ยฒAlessia y la Cรกmara de los S...

By chrysthemums

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INTRODUCTION
1. La Madriguera.
2. En Flourish y Blotts.
3. El sauce boxeador.
4. Gilderoy Lockhart.
5. Los ยซsangre suciaยป y una voz misteriosa.
6. Un cumpleaรฑos de muerte.
7. La inscripciรณn en el muro.
8. La bludger loca.
9. El club de duelo
10. Con las manos en la masa.
11. La pociรณn multijugos.
13. Punto de quiebre.
14. Aragog
15. Basilisco.
16. La Cรกmara de los Secretos.
17. El heredero de Slytherin.
18. Fin del segundo aรฑo.
NOTE

12. Un diario misterioso.

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By chrysthemums

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Hermione pasó varias semanas en la enfermería. Corrieron rumores sobre su desaparición cuando el resto del colegio regresó a Hogwarts al final de las vacaciones de Navidad, porque naturalmente todos creyeron que la habían atacado. Eran tantos los alumnos que se daban una vuelta por la enfermería tratando de echarle la vista encima, que la señora Pomfrey quitó las cortinas de su propia cama y las puso en la de Hermione para ahorrarle la vergüenza de que la vieran con la cara peluda.

Harry, Ron y Alessia iban a visitarla todas las noches. Cuando comenzó el nuevo trimestre, le llevaban cada día los deberes.

── Si a mí me hubieran salido bigotes de gato, aprovecharía para descansar ── le dijo Ron una noche, dejando un montón de libros en la mesita que tenía Hermione junto a la cama.

── No seas tonto, Ron, tengo que mantenerme al día ── replicó Hermione rotundamente. Estaba de mucho mejor humor porque ya le había desaparecido el pelo de la cara, y los ojos, poco a poco, recuperaban su habitual color marrón ──. ¿Tienen alguna pista nueva? ── añadió en un susurro, para que la señora Pomfrey no pudiera oírla.

── Nada ── dijeron Harry y Alessia con tristeza.

── Estaba tan convencido de que era Malfoy...── dijo
Ron por centésima vez.

── ¿Qué es eso? ── preguntó Harry, señalando algo dorado que sobresalía debajo de la almohada de Hermione.

── Nada, una tarjeta para desearme que me ponga bien ── dijo Hermione a toda prisa, intentando esconderla, pero Alessia fue más rápido que ella. La sacó, la abrió y leyó en voz alta:

A la señorita Granger deseándole que se recupere muy pronto, de su preocupado profesor Gilderoy Lockhart, Caballero de tercera clase de la Orden de Merlín, Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las Fuerzas Oscuras y cinco veces ganador del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista «Corazón de Bruja».

Alessia miró a Hermione con cejas alzadas mientras que Ron miraba a la castaña con disgusto.

── ¿Duermes con esto debajo de la almohada?

Pero Hermione no necesitó responder, porque la señora Pomfrey llegó con la medicina de la noche, y Harry, Ron y Alessia tuvieron que retirarse. De repente un arranque de cólera llegó hasta sus oídos, parecía provenir del piso superior.

── Es Flich ── susurró Harry, y subieron deprisa las escaleras y se detuvieron a escuchar donde no podía verlos.

── Espero que no hayan atacado a nadie más ── dijo Alessia, alarmada.

Se quedaron inmóviles, con la cabeza inclinada hacia la voz de Flich, que parecía completamente histérico.

──... aún más trabajo para mí. ¡Fregar toda la noche, como si no tuviera otra cosa que hacer! No, ésta es la gota que colma el vaso, me voy a ver a Dumbledore.

Sus pasos se fueron distanciando, y oyeron un portazo a lo lejos.

Asomaron la cabeza por la esquina. Evidentemente, Flich había estado cubriendo su habitual puesto de vigía; se encontraban de nuevo en el punto en que habían atacado a la Señora Norris. Buscaron lo que había motivado los gritos de Flich. Un charco grande de agua cubría la mitad del corredor, y parecía que continuaba saliendo agua de debajo de la puerta de los aseos de Myrtle la Llorona. Ahora los gritos de Flich habían cesado, podían oír los gemidos de Myrtle resonando a través de las paredes de los aseos.

── Vamos a ver ── propuso Harry, y levantándose la túnica por encima de los tobillos, se metieron en el charco chapoteando, llegaron a la puerta que exhibía el letrero de «No funciona» y, haciendo caso omiso de la advertencia, como de costumbre, entraron.

Myrtle la Llorona estaba llorando, más fuerte que nunca. Parecía estar metida en su retrete habitual. Los aseos estaban a oscuras, porque las velas se habían apagado con la enorme cantidad de agua que había dejado en el suelo y las paredes empapados.

── ¿Qué pasa, Myrtle?

── ¿Quién es? ── preguntó Myrtle, con tristeza ──. ¿Vienes a arrojarme alguna otra cosa?

Harry fue hacia el retrete y le preguntó:

── ¿Por qué lo haría?

── No sé ── gritó Myrtle, provocando al salir de retrete una nueva oleada de agua que cayó al suelo mojado ──. Aquí estoy, intentando sobrellevar mis propios problemas, y todavía hay alguien que piensa que es divertido arrojarme un libro.

── Pero si alguien te arroja algo, a ti no te dolería, ¿no? ── razonó Alessia, frunciendo el ceño ligeramente ──. Digo, eres un fantasma, así que simplemente te atravesaría.

Myrtle se sintió ofendida y chilló:

── ¡Vamos a arrojarle libros a Myrtle, que no puede sentirlo! ¡Diez puntos al que se lo cuele por el estómago! ¡Cincuenta puntos al que le traspase la cabeza! ¡Bien, ja, ja, ja! ¡Qué juego tan divertido, pues para mí no lo es!

── Pero ¿quién te lo arrojó? ── le preguntó Harry.

── No lo sé... Estaba sentada en el sifón, pensando en la muerte, y me dio en la cabeza ── dijo Myrtle, mirándolos ──. Está ahí, empapado.

Los tres miraron debajo del lavabo, donde señalaba Myrtle. Había allí un libro pequeño y delgado. Tenía las tapas muy gastadas, de color negro, y estaba humedecido como el resto de las cosas que había en los lavabos.

Harry se acercó a tomarlo, pero Ron lo detuvo con el brazo.

── ¿Qué pasa? ──preguntó Harry.

── ¿Estás loco? ── dijo Ron ──. Podría resultar peligroso.

── ¿Peligroso? ── dijo Harry, riendo ──. ¿Cómo va a resultar peligroso un libro?

── Te sorprendería saber ── dijo Ron, asustado, mirando el librito ── que entre los libros que el Ministerio ha confiscado había uno que les quemó los ojos. Me lo ha dicho mi padre. Y todos los que han leído Sonetos del hechicero han hablado en cuartetos y tercetos el resto de su vida...

Alessia rodó los ojos y, aprovechando de que no le ponían atención, se acercó a recoger el librito.

──... ¡Y una bruja vieja de Bath tenía un libro que no se podía parar nunca de leer! Uno tenía que andar por todas partes con el libro delante, intentando hacer las cosas con una sola mano. Y...

── No seas exagerado, Ron ── dijo Alessia, pasando las páginas del libro ──. Esto está en blanco.

── ¡¿Pero qué haces?! ── chilló Ron.

── Mirando el libro ── respondió Alessia de forma obvia.

Harry se acercó a la pelirroja, y Ron también lo hizo pero de mala gana. Era cierto las páginas estaban completamente en blanco salvo la primera, en la cual podía leerse, con tinta emborronada, «T.M. Riddle».

── Esperen ── dijo Ron, mirando por encima del hombro de Alessia ──, ese nombre me suena... T.M. Riddle ganó un premio hace cincuenta años por Servicios Especiales al Colegio.

── ¿Y cómo sabes eso? ── preguntó Harry sorprendido.

── Lo sé porque Flich me hizo limpiar su placa unas cincuenta veces cuando nos castigaron ── dijo Ron con resentimiento ──. Precisamente fue encima de esta placa donde vomité una babosa. Si se hubieran pasado una hora limpiando un nombre, ustedes también se acordarían de él.

── No llegó a escribir nada ── dijo Harry, decepcionado.

── Me pregunto por qué querría alguien tirarlo al retrete ── dijo Ron con curiosidad.

Alessia miró las tapas del cuaderno y vio impreso un nombre.

── ¿Qué es Vauxhall? ── preguntó a los dos chicos. Harry tomó el libro de las manos de Alessia y miró con curiosidad.

── Es en Londres... Debió de ser de familia muggle ── dijo Harry, especulando ──, ya que compró el diario en la calle Vauxhall...

── Bueno, eso da igual ── dijo Ron. Luego añadió en voz muy baja ──. Cincuenta puntos si lo pasas por la nariz de Myrtle.

Alessia soltó una risa por lo dicho. Harry, sin embargo, se lo guardó en el bolsillo.

Hermione salió de la enfermería, sin bigotes, sin cola y sin pelaje, a comienzos de febrero. La primera noche que pasó en la torre de Gryffindor, Harry le enseñó el diario de T.M. Riddle y le contó la manera en que lo habían encontrado.

── ¡Aaah, podría tener poderes ocultos! ── dijo con entusiasmo Hermione, agarrando el libro y mirándolo de cerca.

── Si los tiene, los oculta muy bien ── repuso Ron ──. A lo mejor es tímido. No sé por qué lo guardas, Harry.

── Debe de tener algo ── dijo Alessia mirando el libro ──. Quiero decir, nadie tiraría algo así sin razón, ¿no?

── Eso es lo que me gustaría saber... ¿por qué alguien intentó tirarlo? ── dijo Harry ──. Y también me gustaría saber cómo consiguió Riddle el Premio por Servicios Especiales.

── Por cualquier cosa ── dijo Ron ──. A lo mejor acumuló treinta matrículas de honor en Brujería o salvó a un profesor de los tentáculos de un calamar gigante. Quizá asesinó a Myrtle, y todo el mundo lo consideró un gran servicio...

Pero Alessia estaba segura, por la cara de interés que ponían Hermione y Harry, de que estaban pensando lo mismo que ella.

── ¿Qué pasa? ── dijo Ron, mirando a uno y a otro.

── Bueno, la Cámara de los Secretos se abrió hace cincuenta años, ¿no? ── explicó Harry ──. Al menos, eso nos dijo Malfoy.

── Sí...── admitió Ron.

── Y este diario tiene cincuenta años ── dijo Alessia.

Hermione la señaló, dándole la razón, y después golpeó el libro, emocionada, con el dedo.

── ¿Y?

── Venga, Ron, despierta ya ── dijo Hermione bruscamente ──. Sabemos que la persona que abrió la cámara la última vez fue expulsada hace cincuenta años. Sabemos que a T.M. Riddle le dieron un premio hace cincuenta años por Servicios Especiales al Colegio. Bueno, ¿y si a Riddle le dieron el premio por atrapar al heredero de Slytherin?

── En su diario seguramente estará todo explicado ── siguió Alessia mirando a sus amigos ──: dónde está la cámara, cómo se abre y qué clase de criatura vive en ella. La persona que haya cometido las agresiones en está ocasión no querría que el diario anduviera por ahí, ¿no?

── Es una teoría brillante ── dijo Ron ──, pero tiene un pequeño defecto: que no hay nada escrito en el diario.

Pero Hermione sacó su varita de la bolsa.

── ¡Podría ser tinta invisible! ── susurró.

Y dio tres golpecitos al cuaderno, diciendo:

── ¡Aparecium!

Pero no ocurrió nada. Volvió a meter la mano en la bolsa y sacó lo que parecía una goma de borrar de color rojo.

── Es un revelador, lo compré en el callejón Diagon ── dijo ella.

Frotó con fuerza donde ponía «1 de enero». Siguió sin pasar nada

── Se los dije; no hay nada que encontrar aquí ── dijo Ron ──. Simplemente, a Riddle le regalaron un diario por Navidad pero no se molestó en rellenarlo.

El sol había vuelto a brillar débilmente sobre Hogwarts. Dentro del castillo, la gente parecía más optimista. No había vuelto a haber ataques después del cometido contra Justin y Nick Casi Decapitado, y la señora Pomfrey le encantó anunciar que las mandrágoras se estaban volviendo taciturnas y reservadas, lo que quería decir que rápidamente dejarían atrás la infancia.

Harry seguía con la intriga sobre el diario de T.M. Riddle. Alessia lo notaba, de vez en cuando, concentrado leyendo las páginas en blanco de aquel diario. Parecía determinado a averiguar algo más sobre Riddle. Incluso Alessia, Ron y Hermione lo habían acompañado a la sala de trofeos para examinar el premio especial de Riddle.

Pero la placa de oro bruñido de Riddle, no decía nada de por qué se lo habían concedido.

Al no haber más ataques, Harry pensaba que, tal vez, el heredero de Slytherin se había acobardado, ya que con el colegio tan alerta y todo el mundo tan receloso debía resultar más arriesgado abrir la Cámara de los Secretos. Tal vez el monstruo, fuera lo que fuera, se disponía a hibernar durante otros cincuenta años.

Ernie Macmillan, de Hufflepuff, no era tan optimista. Seguía convencido de que Harry y Alessia eran los culpables y que se habían delatado en el club de duelo. Peeves no era precisamente una ayuda, pues iba por los abarrotados corredores saltando y cantando: «¡Oh, Potter y Benedette, son unos tontos, están podridos...!», pero ahora además interpretando un baile al ritmo de la canción.

Gilderoy Lockhart estaba convencido de que era él quien había puesto freno a los ataques. Incluso llegó a exponerlo así ante la profesora McGonagall mientras los de Gryffindor marchaban en hilera hacia la clase de Transfiguración.

── No creo que volvamos a tener problemas, Minerva ── dijo, guiñando un ojo y dándose golpecitos en la nariz con el dedo, con aire de experto ──. Creo que esta vez la cámara ha quedado bien cerrada. Los culpables se han dado cuenta de que en cualquier momento yo podía atraparlos y han sido lo bastante sensatos para detenerse ahora, antes de que cayera sobre ellos... Lo que ahora necesita el colegio es una inyección de moral, ¡para barrer los recuerdos del trimestre anterior! No te digo nada más, pero creo que sé qué es exactamente lo que...

De nuevo se tocó la nariz en prueba de su buen olfato y se alejó con paso decidido.

La idea que tenía Lockhart tenía de una inyección de moral se hizo patente durante el desayuno del día 14 de febrero. 

Últimamente los entrenamientos de quidditch eran demasiado pesados, por lo que Alessia se la pasaba descansando más de lo usual pero aun así lograba levantarse a tiempo para asistir a clases.

Sin embargo, ese día por la mañana, se levantó tarde. Alessia no había dormido mucho a causa del entrenamiento; peinó su cabello en una coleta baja e hizo un pequeño moño de listón rojo, y junto a Harry, llegó al Gran Comedor corriendo, algo retrasada.

Al entrar, Alessia tuvo que entrecerrar los ojos. Las paredes del Gran Comedor estaban cubiertas de flores grandes de un rosa chillón. Y, aún peor, del techo de color azul pálido caían confetis en forma de corazones.

Harry y Alessia fueron a la mesa de Gryffindor, en la que estaban Ron, con aire asqueado, y Hermione, que se reía tontamente.

── ¿Qué ocurre? ── les preguntó Harry, sentándose y quitándose de encima el confeti. Acercó una mano hacia Alessia para revolverle el cabello, tratando de quitarle los confetis de la cabeza.

Ron, que parecía estar demasiado enojado para hablar, señaló la mesa de los profesores. Lockhart, que llevaba una túnica de un vivo color rosa que combinaba con la decoración, reclamaba silencio con las manos. Los profesores que tenía a ambos lados lo miraban estupefactos. Desde su asiento, Alessia pudo ver a la profesora McGonagall con un tic en la mejilla. Snape tenía una expresión de total desagrado.

Para la menor de los Benedette, el día de San Valentín, era un día como cualquier otro. Ese pensamiento lo había adoptado de su tía Amelia y de Jayden, los cuales aborrecían ese día.

── ¡Feliz día de san Valentín! ── gritó Lockhart ──. ¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han enviado tarjetas! Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña sorpresa para ustedes... ¡y no acaba aquí la cosa!

Lockhart dio una palmada, y por la puerta del vestíbulo entraron una docena de enanos de aspecto hosco. Pero no enanos así, tal cual; Lockhart les había puesto alas doradas y además llevaban arpas.

── Ay, no...── susurró Alessia. Sentía pena por aquellos enanos.

── ¡Mis amorosos cupidos portadores de tarjetas! ── sonrió Lockhart ──. ¡Durante todo el día de hoy recorrerán el colegio ofreciéndonos felicitaciones de San Valentín! ¡Y la diversión no acaba aquí! Estoy seguro de que mis colegas querrán compartir el espíritu de este día. ¿Por qué no le piden al profesor Snape que les enseñe a preparar un filtro amoroso? ¡Aunque el profesor Flitwick, el muy pícaro, sabe más sobre encantamientos de ese tipo que ningún otro mago que haya conocido!

El profesor Flitwick se tapó la cara con las manos. Snape parecía dispuesto a envenenar a la primera persona que se atreviera a pedirle un filtro amoroso.

Cuando Alessia terminaba de comer su desayuno, Jayden se acercó a ella y le tomó la cara.

── Si te regalan chocolates este día, no los comas ── dijo mirándola a los ojos. Alessia abrió la boca para decir algo pero Jayden no se lo permitió ──. No preguntes, simplemente hazme caso. No los comas.

Alessia asintió lentamente, estaba confundida. Jayden entornó los ojos y luego dirigió su mirada a Harry, Hermione y Ron.

── No vayan a dejar que coma chocolate hoy, por favor ── Los tres chicos asintieron igual de confundidos que la pelirroja, pero estaban decididos a hacer lo que se les pidió.

Alessia lo miró ofendida. ¿Su hermano no la creía capaz?

── Se lo que estás pensando ── dijo Jayden incorporándose ──. Pero te conozco. Créeme que lo hago por tu bien.

Le revolvió el cabello a su hermanita y se fue.

Después de aquella extraña interrupción de parte del hermano de Alessia, Harry, Hermione y Ron se apresuraron en terminar su desayuno, no querían llegar tarde a la primera clase.

── Por favor, Hermione, dime que no has sido una de las cuarenta y seis ── le dijo Ron, cuando abandonaban el Gran Comedor. Pero Hermione de repente le entró la urgencia de buscar el horario en la bolsa, y no respondió.

Y como había dicho Jayden, Alessia recibió algunos chocolates anónimos, los cuales fueron confiscados inmediatamente por Hermione.

Los enanos se pasaron el día interrumpiendo las clases para repartir tarjetas, ante la irritación de los profesores, y al final de la tarde, cuando los Gryffindor subían hacia el aula de Encantamientos, uno de ellos alcanzó a Harry.

── ¡Eh, tú! ¡Harry Potter! ── gritó un enano de aspecto particularmente malhumorado, abriéndose camino a codazos para llegar a donde estaba Harry.

Ruborizándose al pensar que le iba a ofrecer una felicitación de San Valentín delante de una fila de alumnos de primero, entre los cuales estaba Ginny Weasley, Harry intentó escabullirse. El enano, sin embargo, se abrió camino a base de patadas en las espinillas y lo alcanzó antes de que diera dos pasos.

── Tengo un mensaje musical para entregar a Harry Potter en persona ── dijo, rasgando el arpa de manera pavorosa.

── ¡Aquí no! ── dijo Harry enfadado, tratando de escapar.

── ¡Párate! ── gruño el enano, aferrando a Harry por la bolsa para detenerlo.

── ¡Suéltame! ── gritó Harry, tirando fuerte.

Tanto tiraron que la bolsa se partió en dos. Los libros, la varita mágica, el pergamino y la pluma se desparramaron por el suelo, y la botellita de tinta se rompió encima de todas las demás cosas.

Alessia ayudó a Harry a recoger sus cosas, cuando escuchó que gritaban su nombre.

── Esto no puede ser cierto ── murmuró al ver otro enano acercándose a ellos.

── ¡Alessia Benedette! ── gritó de nuevo el enano ──. ¡Esto es para ti!

Afortunadamente, el enano sólo le arrojó una carta y una caja de chocolates. Alessia las tomó mientras se encogiendose en su lugar, guardó las cosas en su bolsa y siguió ayudando a Harry.

── ¿Qué pasa ahí? ── Era la voz de Draco Malfoy, que hablaba arrastrando las palabras.

── ¿Por qué toda esta conmoción? ── dijo otra voz familiar, la de Percy Weasley, que se acercaba.

── Bien ── dijo el enano, sentándose sobre los tobillos de Harry ──, ésta es tu canción de San Valentín:

Tienes los ojos verdes como un sapo en escabeche

y el pelo negro como una pizarra cuando anochece.

Quisiera que fuera mío, porque es glorioso,

el héroe que venció al Señor Tenebroso.

Alessia frunció levemente el ceño, no supo por qué se sintió un poco molesta por aquello. Harry intentó reírse con todos los demás, se levantó, con los pies entumecidos por el peso del enano, mientras Percy Weasley hacía lo que podía para dispersar al montón de alumnos, algunos de los cuales estaban llorando de risa.

── ¡Fuera de aquí, fuera! La campana ha sonado hace cinco minutos, a clases todos ahora mismo ── decía, empujando a algunos de los más pequeños ──. Tú también, Malfoy.

Alessia se puso de pie al ver como Malfoy se agachaba y agarraba el diario de Riddle. El platinado, con una mirada burlona, les enseño a Parkinson, Crabbe y Goyle el diario.

── ¡Devuélveme eso! ── le dijo Harry en voz baja.

── ¿Qué habrá escrito aquí Potter? ── dijo Malfoy, que obviamente no había visto la fecha cubierta y pensaba que era el diario del propio Harry. Los espectadores se quedaron en silencio. Ginny miraba alternativamente a Harry y al diario, atemorizada

── Aquí escribes tus poemas para Benedette, ¿no? ── dijo Pansy mirando burlona a Harry. Alessia dio un paso adelante, fulminándola con la mirada.

Harry tiró de su túnica, deteniéndola. No quería que la pelirroja se metiera en problemas.

── Devuélvelo, Malfoy ── dijo Percy con severidad.

── Cuando le haya echado un vistazo ── dijo Malfoy, burlándose de Harry.

Percy dijo:

── Como prefecto del colegio...

Pero Harry fuera de sus casillas. Sacó su varita mágica y gritó:

── ¡Expelliarmus!

Y tal como Snape había desarmado a Lockhart, así Malfoy vio que el diario se le escapaba a Malfoy de las manos y salía volando. Alessia lo atrapó.

── ¡Harry! ── exclamó Percy ──. No se puede hacer magia en los pasillos. ¡Tendré que informar esto!

Malfoy estaba furioso, y cuando Ginny pasó por su lado para entrar en el aula, le gritó despechado:

── ¡Me parece que a Potter no le gustó mucho tu felicitación de San Valentín!

── ¡Te quieren quitar el novio, Benedette! ── gritó Pansy, riéndose con ganas.

Ginny se tapó la cara con las manos y entró a su clase corriendo. Dando un gruñido, Ron sacó también su varita mágica, pero Harry se la quitó de un tirón. Ron no tenía necesidad de pasarse la clase de Encantamientos vomitando babosas.

Aquella noche, Alessia y Harry se quedaron en la sala común después de que todos se fueran a dormir. La pelirroja se encontraba terminando una carta para su tía Amelia y Harry decidió acompañarla.

Harry había sido molestado toda la tarde por Fred y George. Ambos habían estado cantándole «Tiene los ojos verdes como un sapo en escabeche» una y otra vez.

Mientras escribía, Alessia podía sentir la mirada de Harry sobre ella. Despegó la vista de su carta y lo miró.

── ¿Ocurre algo? ── preguntó ladeando un poco la cabeza.

Harry, quien estaba sentado frente a ella, se le quedó mirando a los ojos, sin decir nada. Había estado pensando en aquel extraño sentimiento que se hacía presente cuando miraba los bonitos ojos azules de su mejor amiga o cuando le tomaba de la mano, o cuando la abrazaba... Nunca había sentido algo así. Era extraño.

Era sólo su mejor amiga, entonces ¿por qué se sentía nervioso cuando estaba cerca de ella?

De repente, una mano obstruyó su campo de visión.

── ¿James...? ¿Estás bien? ── preguntó la pelirroja, pasando su mano por delante de la cara del azabache. Había estado hablándole pero Harry no le contestaba, simplemente se le había quedado viendo fijamente.

Harry parpadeó, volviendo en sí.

── ¿E-Eh? ── musitó ── ¡Ah, sí! No te preocupes.

Alessia le regaló una sonrisa ladeada y retomó lo que estaba haciendo.

Harry recargó su barbilla en su mano y suspiró.

"¿Qué es lo que me estás haciendo, Aly?" pensó el azabache.

Alessia lo miró de nuevo, y una sonrisa de diversión se formó en sus labios al notar a Harry con una sonrisa tonta en el rostro.

── Dígame, señor Potter ── dijo la pelirroja, molestándolo. Sabiendo que al azabache no le gustaba que lo llamara así ──. ¿Qué es aquello que lo hace sonreír de esa forma?

"..." dijo Harry en su mente.

── ¿Yo? ── preguntó Alessia, confundida.

Harry abrió los ojos y rápidamente se tapó la cara con ambas manos.

── Dime que no lo dije en voz alta ── musitó, estaba completamente avergonzado. Alessia asintió.

── Así que yo soy la que te hace sonreír así ── dijo tratando de parecer tranquila, pero por dentro estaba muriendo de nervios. Y sintió de nuevo aquel extraño sentimiento que hacia que su corazón latiera más rápido de lo normal.

Harry gimió y reposó su cabeza en la mesa.

── Olvida eso ── murmuró, mientras ocultaba su rostro, otra vez, pero ahora entre sus brazos.

── Jamás ── dijo Alessia, sus ojos se achinaron y un lindo hoyuelo se formó en su mejilla derecha.

Harry la observó apreciando la imagen.

Después de eso, quedaron en silencio, el cual no era para nada incómodo. Alessia siguió escribiendo mientras canturreaba una canción muggle que su tía Amelia escuchaba siempre que estaba de buen humor.

Observó cómo Harry sacaba algo de su bolsa y lo ponía en la mesa.

── ¿Qué haces? ── preguntó al notar que era el diario.

── ¿Recuerdas que cuando paso lo del enano, todas mis cosas se mancharon de tinta? ── dijo Harry, pensativo. Se paró y se sentó en la silla que estaba junto a la oji-azul. Alessia hizo un sonidito de afirmación ──. Aly, el diario fue el único que no se manchó.

Alessia miró el diario, lo tomó y hojeó las páginas.

── ¿Puedo...? ── Harry asintió como respuesta.

Agarró su pluma y dejó caer una gota en la primera página del diario. La tinta brilló intensamente sobre el papel durante un segundo y luego, como si la hubieran absorbido desde el interior de la página, se desvaneció.

Alessia intercambió una mirada con Harry.

La pelirroja mojó de nuevo la pluma y escribió:


«Nuestros nombres son Harry Potter y Alessia Benedette


Las palabras brillaron un instante en la página y desaparecieron también sin dejar huella. Entonces ocurrió algo.

Rezumando de la página, en la misma tinta que había utilizado ella, aparecieron unas palabras que Alessia no había escrito.


«Hola, Harry Potter, Alessia Benedette. Mi nombre es Tom Riddle. ¿Cómo ha llegado a sus manos mi diario?»


Estás palabras también se desvanecieron. Alessia miró a Harry.

── ¿Quieres escribir tú o lo sigo haciendo yo? ── preguntó.

── Sigue escribiendo, por favor ── Harry parecía emocionado.

La pelirroja comenzó a escribir de nuevo.


«Alguien intentó tirarlo por el retrete


Aguardaron con impaciencia la respuesta de Riddle.


«Menos mal que registré mis memorias en algo más duradero que la tinta. Siempre supe que habría gente que no querría que mi diario fuera leído

«¿Qué quieres decir?»


Escribió Alessia con algo de nervios. No le daba buena espina.


«Quiero decir que este diario da fe de cosas horribles; cosas que fueron ocultadas; cosas que sucedieron en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería

«Es donde estamos ahora», escribió Alessia apresuradamente. «Estamos en Hogwarts, y también suceden cosas horribles. ¿Sabes algo sobre la Cámara de los Secretos?»


El corazón les latía violentamente, Harry tomó la mano de Alessia inconscientemente en un intento para calmarse, la pelirroja le proporcionó pequeñas caricias con su dedo pulgar. La réplica de Riddle no se hizo esperar, pero la letra se volvió menos clara, como si tuviera prisa por consignar todo cuanto sabía.


«¡Por supuesto que sé algo sobre la Cámara de los Secretos! En mi época, nos decían que era sólo una leyenda, que no existía realmente. Pero no era cierto. Cuando yo estaba en quinto, la cámara se abrió y el monstruo atacó a varios estudiantes y mató a uno. Yo atrapé a la persona que había abierto la cámara, y lo expulsaron. Pero el director, el profesor Dippet, avergonzado de que hubiera sucedido tal cosa en Hogwarts, me prohibió decir la verdad. Inventaron la historia de que la muchacha había muerto en un espantoso accidente. A mí me entregaron por mi actuación un trofeo muy bonito y muy brillante, con unas palabras grabadas, y me recomendaron que mantuviera la boca cerrada. Pero yo sabía que podía volver a ocurrir. El monstruo sobrevivió, y el que pudo liberarlo no fue encarcelado


Alessia casi vuelca la botellita de la tinta.


«Ha vuelto a suceder. Ha habido tres ataques y nadie parece saber quién está detrás. ¿Quién fue en aquella ocasión?»

«Se los puedo mostrar, si quieren», contestó Riddle. «No necesitan leer mis palabras. Podrán ver dentro de mi memoria lo que ocurrió la noche en que lo capturé.»


Alessia miró a Harry con duda, y la pluma se detuvo encima del diario. ¿Qué quería decir Riddle? ¿Cómo podía alguien introducirse en la memoria de otro? Notó como Harry miraba hacía los lados de la sala común; estaba oscureciendo.

En el diario aparecieron unas nuevas palabras:


«Dejen que les enseñe


Harry lo meditó, si lo hacían, podrían informarle al profesor Dumbledore y todo terminaría.

── Veámoslo ── dijo hacia Alessia, la cual asintió y escribió:


«De acuerdo


Las páginas del diario comenzaron a pasar, como si estuviera soplando un fuerte viento, y se detuvieron a mediados del mes de junio. Alessia y Harry estaban boquiabiertos. Vieron que el pequeño cuadrado asignado al día 13 de junio se convertía en algo parecido a una minúscula pantalla de televisión.

Con manos temblorosas, Alessia levantó el libro para acercar uno de sus ojos a la ventanita, y antes de que comprendiera lo que sucedía, se estaba inclinando hacia delante. Harry la abrazó por el costado.

La ventana se ensanchaba, y ambos sintieron que sus cuerpos dejaban las sillas y eran absorbidos por la abertura de la página en un remolino de colores y sombras.

Pisaron tierra firme y se quedaron tambaleando, mientras las formas borrosas que los rodeaban se iban definiendo rápidamente.

── Esto es...── murmuró Alessia, dándose cuenta de dónde estaban ── el despacho de Dumbledore.

Aquella sala circular con los retratos de gente dormida era, sin duda, el despacho de Dumbledore, pero no era Dumbledore quien estaba sentado detrás del escritorio.

── Aly, ¿te encuentras bien? ── preguntó Harry, luego de ver fugazmente el despacho. Alessia le dirigió una mirada y asintió.

Un mago de aspecto delicado, con muchas arrugas y calvo, excepto por algunos cabellos blancos, era quien estaba sentado detrás del escritorio, leía una carta a la luz de una vela.

Alessia no había visto nunca a aquel hombre.

── Lo sentimos ── habló Harry por ambos ──. No queríamos molestarlo...

Pero el mago no levantó la vista. Siguió leyendo sin prestarles atención.

── ¿N-Nos vamos? ── balbució Harry, mientras él y Alessia se acercaban al escritorio.

Ni siquiera parecía que hubiera oído a Harry.

Con un suspiró, el mago dobló la carta, se levantó, pasó por delante de ambos sin mirarlos y fue hasta la ventana a descorrer las cortinas.

El cielo, al otro lado de la ventana, estaba de un color rojo rubí; parecía el atardecer. El mago volvió al escritorio, se sentó y, mirando a la puerta, se puso a juguetear con los pulgares.

En el despacho no estaba Fawkes, el fénix, ni los artilugios metálicos

── Harry ── le llamó hablándole en el oído. El azabache dio un saltito ──, el debe de ser el profesor Dippet. Tom Riddle lo mencionó. Él debió ser el director de Hogwarts hace cincuenta años.

En ese momento, llamaron a la puerta.

── Entre ── dijo el viejo mago con una voz débil.

Un muchacho de unos dieciséis años entró quitándose el sombrero puntiagudo. En el pecho le brillaba una insignia plateada de prefecto. Era mucho más alto que Harry pero tenía, como él, el cabello de un negro azabache.

Alessia lo miró por unos segundos más. Tenía que admitirlo: el muchacho era bastante atractivo. Volteó a ver a Harry y lo encontró mirándola con ojos entornados. Alessia soltó una risita nerviosa.

── Ah, Riddle ── dijo el director.

── ¿Quería verme, profesor Dippet? ── preguntó Riddle. Parecía azorado.

── Siéntese ── indicó Dippet ──. Acabo de leer la carta que me envió.

── ¡Ah! ── exclamó Riddle, y se sentó enseguida, tomándose las manos fuertemente.

── Muchacho ── dijo Dippet con aire bondadoso ──, me temo que no puedo permitirle quedarse en el colegio durante el verano. Supongo que querrá ir a casa a pasar las vacaciones...

── No ── respondió Riddle enseguida ──, preferiría quedarme en Hogwarts a regresar a ese... a ese...

── Según creo, pasa las vacaciones en un orfanato muggle, ¿Verdad? ── preguntó Dippet con curiosidad.

── Sí, señor ── respondió Riddle, ruborizándose ligeramente.

── ¿Es usted de familia muggle?

── A medias, señor ── respondió Riddle ──. De padre muggle y de madre bruja.

── ¿Y tanto uno como otro están...?

── Mi madre murió nada más nacer yo, señor. En el orfanato me dijeron que había vivido sólo lo suficiente para ponerme nombre: Tom por mi padre, y Marvolo por mi abuelo.

Dippet chasqueó la lengua en señal de compasión.

── La cuestión es, Tom ── suspiró ──, que se podría haber hecho con usted usted una excepción, pero en las actuales circunstancias...

── ¿Se refiere a los ataques, señor? ── dijo Riddle. Ambos chicos se acercaron, no querían perderse un una sílaba de lo que allí se dijera.

── Exactamente ── dijo el director ──. Muchacho, tiene que darse cuenta de lo irresponsable que sería que yo le permitiera quedarse en el castillo al término del trimestre. Especialmente después de la tragedia... la muerte de esa pobre muchacha... Usted estará muchísimo más seguro en el orfanato. De hecho, el Ministerio de Magia se está planteando cerrar el colegio. No creo que vayamos a poder localizar al... descubrir el origen de todos estos sucesos tan desagradables...

Riddle abrió más los ojos.

── Señor, si esa persona fuera capturada... Si todo terminara...

── ¿Qué quiere decir? ── preguntó Dippet, soltando un gallo. Se incorporó en el asiento ──. ¿Riddle, sabe usted algo sobre esas agresiones?

── No, señor ── respondió Riddle con presteza.

Pero Alessia estaba segura de que aquel «no» era del mismo tipo que ella y Harry habían dado a Dumbledore.

Dippet volvió a hundirse en el asiento, ligeramente decepcionado..

── Puede irse, Tom.

Riddle se levantó del asiento y salió pisando fuerte.

── Vamos ── dijo Alessia a Harry tomándole la mano, y ambos fueron detrás de él.

Bajaron por la escalera de caracol que se movía sola, y salieron al corredor, que ya iba quedando en penumbra junto a la gárgola. Riddle se detuvo y Harry y Alessia hicieron lo mismo, mirándolo. Les pareció que Riddle estaba concentrado: se mordía los labios y tenía la frente fruncida.

Luego, como si hubiera tomado una decisión repentina, salió precipitadamente, Alessia y Harry lo siguieron en silencio. No vieron a nadie hasta llegar al vestíbulo, cuando un mago de gran estatura, con el cabello largo y ondulado de color castaño rojizo y con barba, llamó a Riddle desde la escalera de mármol.

── ¿Qué hace paseando por aquí tan tarde, Tom?

Alessia miró sorprendida al mago.

── Es Dumbledore...── murmuró la pelirroja intercambiando una mirada con Harry.

── Tenía que ver al director, señor ── respondió Riddle.

── Bien, pues váyase enseguida a la cama ── le dijo Dumbledore, dirigiéndole a Riddle la misma mirada penetrante que Alessia conocía tan bien ──. Es mejor no andar por los pasillos durante estos días, desde que...

Suspiró hondo, dio las buenas noches a Riddle y se marchó con paso decidido. Riddle esperó que se fuera y a continuación, con rapidez, tomó el camino de las escaleras que bajaban a las mazmorras, seguido por Alessia y Harry.

Pero, para decepción de ambos, Riddle no los condujo a un pasadizo oculto ni a un túnel secreto, sino a la misma mazmorra en que Snape les daba clase. Como las antorchas no estaban encendidas y Riddle había cerrado casi completamente la puerta, lo único que ambos veían era a Riddle, que, inmóvil tras la puerta, vigilaba el corredor que había al otro lado.

Parecía que habían permanecido allí al menos una hora. Seguían viendo únicamente la figura de Riddle en la puerta, mirando por la rendija, aguardando inmóvil. Cuando ambos empezaron a cansarse de esperar, oyeron que se movía algo al otro lado de la puerta.

Alguien caminaba por el corredor sigilosamente. Quienquiera que fuese, pasó ante la mazmorra en la que estaban ocultos ellos y Riddle. Éste, silencioso como una sombra, cruzó la puerta y lo siguió, con Alessia y Harry detrás.

Persiguieron los pasos del desconocido durante unos cinco minutos, cuando de improvisto Riddle se detuvo, inclinando la cabeza hacia el lugar de que provenían ruidos. Alessia y Harry escucharon el chirrido de una puerta y luego alguien que hablaba en un ronco susurro.

── Vamos... te voy a sacar de aquí ahora... a la caja...

Algo les resultaba conocido en aquella voz.

De repente, Riddle dobló la esquina de un salto. Se pudo ver la silueta de un muchacho alto como un gigante que estaba en cuclillas delante de una puerta abierta, junto a una caja muy grande.

── Hola, Rubeus ── dijo Riddle con voz seria.

El muchacho cerró la puerta de golpe y se levantó.

── ¿Qué haces aquí, Tom?

Riddle se le acercó.

── Todo ha terminado ── dijo ──. Voy a tener que entregarte, Rubeus. Dicen que cerrarán Hogwarts si los ataque no cesan.

── ¿Qué vas a...?

── No creo que quisieras matar a nadie. Pero los monstruos no son buenas mascotas. Me imagino que lo dejaste salir para que le diera el aire y...

── ¡No ha matado a nadie! ── interrumpió el muchachote, retrocediendo contra la puerta cerrada. Se podían escuchar unos curiosos chasquidos y crujidos procedentes del otro lado de la puerta.

── Vamos, Rubeus ── dijo Riddle, acercándose aún más ──. Los padres de la chica muerta llegarán mañana. Lo menos que puede hacer Hogwarts es asegurarse de que lo que mató a su hija sea sacrificado...

── ¡No fue él! ── gritó el muchacho. Su voz resonaba en el oscuro corredor ──. ¡No sería capaz! ¡Nunca!

── Hazte a un lado ── dijo Riddle, sacando su varita mágica.

Su conjuro iluminó el corredor con un resplandor repentino. La puerta que había detrás del muchacho se abrió con tal fuerza que golpeó contra el muro que había enfrente. Por el hueco salió algo que hizo a Harry y Alessia proferir un grito.

Un cuerpo grande, peludo, casi a ras del suelo, y una maraña de patas negras, varios ojos resplandecientes y unas pinzas afiladas como navajas... Riddle levantó de nuevo la varita, pero fue demasiado tarde. El monstruo lo derribó al escabullirse, enfilando a toda velocidad por el corredor y perdiéndose de vista. Riddle se incorporó, buscando la varita. Consiguió tomarla, pero el muchachón se lanzó sobre él, se la arrancó de las manos y lo tiró de espaldas contra el suelo, al tiempo que gritaba: ¡NOOOOOOOO!

Todo empezó a dar vueltas y la oscuridad se hizo completa. Sintieron que caían y a aterrizaron de golpe en las sillas de la sala común.

Ninguno dijo nada, estaban tratando de procesar toda la información recién proporcionada.

── Fue Hagrid, Aly ── murmuró Harry, temblando ──. Hagrid abrió la Cámara de los Secretos hace cincuenta años.

── No, eso es...── Alessia suspiró, pasó sus manos por la cara, las cuales temblaban. Quería creer que todo aquello era una mentira. Harry al verla, tiró de ella y la abrazó. 




- ̗̀author's note ̖́- 

¡Hola personitas lindas! ¿Les ha gustado el capítulo?  ¡Cuéntenme en los comentarios! ♡ 

Y no se olviden de dejar su estrellita para hacerme saber si les ha gustado. ( ˘͈ ᵕ ˘͈♡)

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『CHRYSTHEMUMS 2O2O』

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