—¡Rápido, Juan Pa!—dijo acomodando su refrigerio en su lonchera.—¡Llegarás tarde a tu primer día de clase!
Se escucharon pequeños pasos dirigirse a la cocina. ¡Era Juan Pablo! Estaba listo. Los ojos de Poché se cristalizaron al verlo con su uniforme puesto y su mochila en su espalda, y luego ver a Calle llegar tras él.
—Juan Pablo Calle Garzón reportándose a la cocina.—dijo Calle orgullosa de la pequeña criatura que ayudó a crear.
—Ya estoy listo, mami.—le sonrió con aquella sonrisa con pequeños dientes.
—Que guapo es usted, señor Juan Pablo.—le dijo Poché tomando su lonchera con dibujo de dinosaurios para colgarla en su cuello.—¿Estás emocionado?—el pequeño asintió rápidamente.
—Es mi primer día en la escuela.—respondió con una sonrisa. Poché detallaba a su hijo, no queriendo compararlo con su otro hijo.—Y estoy muy feliz. Ya tengo casi cuatro años.—dijo mostrando sus deditos. Poché asintió.
—Eres muy inteligente y lo mejor es que inicies la escuela lo más pronto posible.—intervino Calle. Juan Pablo dirigió su mirada a su otra mamá. Ambas mujeres estaban enamoradas del pequeño niño.—Claro que, debimos cortarte un poco el cabello.—Poché rió al ver cómo Juan Pablo negaba con su cabeza.
—No—dijo de inmediato llevando sus pequeñas manos a su cabello castaño.—, así.
—Tendremos ésta discusión más tarde—dijo Poché tomando las llaves del auto para luego tomar a Juan Pablo en sus brazos.—, o tú llegarás tarde a la escuela—lo miró.—, y nosotras al trabajo.—el niño asintió, obedecería.—¿Quieres acompañarme a llevar a Juan Pa a la escuela?—le preguntó a su esposa.
—Claro que sí.—respondió Calle con una sonrisa. Poché le devolvió la sonrisa antes de comenzar a caminar hacia la puerta.
Habían pasado tres años y Calle no había aprendido a manejar.
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—Ya llegamos.—dijo Poché deteniendo el auto frente a la escuela.—¿Listo, Juan Pa?
—Listo.—asintió seguro.
—Muy bien, es hora de bajar...—se detuvo al ver el puchero de Calle a su lado.—¿Calle? ¿Por qué lloras?—preguntó preocupada al verla retener sus lágrimas. Juan Pablo se preocupó de inmediato.
—Es su primer día de escuela.—susurró. Poché sonrió al creer saber lo que sucedía.—Significa que está creciendo—pues era la segunda vez que pasaba por eso.—, Juan Pablo dejará de ser nuestro bebé.
—Juan Pablo siempre será nuestro bebé, frutita.—aseguró.—Pero debemos dejarlo estas cosas. La educación es muy importante, lo sabes—Calle asintió.—, y comprendo que vamos a extrañarlo, pero al final del día estaremos juntos.—sonrió. Ahora tenía un segundo hijo, el cual estaba vivo. Sabía que sí a Juan Pablo le sucedía algo, probablemente sería el final de su estabilidad mental. Y a pesar de tenerlo claro, intentaba ser fuerte para ella, para su esposa y su hijo.—Me aseguraré de eso.
—En la noche leeremos los cuentos de mami.—intervino Juan Pablo desde el asiento de atrás.—¿Cierto, mami?
—Claro que sí.—asintió Poché.—No llores, mi amor.—pidió tiernamente mientras que con su pulgar limpiaba con cuidado sus lágrimas.
—Está bien.—suspiró con una sonrisa.
—¡Eso es!—soltó Poché antes de acercarse a ella y darle un beso en los labios. La tierna risa de Juan Pablo llenó el auto. Su risa era el sonido más reconfortante.—Ahora, vamos, Juan Pablo.—dijo abriendo la puerta del auto para rodearlo y sacar a Juan Pablo.—Si necesitas algo dile a la maestra y si se comporta mal contigo diles que eres mi hijo y verás como se asustan.—le susurró en su oreja. Juan Pablo rió.—¿Cómo será?
—Mi mami es María José Garzón.—dijo con una sonrisa antes de fruncir su ceño y sacar la lengua.
—Hasta yo sentí miedo.—intervino Calle desde el auto. Poché no pudo evitar reír.
—Despídete de mamá.—le dijo Poché.
—Te amo, mamá.—le dijo Juan Pablo antes de besar su mano y extenderla a la dirección de Calle.
—Te amo, hijo.—respondió Calle repitiendo su acción. Poché bajó a Juan Pablo al suelo antes de que una mujer con uniforma escolar se acercara a ella a sus espaldas.
—Buenos días, soy la maestra de primer año. ¿Puedo-...—le habló sonriente. Poché dio la vuelta y la mujer palideció, indudablemente era María José Garzón.—...ayudar-...—
—Buenos días.—respondió educadamente con la seriedad que la caracterizaba.—Mi hijo Juan Pablo Calle vino a su primer día de clases.—el niño ahora se sentía tímido y se escondió detrás de las piernas de su mamá.—Soy María José Garzón—ladeó la cabeza. Calle la miraba completamente enamorada.—, abogada.
—Buenos días.—fue lo que pudo decir con su sonrisa paralizada.
—Agradecería que ubique a mi hijo en sus clases.—dijo sinceramente.—Tengo que ir a trabajar, ya sabe.
—Con gusto.—respondió antes de dirigir su mirada al niño.—Vamos, nene.—extendió su mano. Juan Pablo miró a su mamá pidiéndole permiso con los ojos, quien le asintió para que fuera con ella. La mujer tomó la pequeña mano de Juan Pablo entre la suya y se lo llevó caminando hacia el interior de la escuela. No era un sitio muy prestigioso, pero Poché quería ayudar a pagarlo. Juan Pablo besó su otra mano e hizo lo mismo.
—¡Te amo, mami!—soltó un poco alto a la distancia. La sonrisa de su mami era notoria.
Cuando Poché dio la vuelta, sonrió con ternura al ver a su esposa con lágrimas recorriendo sus mejillas viendo fijamente la dirección en la que iba su hijo.
—Ya, mi amor.—rió inevitablemente.—Te amo, esposa.—dijo besando su mano para luego cubrir la boca de Calle con la de ella. Casi asfixiándola, solo provocando una risa en ella.—Te amo mucho.—aseguró. Calle la veía y veía el resto de su vida en ella.
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Cuando la pareja llegó al trabajo, se encontraron con Juan Pablo y su esposa sentados frente al escritorio de Poché.
—Ahm, ¿buenos días?—dijo Poché confundida entrando a su oficina.
—Poché, por fin llegaste.—Juan Pablo fue el primero en hablar. La mujer que estaba a su lado puso sus ojos en blanco.—Necesito tu ayuda.
—¿Con qué?—preguntó dirigiéndose a su silla para sentarse en ella.
—Quiero divorciarme de esta...—la miró con resentimiento.—, arpía.—Poché los miró con su semblante serio, vaya insulto más patético.
—¿Arpía? Mojigato.—lo miró.
—Oh, vaya.—intervino Poché antes de que comenzaran a pelear.—Me parecer que se te olvida que yo atiendo casos reales. Me ofende que creas que puedo tramitar tu caso de divorcio.—habló en realidad ofendida.
—Sé que puedes—la retó—, y necesito que lo hagas ahora mismo.—Poché simplemente abrió su cajón y sacó de el una pequeña pila de folders con casos, dejándolos caer en el escritorio.
—Heredera desaparecida hace quince años.—leyó el nombre del caso del primer folder antes de dejarlo sobre su escritorio, a un lado de los otros.—Dudoso accidente de auto deja tres personas muertas.—colocó el siguiente sobre el otro.—Padre acaba con el hijo no nacido de su hija.—hizo un gesto dejándolo sobre los demás.—Chicos asesinados en una academia.—negó con su cabeza, aquel caso era de hace años.—Intento de homicidio de un hombre hacia su esposa.—lo dejó sobre los otros, como si no tuviera interés en ninguno de ellos.—Presunto suicido por sobredosis.—dijo dejando el último sobre los demás antes de mirar a Juan Pablo y ladear su cabeza. El chico tragó saliva nervioso.—Dime, ¿dónde hay un vaso de divorcio?—preguntó sarcástica.—Porque vaya, no veo ninguno.—negó con su cabeza recortando su cuerpo en su amada silla.
—Vamos, Poché.—insistió.—No puedo soportar un segundo más cerca de ella.
—Juan Pa, estás en una firma de abogados.—dijo en una risa irónica.—Además, sabes que no soy abogada particular, por lo tanto no puedo ayudarte aunque quisiera.
—Ah, o sea que no quieres.—interrumpió. Poché sonrió simplemente.—Poché, por favor.—insistió.
—Te casaste con ella hace menos de seis meses.—dijo confundida. Juan Pablo llevó sus manos frustrado a su rostro.—¿Qué te hizo?—le preguntó antes de mirar a la mujer.—¿Qué le hiciste?—la chica llevó sarcásticamente su mano a su pecho.
—Juan Pablo es un virgen y le da miedo tener sexo.—respondió directamente. El chico abrió su boca indignado frente a tal revelación. Poché asintió entendiendo todo.—Digo, no es que no lo ame, lo hago, pero en serio, Poché, le tiene miedo al sexo.—habló sin poder creerlo. Poché volvió a asentir llevando su mirada a Juan Pablo.
—Y a ti te acusaron de violar a cuatro chicas.—se burló Poché en una risa. Las mejillas de Juan Pablo ardieron.
—Escuche risas.—intervino Calle entrando a la oficina de Poché con un vaso de café en la mano para ella.—Oh, hola Juan Pablo. Señorita Zurita.—saludó mientras que caminaba hacia Poché para darle el vaso.
—Muchas gracias.—le dijo Poché recibiendo el vaso. Calle le sonrió.—De hecho, Juan Pablo quiere el divorcio.
—¿Qué?—preguntó confundida dirigiendo su vista a la pareja.—¿Por qué?
—Porque a ella solo le importa el sexo.—dijo ofendido. La chica puso sus ojos en blanco de nuevo.—No puedo vivir con alguien así.
—Juan Pablo sigue siendo virgen.—le dijo Poché a Calle haciéndola reír.—Entonces culpa a Cathe de que su matrimonio no funcione. Pero obviamente es por culpa de Juan pablo—rió.—, debería hacer un libro sobre eso—se le ocurrió.—, sería interesante.—Calle acarició la mejilla de Poché con tanto amor, y la sonrisa de la mejor solo lo confirmaba.
Cathe miraba a la pareja ansiosa por vivir el amor así. Amaba a Juan Pablo, mucho en realidad, pero el chico tenía miedo.
Juan Pablo amaba a Cathe, mucho en realidad, y al verla mirar a sus amigas de esa manera, decidió ser valiente para ella.
—Amor mío—dijo levantándose. Cathe lo miró confundido.—, te amo.—dijo tomando su mano para que se levantara.—Vamos a hacer el amor.—le informó tomando su mano para llevársela rápidamente a su departamento.
—Wow—dijo Poché una vez se fueron.—, eso fue muy extraño.—dijo dirigiendo su mirada a Calle.
—Poché, amor mío.—bromeó tomando su mano.—Vamos a hacer el amor.—dijo dramáticamente. Poché no pudo evitar reír.
—Soy casada—respondió.—, y mi esposa es una persona muy celosa.—asintió. Calle rodó sus ojos de manera divertida.—Y la amo mucho.
—Ella también te ama a ti.—aseguró con una sonrisa. Poché sonrió con sus mejillas sonrojadas.
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P
oché se había quedado dormida al lado de Juan Pablo en su cama, mientras que Calle leía el cuento que su esposa había escrito. Escuchar la tenue respiración de su esposa y de su hijo eran un premio. Los amaba, sabía que era feliz, sabía que lo sería.
Nunca pensó enamorarse de una mujer y mucho menos casarse con una, y lo mejor era que la misma. Repetiría cada momento junto a ella, cada segundo. Su historia de amor fue perfecta. Su historia de amor seguiría siendo perfecta.
Pasarían los años y la amaría como la primera vez. Sus corazones podrán arrugarse como el papel, pero jamás se borrarán todo lo que escribieron juntas. La amaba, la amaría por siempre y sabía que era reciproco.
Corazones de papel, donde las cicatrices no se borran, pero nuevos recuerdos se escriben sobre ellas.
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n/a: ahora sí el final de esta bella historia <3.
espero que les haya gustado, y gracias por leerla de principio a fin. Les agradezco infinitamente su apoyo.
nos leemos en otra historia 🧸.
-softshameless.