndome del cuello y pegándome a la pared.- Como te atreves a ponerle la mano encima maldito desgraciado.
- Todas las mujeres caen a mis pies Ken, tu hija no iba a ser la excepción. - sonreí para enervarlo.
- Voy a matarte.- sacó su pistola, pero antes de que lo hiciese ya tenía a todos mis hombres apuntándole.
- Yo que tú no lo haría, no te gustaría que Gabri recibiese la noticia de que su padre murió porque intentó matarme.- sonreí victorioso al ver que bajó el arma.
- Esto no acaba aquí.- dijo soltándome del cuello.
- Que sea la última vez que pides más mercancía o a tu hija, te estoy dando muchas oportunidades Rossi, la próxima, te volaré la cabeza.
Salí de la casa con aire triunfador, jamás me follé a Gabriella, pero verlo enfadado me era placentero y si podía cabrearlo de aquella forma, así sería.
- Voglio che tu guardi la villa, quel bastardo non ci metterà molto ad apparire (Quiero que vigileis la mansión, ese bastardo no tardará en aparecer). - le dije a Josh y al resto de hombres.
Volví a la mansión y al entrar la vi.
GABRIELLA
Pasé todo el día en la mansión, estaba aburrida, muy aburrida, y me puse a observar la navaja dorada que tiene mi nombre grabado y que mi padre me regaló por mis 16 años, se que no es un regalo común, pero ahora entiendo el por qué de este regalo.
Me di un leve susto al esuchar la puerta abrirse, y me alivié al ver que era Jaden.
- ¿Dónde estuviste?
- ¿Por qué? ¿Me echaste de menos preciosa?
- En absoluto, solo tengo curiosidad.
- No puedo contártelo.
- ¿Cuándo tienes pensado contarme tus trapos sucios?- le miré frunciendo el ceño.
- Pronto, pero no hoy.- me respondió mientras servía dos copas de vino blanco.- ¿Y esa navaja?
- Me la regaló mi padre por mis 16.
- Adivino con quién te gustaría estrenarla.- miró el arma.
- Contigo, sin duda alguna.- dije cogiendo una copa.
- Muy agradable.- frunció los labios.
- Que gran descubrimiento Holmes.- dije dándole un sorbo a mi copa.
- ¿Estás acostumbrada a beber?
- No, pero por una copa no creo que me vaya a morir.- respondí.
Tras un buen rato hablando, Jaden me cogió de la mano y me llevó por un pasillo.
- ¿A dónde me llevas esta vez?
- Dijiste que siempre te habría gustado aprender a manejar un arma.
- Jaden, estoy borracha.
- No importa, te enseñaré igualmente. Todo mafioso debe saber disparar.- respondió como si no le importara mi ebriedad.
- No soy mafiosa.- dije molesta.
- No, pero eres la esposa de Jaden Hossler.- yo reí.
Entramos a una sala que jamás había visto en la casa, era un pequeño campo de tiro cerrado.
- Bien, aquí tienes, una Beretta 92 F, la pistola de mi padre.
- Wow.- dije pasando la mano por ella.- Es preciosa.- le dije, el grabado de su apellido era en letra cursiva y le daba un aspecto elegante al arma.
- Pon ambas manos en la empuñadura.- dijo poniéndose detrás de mí, y sus manos encima de las mías.- ahora intenta entornar un poco el ojo izquierdo, no lo cierres del todo o perderás la sensación de profundidad.- dijo hablándome al oído mientras miraba por el mismo lado que yo.- Cuando tengas el blanco detectado y bien apuntado, dispara.
Seguí sus instrucciones y disparé. Para estar ebria, le di en la cabeza al maniquí.
- Jamás vi un tiro tan limpio.- dijo algo...¿sorprendido?
- Yo tampoco.- reí.
- Si esto es estando borracha, no quiero ni imaginarme cuando estés sobria.
- Podré dispararte justo en el centro de tu cabeza.- sonreí ampliamente.
- Muy graciosa, será mejor que te quite el arma.
- ¿Por qué? ¿Tienes miedo a morir?- me acerqué lentamente a él.
- Yo no le tengo miedo a la muerte princesa.
- ¿Cómo reaccionarías si te apunto a la sien, amor?- dije apuntándole con el arma.
- Sería un orgullo que me matase mi esposa, pero no tendrás esa tentación esta noche.
Intenté disparar, pero no tenía balas.
- Te advertí.- dijo quitándome la pistola.
- ¿Cuándo se las has quitado?
- En cuanto terminaste de disparar, no te diste cuenta.- guardó la pistola.
- Te odio Hossler.
- Ya cambiarás de opinión. - dijo guiñándome un ojo.
Me cargó a su espalda y nos fuimos a la habitación.
- Jaden, puedo caminar, no estoy tan borracha.
- Ni siquiera viste que saqué las balas.
- Le puede pasar a cualquiera.
- No te excuses linda.- su agarre en mis muslos se hizo más fuerte.
Me soltó en la cama.
- Descansa asesina.
- Me lo dice el monstruo. - dije arrastrando las palabras.
Él rió y salió de la habitación, cosa que no sirvió de nada, porque no podía conciliar el sueño pensando en todo lo que había pasado estos últimos días. Mi rencor y odio hacía él disminuía conforme los días avanzaban. ¿Qué me pasaba?
Me levanté para buscar a Jaden, así que entré en su habitación, llevando solo una camiseta por mitad del abdomen y en ropa interior.
- Jaden.
Él se giró y se me quedó observando.
- Dime borracha.- me miró fijamente.
- No estoy borracha.- dije rodando los ojos.
- Sí lo estás Gabri.
- Te juro que...- él me interrumpió.
- Estamos empatados. ¿Qué querías?
- ¿Puedo dormir contigo?- dije algo avergonzada.
- ¿Estás segura?
- No puedo conciliar el sueño.- le respondí antes de que confundiera las cosas.
- Está bien, pero no te sorprendas por la mañana.
- Que te den.- dije metiéndome en la cama y dándonos la espalda.
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Espero que les guste el capítulo.<3
Traducción del título: él es diferente conmigo.