La Leyenda de Chieko

By gochiscotland20

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Luego de 15 años de la muerte de Korra, la nueva Avatar aparece en la ciudad de Zaofu. Con la imposibilidad d... More

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El Avatar de Zaofu

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By gochiscotland20

- ¡Por allá! No se escapará esta vez.- gritó el jefe de policía

Él y su equipo perseguían a la joven escurridiza por quinta vez esa semana. Una simple ladrona de las calles de Zaofu, que había estado causando disturbios por años. Una pobre huérfana, abandonada y poderosa. Una poderosa maestra metal.

Corría con agilidad, una agilidad que los policías no poseían. Se movía entre los ciudadanos del lugar, quienes seguían como si nada, ignorando a la molestia. Después de todo, solo era una simple adolescente vagabunda.

La chica golpeó el suelo con su puño y, con el metal que lo decorada, formó bolas y se las tiro a los agentes. Algunos no pudieron esquivarlas pero otros las redireccionaron a ella. La castaña las esquivó con delicadeza y miró a la policia burlona. Siguió su camino rápidamente mientras la policía le seguía el rastro.

La ladrona se metió por un callejón sin salida, con los agentes pisandole los talones. Se encontró con una pared de metal bloqueandole el camino, que sacó de su lugar con un movimiento de manos y colocó justo frente los policías, aprovechando su desconcierto para tomarles ventaja. Muy pronto, sin embargo, estos la destruyeron y fueron tras ella.

Ella dobló una esquina y se encontró con el mercado de Zaofu. Trató de camuflarse entre la gente antes de que la policía la viera, por lo que robó un pañuelo de un local y se cubrió la cabeza. Comenzó a caminar con la multitud, deteniéndose de vez en cuando para fijarse si los policías estaban tras ella. Vio algunos a unos metros, buscándola activamente. Continuó su camino hasta salir del mercado.

Caminó tan solo unos metros más, cuando un policía apareció frente a ella entre la gente. Se miraron unos segundos y ella salió corriendo inmediatamente, pero él fue más rápido y la atrapó con su lazo de metal. La ladrona comenzó a forcejear para soltarse, hasta que el agente la atrajo hacia él con fuerza para luego levantarla por los aires y tirarla en una fuente cercana.

La chica cayó sobre el agua, salpicando a la gente alrededor. Trató de levantarse pero su cuerpo estaba completamente adolorido. El policía aprovechó el momento y se posicionó sobre ella. Llevó sus manos a su cuello y comenzó a apretar para ahorcarla. La vagabunda peleaba como podía, tratando de agarrar todo el aire que sus pulmones le permitían, pero sentía como poco a poco su cuerpo ya no le respondía. El hombre hizo el agarre más fuerte y ella quedó inconsciente finalmente.

De repente, se encontró en un bosque enorme. A su izquierda se extendía colorido, lleno de vida. A su derecha, se extendía apagado, con plantas muertas. No entendía donde estaba. Dio vueltas en su lugar para buscar ayuda y apareció ante sus ojos una mujer. Era morena de pelo corto y vestía ropas de las Tribus Agua.

- Chieko.- la mujer la llamó por su nombre y la ladrona se sobresaltó.

- ¿Quién eres? ¿¡Dónde estoy?!-

- Soy Korra, toma mi mano, rápido.- le pidió la mujer, mientras le extendía su mano. - Debes sobrevivir, ¡dejáme ayudarte! ¡Vamos!- apuró Korra y Chieko, asustada, obedeció sin chistar.

Tomó su mano y el bosque desapareció en una halo de luz.

Chieko despertó de su desmayo pero sus ojos ya no eran sus ojos. Ahora, una luz blanca emanaba de ellos. El policía se alejó de ella aterrorizado, pero Chieko lo tomó por su armadura y lo arrojó por los aires. El resto de los agentes había llegado mientras el ataque sucedía y observaban la situación estupefactos, rodeando la fuente. De pronto, Chieko comenzó a flotar en su lugar y el agua bajo ella comenzó a elevarse a la vez. La ladrona movió sus manos y el agua creó un remolino a su alrededor, protegiendola de los ataques de la policía, quienes le lanzaban rocas de metal. Chieko estiró sus brazos y el agua del remolino salió disparada para todos lados, empujando con violencia a los agentes.

Los ciudadanos de Zaofu estaban contamplando la situación y murmuraban entre ellos. Algunos ayudaron a los oficiales heridos, que escupían agua y sacudían sus armaduras, mientras que otros trataban de acercarse a Chieko. La chica continuaba flotando con sus ojos iluminados, solo que ahora bajaba lentamente hacia el suelo de nuevo. A penas tocó la fuente, cayó desmayada.

Se despertó sobresaltada: ese había sido un sueño extraño. Se estiró y dio un gran bostezo. Mientras se frotaba los ojos para terminar de despertarse, se percató de que el lugar donde estaba era distinto a su cueva en las afueras de la ciudad. Miró a su alredor alterada. Parecía estar en una oficina, ya que había un gran escritorio con una bilioteca decorandolo atrás. Ella estaba acostada en un sofá, que en frente tenía un ventanal desde donde se veía todo Zaofu. Echó un vistazo a las paredes y se dio cuenta que estaban llenas de diplomas y medallas de un policía. Inmediatamente se puso en alerta. Se levantó del sofá y se acercó a los cuadros de la pared para corroborar. Todos reconocían al señor Wei Beifong por su título de comisario.

Chieko palideció. No solo porque estaba en la oficina del comisario, sino que también era hijo de la líder de la ciudad. Decidió irse de ahí inmediatamente, pero mientras se acercaba a la puerta, esta se abrió y entró un señor de cabello canoso con una tetera en su mano. Chieko se quedó paralizada en su lugar e inmeditamente se preparó para pelear.

- Wow, tranquila.- le dijo el hombre, pasando por su lado. - No esperaba encontrarte despierta, te diste un golpe fuerte.- comentó, mientras dejaba la tetera sobre su escritorio y sacaba de una cajuela dos tazas. - ¿Té?- le preguntó.

- No te atrevas a atacarme o te arrepentirás.- le contestó Chieko, sin desarmar su posición de pelea.

- ¿Enserio?¿No crees que si quisiera hacerte daño te habría encerrado en una celda?-

- Tal vez querías derrotarme personalmente...-

- Por favor, nunca hago nada por mi mismo. Por algo soy comisario: mis agentes hacen cosas por mí.- aclaró, sirviéndose té. - Contrario a lo que crees, no tengo una vendetta personal contra ti.- dijo.

- ¿Ah, no? ¿Por qué me trajo aquí entonces?- indagó Chieko, enderezandose.

- ¿Qué es lo último que recuerdas?-

- Yo...emm...no se. Estaba corriendo de los policías y me atraparon. Sí, eso es lo último que recuerdo.-

- ¿Segura?- corroboró el señor y Chieko asintió. - ¿Así que no recuerdas como derribaste a los agentes con agua control?-

Chieko lanzó una carcajada.

- Sí, claro, que gracioso eres ¿Sabes? No era necesario inventar tal excusa para retenerme aquí.- dijo.

- No estoy inventando.- aclaró el señor, con un semblante serio.

- Ah, por supuesto que no estás inventando. Es gracioso porque lo que dices es imposible, si realmente hubiera hecho agua control eso significaría que soy...-

- El Avatar. Estás en lo correcto. Eres el Avatar.- afirmó, con suma seriedad.

- ¿Q-qué?- Chieko palideció de nuevo. - No te creo, ¿cómo sé que estás diciendo la verdad?-

- Puedo llamar a los testigos, si quieres. Están todo el equipo de policía y algunos ciudadanos para corroborarlo.-

- S-sí, lla-llamalos aquí. No te creeré hasta escucharlo de alguien más.- sentenció Chieko, dando unos pasos para atrás.

- Los mandaré a llamar pero mientras te puedo explicar que fue lo que pasó ¿Dale?- ofreció el señor y la maestra tierra asintió dubitativa. - Aunque primero debería presentarme. Soy el comisario Wei Beifong.- le dijo y ofreció su mano a Chieko.

Esta lo miró desconfiada pero finalmente decidió estrecharle la mano.

- Un gusto, soy Chieko.-

Wei le sonrió y le ofreció una taza de té. Ella aceptó, y pronto Wei le explicó todo lo que los testigos había presenciado más temprano. Chieko estaba estupefacta.

- Y-yo te juro que no recuerdo eso. Nunca hice agua control en mi vida.-

- Por cómo lo describieron, parece que entraste en el llamado estado Avatar. Generalmente cuando no se sabe controlar aún se activa en los momentos de peligro.-

- ¿Cómo sabes que es eso y no otra cosa? Enserio, todo esto del Avatar me resulta muy difícil de creer. No puede ser posible.- negó Chieko.

- El estado Avatar es un mecanismo de defensa y tú estabas a punto de morir. Las vidas pasadas toman control del cuerpo del Avatar y le permiten controlar los cuatro elementos aún sin estar entrenados en ellos.- aclaró Wei, mirándola curioso. - Dime, Chieko, ¿por casualidad recuerdas haber hablado con Korra luego de desmayarte?-

Chieko se paralizó en su lugar. De repente, le vino a la mente su extraño sueño y recordó a la mujer de la Tribu Agua que se le había presentado. Recordó que su nombre era efectivamente Korra y como le dijo que la iba a salvar.

- ¿C-como sabes eso?-

- Korra era el Avatar anterior y ella rompió la conexión con sus vidas pasadas, así que la única que te pudo haber contactado fue ella. Si la viste, esa es la única prueba que necesitas para comprobar que eres el Avatar.- le dijo Wei.

La respiración de Chieko se volvió pesada y su pecho le comenzó a doler. Se empezó a hiperventilar. Perdió el equilibrio y tuvo que agarrarse del escritorio para no caerse. Wei se apresuró a quitarle la taza de su mano y la sostuvo por los brazos, guiándola hacia el sofá. La sentó con cuidado y él se sentó a su lado.

- S-sí vi a Korra.- admitió la chica y rompió en llanto. Escondió su rostro entre sus manos desconsolada. - No quiero ser el Avatar, no puedo ser el Avatar. No, no, no.- susurraba histérica.

Wei Beifong no sabía cómo reaccionar. Nunca pensó que esa noticia le caería mal, sobretodo teniendo en cuenta que era una huérfana que vivía en las calles, sin casa ni comida.

- Escucha...- empezó Wei. - Sé que es un cambio drástico pero también es muy importante que tomes esto con la responsabilidad que merece.-

- ¡No quiero esa responsabilidad! Me gusta mi vida. Me gusta vivir sin responsabilidades. No quiero cargar con el peso del mundo en mis hombros, no sirvo para eso.- lloró Chieko, elevando un poco su voz.

- Eso no lo sabes, ni lo sabrás si ni siquiera lo intentas.-

- Rechazo esa responsabilidad. Eso tiene que ser posible, ¿no? Le pasó mis poderes a otra persona que si los quiera. Estoy bien así.-

- No funciona así lamentablemente. Eres el Avatar, te guste o no.-

- No me interesa, me iré de aquí. Lejos para que nadie me encuentre. Nunca pedí esto.- exclamó Chieko, levantándose y yendo hacia la puerta.

Wei fue tras ella y la tomó del brazo delicadamente. Chieko se volteó a verlo.

- No puedes hacer eso. La última vez que un Avatar renegó de su identidad y se escapó de ella, una guerra de 100 años comenzó y toda una civilización desapareció. No puedo permitir que dejes esta oficina.- le dijo serio.

- ¿Qué harás? ¿Me mantendrás aquí para siempre?- enfrentó Chieko, zafandose de su agarre.

- No, ahora mismo viene la policía para escortarte al palacio Beifong. Te quedarás allí hasta que el barco esté listo para partir hacia la Tribu Agua del Norte. Ahí comenzará tu entrenamiento.- contestó firme Wei.

- ¿Me harás entrenar contra mi voluntad?-

- No tienes opción. El mundo te necesitará eventualmente y debes estar lista. No hay lugar a debate.- concluyó el señor y tocaron la puerta.

Wei se acercó y la abrió. Chieko miró confundida al comisario, pues la persona detrás de la puerta era un hombre exactamente igual a él, solo que con cabello negro.

- ¿Qué haces tú aquí?- dijo entre dientes Wei.

- Vine de visita, y mamá me contó que encontraste al Avatar. Felicidades, hermano, vine a llevarla al palacio.- respondió el otro hombre.

- Mis policías la llevarán. Necesita un equipo de guardaespaldas, no puede viajar sola. Es demasiado peligroso.-

- ¿Hablas de los mismo policías que hace unas horas la estaban tratando de matar?-

- No me vengas con eso, Wing, no eres la mejor persona para hablar de moral.-

- ¿Y tú sí?- atacó el pelinegro, cruzandose de brazos fastidiado.

- Más que tú seguro. Ahora, te pido que dejes pasar a mis agentes para que hagan su trabajo.- contestó Wei.

Chieko no se había percatado de que los policías habían llegado. No pudo evitar pensar que el clon del comisario tenía razón en su observación: esos mismos guardias la habían estado persiguiendo unas horas atrás pero también sabía que no le quedaba otra. Desde ese día, su vida comenzaría a ser dictada por todos menos ella.

- Escortenla al palacio.- ordenó Wei y los agentes se pusieron en marcha.

Se colocaron cuatro de ellos adelante, cuatro de ellos atrás y dos de ellos a cada lado. Ninguno la miró a los ojos, claramente lo bastantes avergonzados por la confusión de la mañana. Aunque los policías la habían perseguido toda su vida, pero obviamente ninguno quería tocar el tema. La guiaron fuera de la oficina, y detrás de ellos los siguieron Wing y Wei, quienes se encontraban discutiendo.

- No puedo creer que hayas tenido el descaro de aparecerte por aquí...- le decía Wei.

- Solo vine a visitar al resto de la familia, no vine por ti.- le respondía Wing.

Chieko los continuó escuchando pelear el resto del camino hacía el palacio Beifong, que se elevaba majestuoso contra las montañas. Brillaba fervientemente bajo el sol y era el edificio más alto de la ciudad. Chieko siempre se había preguntado como sería vivir allí: como sería vivir la vida de un millonario. Nunca pensó que podría llegar a averiguarlo.

No iba a negar que se moría de ganas por conocer a los Beifong, especialmente a Suyin. Después de todo, su familia había creado la ciudad desde cero. Era impresionante. Aunque habiendo visto mucho de sus discursos por televisión, podía decir que no le había causado la mejor impresión.

Cuando las puertas del enorme palacio se abrieron ante sus ojos, Chieko no podía creer lo que veía. Los techos altos de metal puro brillaban fuertemente y los pisos relucían recién pulidos. El lugar estaba impecable. Ningún rastro de óxido era visible, algo muy común en el resto de los edificios de la ciudad, ya con bastantes años sobre ellos. Inmeditamente, Chieko supo que el tiempo que pasara ahí dentro sería de los mejores de su vida.

En el hall de entrada, había una mujer esperándolos: Suyin Beifong. A pesar de su cara llena de arrugas y sus cabellos blancos, tenía una energía juvenil envidiable, incluso más que sus propios hijos. Les dedicó una sonrisa amorosa y lo saludó a Wei con un beso en la mejilla.

- Mamá, ¿por qué no mencionaste que Wing venía de visita? Así me mudaba a mi oficina por la totalidad de su estadía.- se quejó el comisario y Suyin rió delicadamente.

- Justamente por eso. No pueden seguir peleados de esta manera, así que irán juntos a la Tribu Agua del Norte.- dijo la líder y ambos hombres casi hablaron pero su madre los interrumpió. - Es una orden.- sentenció y ambos se callaron con evidente molesta.

Chieko se rió ¿Cómo era posible que dos hombre adultos como Wing y Wei aún se dejaran controlar por su madre?

Suyin escuchó la risa del Avatar y le dedicó toda su atención. Le sonrió dulcemente.

- Bienvenida, Avatar, es un honor para mí tenerte en nuestro palacio, así como también es un honor que hayas elegido esta ciudad para nacer de nuevo.- le dijo, haciendo una reverencia.

Chieko dió un paso atrás incomoda. Nadie nunca la había tratado con tanto respeto, mucho menos le habían hecho una reverencia. Escuchar activamente como alguien la llamaba Avatar, también le puso los pelos de punto.

- Mamá, detente, la estás asustando.- le pidió Wei.

- Oh, lo lamento, no era mi intención.- se disculpó Suyin. - Mis hijos te llevarán al cuarto de huespedes. Tiene todas las comodidades necesarias, pero incluso si no es de tu agrado, no estarás mucho tiempo allí. El barco de la familia estará listo para partir mañana a la mañana.- explicó y luego se despidió, dejando a Chieko con los hermanos.

El Avatar se quedó allí parada, esperando a que le dijeran que hacer, pero Wing y Wei comenzaron a pelear una vez más.

- No creas que realmente nos acompañaras al Norte. Yo ya arreglé todo con Shui, no necesito de tu ayuda.- exclamó Wei.

- Shui también es mi amiga, Wei; además te vendría bien mi ayuda. No puedes ir solo con el Avatar, es muy riesgoso para ella. Sobretodo teniendo en cuenta que tú y mamá dicidieron contarle a todo el mundo.- le gritó de vuelta Wing.

- ¿Y qué esperarás que hicieramos? ¿Qué lo ocultaramos? El Avatar no representa a una sola nación, representa el balance entre todas. Merecían saberlo, sobretodo el resto de los reinos Tierra, para que abandonen toda busqueda que podría haber estado haciendo.- se defendió Wei.

- ¿Entonces ya todos saben quién soy?- preguntó Chieko, pero fue ignorada completamente.

- Podríamos haberla aprovechado para tener una ventaja militar o algo. Ahora todos querrán algo de ella. Todos los medios de comunicación invadirán Zaofu en cuestión de días.- acotó Wing y Wei lo miró mal.

- Por eso saldremos a primera hora mañana, y por el puerto secreto de la ciudad. Nos habremos ido antes de que los periodistas lleguen, y nadie sospechará nada. Asegurate de ser puntual.- amenazó con su dedo el comisario y su hermano bufó. Se volteó hacia Chieko. - Vamos, Avatar.- le dijo, mientras se metía en un pasillo largo.

Los hermanos Beifong la escoltaron hasta su habitación y luego se fueron peleando hacia las suyas. Chieko suspiró y se deslizó por la puerta lentamente. Su cerebro aún no podía entender nada de lo que estaba pasando ¿Enserio era el Avatar? ¿Realmente su vida había dado ese giro tan drástico? Ella no se sentía diferente a como se sentía el día anterior. No se sentía más poderosa de ninguna manera. Y sin embargo, allí estaba. En una recámara de lujo del Palacio Beifong porque efectivamente era la próxima reencarnación del Avatar. Si el mundo corría peligro en algún momento, dependería de ella para ser salvado.

Chieko se pellizcó para corroborar que no estuviera soñando y cuando comprobó que aún continuaba en el mismo lugar, se largó a llorar por segunda vez en el día y en su vida. Ella nunca había llorado por nada, ni siquiera por su falta de comida y de hogar, pero en ese momento se sentía demasiado abrumada. Se recostó en su cama y continuó llorando un rato más sobre su almohada, hasta que se quedó dormida.

Se despertó cuando sintió que alguien la sacudía. Abrió los ojos y allí estaba Suyin, saludandola. Miró por la ventana y se percató que ni siquiera había amanecido. Le costó levantarse, pues nunca había dormido en una cama antes y había sido el mejor sueño que tuvo en años, pero finalmente logró alistarse para salir.

Suyin la guió hasta un muelle en el patio trasero del palacio. Allí, un majestuoso barco con el símbolo de la familia Beifong la esperaba aparcado. Los señores Wing y Wei ya estaban en la cubierta, ocupandose de los últimos preparativos para la partida, y discutían acerca de un cargamento de comida. Chieko suspiró nerviosa y Suyin lo notó. Colocó su mano en su hombro y se lo apretó suavemente.

- Sé que debe ser aterrador este cambio, Chieko, pero debes saber que no estás sola y nunca lo estarás.- la tranquilizó. - Mi madre era una amiga de una vida pasada tuya, ¿sabías?- Chieko negó. - Siempre habló maravillas del Avatar ¿Sabés lo que más admiraba?-

- ¿Qué?-

- Que no importara cuanta gente le dijiera lo contrario, él se mantuvo fiel a sí mismo y logró su cometido en contra de todo pronóstico. Yo misma tuve el honor de conocerte en otra vida también. Korra era igual. Creo que esa es la clave. Mantente fiel a tí misma, porque lo único que siempre te acompañará en esta vida son tus convicciones.- aconsejó Suyin y Chieko le sonrió agradecida.

- Gracias, eso realmente ayuda.- dijo con lágrimas amenazando con salir.

Se despidió de Suyin con una reverencia y subió al barco. El enorme transporte zarpó unos minutos después, emprendiendo su camino hacia la Tribu Agua del Norte, y Chieko se quedó en la cubierta un largo rato, contemplando como Zaofu desaparecía en el horizonte.

Allí empezaba el primer día de su nueva vida.

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