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By damonsscum

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By damonsscum

COMO PEARL ORDENÓ, SE hizo.
Los hermanos Shelby se hospedaron en la casona de los Rowen por dos días hasta la llegada del tan esperado Alfie Solomons.
Ese día, tranquilo, donde nadie hablaba de negocios y estaban fuera mirando a Pearl pintar mientras bebían y fumaban cigarrillos; ese día, arribó el judío.

- Impresiónalos, Pearl. Pronto tienes que tomar la mano de-

- Madre, aún no deseo casarme - reprochó.

- Es lo que está bien visto, mi niña - suspiró Meredith.

- ¿Quieres que me casé con un maldito mafioso dos décadas mayor que yo?

- Es la puta regla, Pearl. Te casas con alguien respetable para tu padre o te casas con un millonario bastardo bueno para nada.

Pearl, sin ganas de discutir más, sacó su lienzo y con ayuda de una sirvienta, también sus pinturas.
Su padre ya estaba fuera con los Blinders, quienes platicaban animadamente de la familia y las tradiciones de cada una, pero al salir Pearl, todos estuvieron de pie, menos Douglas.

- Caballeros - saludó la chica con elegancia.

- ¿Pintará? - pregunta John sonrojándose instantáneamente, al ser una pregunta ciertamente tonta.

- Así es, señor Shelby - saluda la muchacha.

- ¿Y qué pintará? - pregunta ahora Arthur.

Pearl se quedó callada por unos segundos, mirándolo con una sonrisa pequeña.
Arthur la miró preocupado, pensando que estaba riéndose de él, sin embargo, cuando ella volvió a hablar, el mismo Arthur se sonrojó.

- ¿Por qué no lo pintamos a usted?

- ¡Arthur! - exclamó Tommy con una risilla.

Los seis reunidos rieron por unos segundos y cuando Arthur Shelby declinó la oferta, Pearl no supo qué mierda pintar.
No tenía imaginación gracias a que no quería hacerlo, por ningún motivo quería pintar.

- ¿Por qué no pintas el paisaje? Siempre he querido que lo hicieras - sonríe Douglas.

Sin responder, la muchacha esparció una capa de agua sobre el lienzo y al secarse, una capa de pintura blanca. Entonces, con un suspiro y unos ojos lagrimosos, Pearl comenzó a pintar el cielo.

Tommy observaba sus delicados movimientos, tanto como ella se esforzaba por no pasar el pincel por todo el lienzo escribiendo "váyanse a la mierda".

- Padre - tartamudeó Pearl.

Douglas se levantó y pasó un brazo por los hombros de su hija, besando su cabeza sútilmente.

- Pensé que Alfie vendría la próxima semana- reveló Meredith.

- Le he pedido que viniera antes - respondió. - ¡Agatha!

Una mujer unos años mayor que Pearl, caminó rápidamente al lado del hombre sin expresión.

- Prepara una habitación para el señor Solomons - ordena.

Cuando la mujer se va, los Shelby alzaron las cejas inquietos. Tommy encendió otro cigarrillo casi instantáneamente, con ansiedad.
Además observaba Pearl, quien era la mejor actriz que había visto; sin expresión se quedó de pie en su lienzo, a quien pronto recogieron junto con sus pinturas.

El auto se estacionó unos metros de donde ellos estaban y de él, bajó Alfie Solomons con un enorme ramo de rosas blancas.

Los Rowen se aproximaron a él y Douglas le dio un gran abrazo, como si fueran amigos de toda la vida, luego, el hombre besó la mano de Meredith y cuando finalmente estuvo donde los Peaky Blinders, le entregó el ramo de rosas a Pearl con una sonrisa grandísima y reluciente.

- Cada día más hermosa - susurró.

La chica sonrojada, tomó el ramo con gusto y los padres sonrieron gustosos de la alegría de su hija. Pero no todo era felicidad, porque Alfie también tenía que compartir la atención de Pearl con los originarios de Small Heath.

- Señores - saludó característicamente.

Los cuatro estrecharon manos "con gusto", más el recién llegado, quien quería tener un ambiente saludable por esos momentos.

- Muchas gracias por el arreglo - agradece Douglas mirando a su hija.

Pearl le entregó el ramo a un sirviente que estaba ahí y pronto este se las llevó a otro lugar, posiblemente a su habitación.

- ¿Aceptarás quedarte aquí unos días, Alf? - pregunta el dueño de la casa.

- Claro, Doug. No tengo ningún inconveniente, para mi es un honor - sonríe.

El grupo de siete pasó al salón, donde Pearl rápidamente preparó un whiskey para Alfie, haciendo que Tommy riera entre dientes.
El gitano no podía negar estar ciertamente celoso por la repentina atención de la niña que no cree en el amor.

- Hoy no hablaremos del negocio - negó Meredith.

- Me parece perfecto - sonríe Alfie.

- Señor - susurró Pearl colocando el vaso frente al anteriormente mencionado.

- ¡Pearl! - exclama el hombre cuando ella se sentó. - ¿Cómo has estado? Tenía tiempo sin verte - sonríe.

- Bueno, he estado bien - sonrió nerviosa. -. Como siempre, pero mi estado de ánimo cambió genuinamente en estos días, no sabría decirle por qué - finaliza.

Alfie sonrió y no apartó su vista de la niña, hasta que Tommy habló molesto.

- Los caballos que tiene son preciosos - le habla a Pearl.

- Oh, bueno, gracias. Entre el señor Cullen y yo hacemos lo que podemos - sonríe. -. Nuestra estrella es Napoleón, es el caballo más bello del lugar - asiente.

- Quizás debería llevarlo a las carreras - insinuó bebiendo de su vaso.

- No, eso no podría ser posible, señor Shelby - negó, bufando.

- ¿Y por qué no?

- Ocurre que Napoleón no puede correr por mucho tiempo - reclama.

- Usamos al caballo para pasear en días libres, bueno, Pearl... es su caballo, ella lo crió - responde Douglas.

Parecía que Tommy abría la boca y lo único que salía de él era básicamente horrible, enfadando a Pearl.

- Los demás, caballos, ¿tienen nombre?

- Beethoven, Liszt, Antón, Chopin y Mozart - dijo con cierto orgullo.

- Pearl es fanática de la música clásica - ríe Meredith.

- Lo noto - sonríe Tommy. -. Bien, Pearl, sus caballos son preciosos.

- ¿Usted tiene caballos, Tom?

- Tenemos algunos, sí. Mi tío constantemente se enfada conmigo porque uso mas los autos que a los caballos en estos momentos - ríen.

- El hombre tiene que evolucionar.

- Así es, así es.

Solomons no pudo dejar pasar la osada mirada de Tommy en la que vendría siendo su enamorada, estaba enfadado con cómo la miraba y aún más con cómo quería sacar su habla.

- ¿Quiere pasar a ver los caballos, señor Shelby? Todos los demás están en excelente condición para montar, el único excluido es Napoleón - avisa Meredith.

- ¿Qué tal una buena carrera de caballos? - anuncia Douglas con una sonrisa.

- ¡Estoy dentro! - exclama Alfie.

- Hagámoslo - ríe Tommy.

Los hombres estuvieron de acuerdo con que no apostarían nada, solo sería una simple carrera con las mujeres de espectadoras.
Alfie subió a Antón, un precioso caballo negro, quien era el más rápido y el mejor entrenado.
Douglas a Liszt, el caballo que le pertenecía.
Tommy a Mozart, quien lo recibió con gusto.
John a Beethoven, quien se notaba confiado.
Y finalmente Arthur subió en el lomo de Chopin, el caballo más rápido después de Antón.

- ¿Listos? - preguntó Meredith riendo. - 3, 2, ¡1! - gritó.

Todos salieron corriendo contentos.
Pearl no apartaba la mirada de Alfie, pero no podía evitar observar cómo Tommy lucía tan feliz arriba de aquel caballo grisáceo.

- Así que de él eran las cartas que te llegaban - susurró la madre.

- ¿Cómo?

- Mi niña, ¿cómo pasó? - ríe.

- ¿De qué hablas?

- Pearl, no soy tonta. Cuando Marzia nos llevaba el correo siempre ocultaba las tuyas.

- Madre, no sé de qué hablas.

- Thomas Shelby te ha mirado con mucho detalle estos días, pero a Alfred Solomons se le iluminó la cara al segundo en que se topó con tus ojos - ríe.

- Madre-

- Los judíos no van regalándoles cosas a las personas a menos de que tengan un motivo verdaderamente importante. Cariño, si tienes algo que decirme dímelo ahora que no está tu padre - suspiró.

- ¿Qué te puedo decir? Es un amor imposible. Si papá se entera destrozará cualquier tipo de arreglo que tenga con Alfie, incluso podría matarlo.

- Tú padre preferiría mil veces que estés con Alfred a que estés con Thomas - responde. -. Es un buen hombre y te mira hermoso.

- Es bastante mayor que yo - susurra.

- Eres mayor ahora, puedes decidir esto por ti misma. Hija, eres la joven más inteligente que conozco y no te digo esto solo porque soy tu madre. Creciste viendo a tu padre cobrar dinero con desesperación, con hombres rodeándote cuando sales a la tienda de modas, creciste sabiendo quién eras y qué hacía tu padre. Sé que eres inteligente, sé que tomarás una buena decisión al momento de tu compromiso - dijo sonriente.

Los hombres exclamaron ciertas cosas con risas, al parecer había ganado Alfie con una muy poca diferencia a Arthur.
Pearl no pudo ocultar su gusto al saber que él había sido el ganador.

Cuando ellos se acercaron, Pearl le sonrió al castaño con felicidad y sonrojo.
Los Shelby bromeaban animosamente sobre cómo John había quedado último y los Rowen mayores se habían alejado por cinco minutos.
Unos incómodos cinco minutos para Alfie y Pearl, quienes no sabían si podían entablar conversación sin acabar abrazándose.

Los ojos de Douglas se abrieron repentinamente y una risotada salió de él.
Luego, Meredith y su esposo caminaron a los demás.

- Pearl, hija. ¿Por qué no le muestras a Alfie cómo está Napoleón? La última vez que vino no lo pudo ver - sonríe grandemente.

Tommy borró su sonrisa casi instantáneamente, después suspiró con pesadez.

- ¿Podemos conocer a Napoleón? - preguntó el de ojos azules, inquieto.

- Oh, no, no. Por el momento no. Él se abruma cuando hay mucha gente - sonríe culpable.

- ¿Jugamos?

Meredith sacó un paquete de naipes y los muchachos asintieron animados.
Ambos, padre y madre estaban emocionados por la nueva noticia que ocurría.
John y Arthur no tenían ni idea y Thomas sentía unos extraños celos al ver como ambos se alejaban.

- Te extraño mucho, Pearl - susurró el mayor con su sombrero en el pecho.

- No creo que me extrañes realmente - respondió la chica apenada.

- ¿Qué dices? Llevo dos años enamorado de ti, mujer. Espero cada mes impaciente la carta de tu padre pidiéndome que lo visite solo para verte quince minutos, para ver esa sonrisa en tus labios - ríe, elevando un poco su voz.

- Mi madre sabe - suspira.

- Era tiempo de que supieran, linda. Déjame hablar con tu padre, por favor - pidió el hombre. -. Tal vez si hablo con él pueda entender que te amo - ella negó.

- Alfie, no hagas esto. Tú me dejaste en el momento donde más te necesitaba y todo por mi apellido y la carga que te traía.

- Pearl, déjame decir que te amo. Te amo con locura, te amo desde el primer día en que me topé con tus ojos asustados - ríe. -. Nunca me había sentido cómo me sentí contigo y me arrepiento, ¿bien? Me arrepiento de haberlo mandado todo a la mierda por negocios - suspiró. -. Déjame demostrarte a ti y a ellos que te amo.

Se detuvo drásticamente a sólo unos metros de llegar al establo, le sonrió culpable a Pearl y jugó con su bastón como niño pequeño.
A la chica se le aguaron los ojos después de analizar las palabras de aquel hombre y por si fuera poco, le entregó una cajita de color azul aterciopelada.

- Yo no doy regalos, pero le estoy agradeciendo al Señor por darme el regalo más grande de mi vida y ese por si aún no lo has imaginado, eres tú - susurró.

Pearl abrió la cajita topándose con un anillo de oro con una joya encima.
Abrió los ojos sorprendida y Alfie negó rápidamente.

- Oh, no quería que lo malinterpretaras, no. El cuarzo rosa promueve la suerte entre los amantes y... - él ríe, nervioso.

- ¡Es maravilloso! - exclamó con elegancia característica. - Alfred, no tenías por qué.

Los brazos del mayor la tomaron por la cintura y la atrajeron a su cuerpo, donde ambos se miraron por varios segundos antes de compartir un beso lleno de todas las emociones posibles.
Cuando se separaron, Alfie tomó la cara de Pearl entre sus manos y rió al ver como se aplastaban sus mejillas.

- ¿Qué hace Tommy Shelby aquí?

- ¿Tommy-? ¡Oh! - exclamó, sintiéndose tonta al literalmente olvidar quien era. -. Tommy Shelby está aquí porque hizo un negocio con mi padre.

- Curioso - susurró.

- Oh, mira. Aquí está Napoleón - sonríe orgullosa.

El caballo relinchó de emoción, haciendo que Alfie le dijera algunas cosas como si fuera un perro y Pearl solo reía mirando la escena.
Después de aquello, la chica subió en Napoleón y el hombre en Antón, su caballo preferido de los Rowen.

Ambos pasearon por algunos minutos, probablemente fueron dos horas, pero el tiempo corrió con extrema rapidez.
No fue hasta que Meredith Rowen salió de su hogar para avisarles que la cena ya estaba lista.

- ¿Entonces me dejarás hablar en el comedor? - preguntó Alfie tomando la mano de Pearl.

- No estoy lista para que sepan de todo lo que ha sucedido entre nosotros - avisó. -. Adiós Napoleón.

- Bien, amor. No te apresuraré, no te preocupes - sonríe.

- Te lo agradezco, querido.

- Eres la mujer más hermosa que existe - soltó de la nada, cargándola en el aire mientras reían.

Meredith caminó hacia Douglas, esperando a que su hija y Alfie caminaran hacia ellos.
Pero Pearl se detuvo de golpe pensando que sería buena idea decirle al hombre lo que había pasado con Tommy Shelby la noche anterior.
Entonces fue cuando Solomons caminó con la apretando la quijada y las cejas fruncidas, dejando a Pearl sola en el patio.

- ¿Ocurrió algo? - pregunta su madre.

- Eh... no - respondió la chica.

Cuando ambas llegaron al comedor, ya todos estaban sentados y los sirvientes servían la comida con algo de temor.
Pearl se sentó entre Alfie y Arthur, dejando frente a ellos a Tommy y John, a los costados de la mesa estaban los Rowen.

La cena transcurrió tranquila, sin habla, bastante cómoda.
La fría mirada de Shelby se clavaba de vez en cuando en Pearl, mirándola comer sus alimentos en paz y sin molestar a nadie, esto irritó a Solomons, quien masticó con más fuerza y coraje.

- ¿La familia, señor Shelby? - preguntó el judío actuando interesado.

Tommy alzó una ceja y remojó sus labios con su lengua, mordiendo su labio inferior sutilmente.

- Bien, bien. Ellos tienen sus propios rumbos, pero la familia es familia - responde serio. -. ¿Usted?

- Andan de ahí por allá - contestó sin muchas ganas.

- Debería incluso venir a visitarnos a Birmingham algún día, para una cena tranquila - sonríe falsamente el ojiazul.

- ¿Cuando hemos tenido cenas los Shelby, eh, Tom? - bromea John.

- Una hermosa invitación.

- ¿Qué opina su familia del negocio? - pregunta ahora Douglas.

- La familia vive conmigo de ello; todos somos parte importante de él, todos tenemos una función - respondió para después beber de su vaso.

Tommy estaba disgustado de hablar de familia con Alfred y aún no podía entender bien por qué. Después de todo, la familia lo movía y no había nada que amara más que la familia misma.

Pearl dejó atrás su plato con bastantes sobras y se acabó su copa de vino blanco, miró a su madre con cansancio y esperó a que sirvieran el pastel que había preparado.
No tenía ganas de estar ahí, entre Shelby y Solomons. Podía sentir las miradas y disgusto entre ambos; también sabía que no se odiarían visiblemente porque tenían un negocio arreglado. Todo giraba en torno al negocio.

Su cara se iluminó cuando colocaron el pastel de zanahoria frente a ella con una taza de té.
Al concentrarse en una pieza de música, dejó de escuchar al resto de las personas y comió felizmente su pedazo de pastel.
No estaba viendo como su padre le estaba enviando señales a su madre por cómo Tommy la miraba, con tanta cautela y atención; nadie sabía qué pensaba realmente de ella.
La madre, no solo entendía las señales de su esposo, sino que también le daba algunas de Alfie, quien estaba enfadado con Pearl y quería matar a Shelby.

Cuando todos terminaron el postre, en donde sí hubo cierta charla (excluyendo a Pearl), el padre no supo cómo más entretener a sus invitados, así que decidió que iría a dormir por un rato y su esposa, lo siguió.

- Señorita Pearl - anunció Arthur, algo nervioso con su boina entre sus manos. -, pronto iremos a las carreras y quería saber si usted-

- Tommy Shelby - anunció Alfie con una falsa sonrisa. -, ¿podría acompañarme por favor? - siguió con voz más baja.

Arthur observó a su hermano seguir al más alto, desconfiado y con sus manos en los bolsillos. Tommy siempre demostraba fortaleza cuando tal vez no debía tenerla, era algo que llamaba mucho la atención de Pearl.

- Disculpe, ¿qué iba a decirme? - pregunta la chica con una suave sonrisa.

- Sí, sí - susurra el mayor. -. Quería preguntarle si le gustaría acudir conmigo a las carreras - sonríe tímidamente, con voz tambaleante.

- Oh, señor Shelby - ríe Pearl sonrojada. - ¿Yo? - él asintió tratando de no mirarla a los ojos. -, sería un honor, entonces - sonríe.

Los ojos de Arthur dieron un pequeño destello y una sonrisa tímida apareció en su rostro, asintió sin saber si había escuchado bien y la miró a los ojos.

- Bien, entonces... vendré por usted ese día, enviaré una carta para acomodar la hora.

- Me parece perfecto, señor Shelby.

- Dígame Arthur, por favor - sonríe.

- Está bien, Arthur - responde ella con una sonrisa.

Él sonrió sonrojado y caminó a John, quien se encontraba en el pasillo, pronto se escucharon las bromas del menor.

Pearl sintió cómo si el cielo se fuera a caer.
Tenía mucho con Alfie enojado por lo que estúpidamente ocurrió con Thomas y si le contaba de las carreras con Arthur, sentía que mataría a alguno de los dos, sino es que a ambos.

Con la cabeza pesada y comenzando a dolerle, le indicó a un sirviente que le llevara medicamento a su pieza.

Tommy Shelby y Alfie Solomons estaban sentados frente a frente en una sala de estar.
No habían hablado por algunos minutos, desde que llegaron ahí y el gitano comenzaba a cansarse.

- No estoy aquí para juegos - susurró con fastidio.

- Señor Shelby, usted y yo tenemos un negocio juntos y bueno, creo que ninguno quisiera arruinarlo, ¿o sí? - el otro negó. -. Bien, entonces explíqueme, ¿por qué mierda estaba en la habitación de la señorita Pearl hace dos noches? - preguntó con rabia.

- ¿Hace dos noches? No, hace dos noches estaba pensando en qué caballo-

- Voy a poner una puta bala entre sus cejas si no me responde la jodida pregunta - sonríe Alfie.

Tommy se recargó en el respaldo de la silla y rió tranquilo, sin un poco de miedo al ver al hombre levantar su arma cargada.

- Bueno, la señorita Pearl tiene encantos a los que ningún hombre puede resistirse. ¿La ha visto en su bata de seda color carmesí? Ella es un ángel que arribó aquí en la Tierra para deleitarnos a nosotros - suspiró, con una sonrisa burlona.

Alfie respondió su sonrisa negando, molesto.
Tenía ganas de sacarle los ojos a Shelby, pero, ¿qué dirían los Rowen? ¿Tal vez sería demasiado?

- Escuche, señor Solomons - remarcó con fastidio. -, su novia, la señorita Pearl, tiene los labios más suaves que un ser humano podría tocar en su vida - sonríe.

El escritorio donde Alfred estaba sentado se movió con estruendo, haciendo a Tommy levantar sus cejas casi sorprendido.
El judío se puso frente a él y colocó el arma en su frente, sin hacerlo titubear.

- Si usted se vuelve a acercar a Pearl, no va a vivir para contárselo a los demás.

- ¿Sí? ¿Y usted cómo sabrá que la estoy viendo? ¿Mandará a sus hombres a vigilarla en su propia casa? - pregunta. -. O tal vez, ¿le dirá a los Rowen? - ríe sutilmente. - Al menos yo si sería hombre para afrontar los gritos y reclamos del padre y la madre. No la dejaría por el negocio que llevo. Ella también tiene sentimientos - susurró.

Tommy se levantó con fastidio y salió de la sala, con Alfie apuntándole el arma con muchas ganas de dispararle.

Él sabía que Pearl no iba a ser una mujer sencilla, habría hombres rodeándola todos los días, queriendo su atención. Y de una u otra manera, no podía hacer nada, al menos no sin que sus padres notaran que "eran una pareja", cosa que no lo eran.

Alfie se sentía decepcionado de sí mismo al no poder hablar por él, sólo podía sentarse y observar, porque tenía miedo de lo que dirían los Rowen. Tommy tenía razón.
Sin más discusiones, el judío pasó a la habitación que normalmente le asignaban.

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