Eisherz

By leisydiaz14

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«Él está encerrado en mi sótano y yo estoy condenada a enamorarme de él.» Desde el día en que Madison descubr... More

ADVERTENCIA
PREFACIO
Capítulo 1: Malakai
Capítulo 3: Extraño
Capítulo 4: Sonrisa
Capítulo 5: Hambre
Capítulo 6: Genio
Capítulo 7: Volar
Capítulo 8: Secuestradora
Capítulo 9: Cavernícola
Capítulo 10: Temperatura
Personajes
Capítulo 11: Aren
Capítulo 12: Reloj
Capítulo 13: Importante
Capítulo 14: Corazón
Capítulo 15: Beso
Capítulo 16: ¿Sorpresa?
Capítulo 17: Hermano
Capítulo 18: Proteger
Capítulo 19: Cita
Capítulo 20: Dibujo
Capítulo 21: Betsy
Capítulo 22: Límites
Capítulo 23: Almas
Capítulo 24: Pensamientos
Capítulo 25: Traición
Capítulo 26: Órganos
Capítulo 27: Cuento
Capítulo 28: Luz
Capítulo 29: Roto
Capítulo 30: Destrucción
Epílogo

Capítulo 2: Despertar

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By leisydiaz14

Con las manos cruzadas en la espalda, comencé a caminar hacia la máquina de criogenia frente a mí. El chico dentro de ella, seguía en la misma posición que lo había visto la última vez. Nada había cambiado.

A pesar de todo el tiempo que había empleado en tratar de despertarlo, siempre había fallado. Sentía vergüenza de mí misma.

— Mi tía ha muerto — comencé a hablarle como acostumbraba a hacerlo — Por eso regresé. Sé que te dije que no volvería hasta encontrar la manera de devolverte a la vida, pero este era un caso excepcional ¿lo entiendes?

Tomé la silla junto al escritorio, y la jalé hasta colocarla frente a la máquina.

— Si me has escuchado todo este tiempo, soy consciente de que me debes estar odiando. — declaré. Era muy poca la probabilidad de que él me oyera, pero no quería dejar ir mi fantasía. — Me refiero, tantas promesas que te he hecho y ninguna he cumplido.

Bajé la cabeza con culpabilidad.

— Admito que, en estos últimos meses, me he olvidado un poco de ti, y te pido perdón por ello. — confesé — Pero entiéndeme. Ya he perdido la esperanza de ser capaz de despertarte. — bufé — Y más ahora que me despidieron del trabajo.

Me puse de pie y pegué mi mano al cristal frío que lo protegía. Esa era la única forma en la que llegaría a tocarlo.

— Lo sient... — fui interrumpida cuando escuché un estruendo al otro lado de la habitación.

El escritorio se había volteado, la computadora yacía en el suelo y cientos de papeles estaban dispersos por todos lados. El culpable de todo esto se hallaba devorando una hoja junto al desastre.

— ¡Hey! — exclamé caminando hacia él — ¡No puedes comerte eso! — intenté quitarle el papel al perezoso, pero comenzó a alejarse de mí.

¿No se suponía que esos animales eran lentos?

Créeme, yo tampoco sé cómo podía correr tanto.

— ¡Detente! — grité mientras lo perseguía por toda la habitación. Logré alcanzarlo, cuando él solito se detuvo y soltó la hoja en el suelo, yéndose del lugar.

Gotas de sudor comenzaron a descender por mi frente y mi respiración estaba hecha un desastre.

— Esta me las vas a pagar, animal del demonio. — gruñí, sentándome nuevamente en el asiento con la hoja mordisqueada en mis manos.

Inesperadamente, escuché cómo la puerta del sótano era abierta y desde mi posición, podía ver la luz que entraba del piso de arriba. Me apresuré a salir del cuarto secreto.

— Nos volveremos a ver. — susurré hacia el chico congelado, justo antes de cerrar la puerta y ocultarla.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó mi tío cuando llegó al final de las escaleras. Traía una linterna y me miraba de forma acusatoria.

— Te podría preguntar lo mismo. — contraataqué, cruzándome de brazos.

— Se fue la luz, y venía a revisar los capacitores. — explicó.

— Vale. — contesté, y lo rodeé.

— ¿No me vas a responder tú? — replicó.

— Dejé de tener que darte explicaciones cuando cumplí la mayoría de edad. — puntualicé y corrí escaleras arriba.

Ignoré la oscuridad que me rodeaba. No me detuve en ningún momento hasta llegar a mi habitación, y encender mi lámpara portátil. Me dejé caer sobre la cama con los brazos abiertos y dejando escapar una respiración profunda.

Mi teléfono móvil vibro sobre la mesita de noche. Alcé la mano para alcanzarlo y me di cuenta que aun llevaba la hoja que horas atrás estaba devorando mi perezoso. La dejé a un lado y tomé el aparato.

"Voy a pensar que tu teléfono fue secuestrado por los aliens, y que recién lo tienes de vuelta, y por eso no me habías dicho que regresaste a Malakai."

Leí el mensaje de Whatsapp desde la barra de notificaciones. Lo iba a ignorar y no quería dejarlo en visto, que pensara que simplemente no lo había leído era lo mejor.

No puedes evitar a la garrapata para siempre.

Sé que no, pero no tengo la cabeza para lo intenso que se pone Logan. Este chico y su hermano, dicen ser mis mejores amigos, más yo no los considero así. Es cierto que en la preparatoria siempre andábamos juntos los tres; no obstante, siempre tuve claro que no quería formar vínculos de amistad con nadie.

Mi mirada se desvió hacia el papel sobre la cama. En un principio, ni siquiera sabía lo que estaba viendo; era como estar concentrada a la nada perdida en mis pensamientos. Pero luego de que volví a la realidad y leí la primera palabra, mi ceño se frunció.

— No puede ser... — murmuré recorriendo con mis ojos cada letra y fórmula plasmada en el papel. — Es...imposible.

Me puse de pie como un resorte sin alejar la vista de la hoja en mis manos. Releí una y mil veces, buscándole el truco, pero simplemente no había truco. Lo que estaba leyendo era real.

El elemento faltante en la fórmula de la criogenia.

— ¡Puedo despertarlo! — grité emocionada.

Me puse mis pantuflas y corrí hacia la puerta con el objetivo de bajar hacia el sótano. No me importaba que fuese tan tarde, ya no quería perder más tiempo.

Sin embargo, quedé con la mano en la manija de la puerta.

— ¿Qué — presioné hacia afuera — pasa?

— Este es tu castigo por responderme así. — habló mi tío al otro lado.

— ¡No me jodas! — exclamé y comencé a empujar la puerta con más fuerza.

— Cuida esa boca, señorita. — inquirió, y supe que se estaba burlando de mí.

— ¡VETE A LA MIERDA! Ya no tengo 15 años. Te puedo denunciar por esto. — escruté con rabia.

— Hazlo y te quitaran al bicho que trajiste contigo. — declaró.

¡Mierda! Que minutos antes odiara al perezoso por destrozar el sótano, no significaba que dejaría que se lo llevaran. Gracia a él, descubrí el elemento faltante para despertar al chico en el sótano, y se lo debía, aunque fuese un simple animal.

— ¡Púdrete! — grité luego de darme la media vuelta y lanzarme boca abajo en la cama.

Nunca había odiado tanto a nadie como lo hacía con mi tío. Ese hombre convirtió mi vida en una desgracia. Que mi tía se fijara en él, fue lo peor que pudo pasar. Es un maldito imbécil.

Absorta en lo injusta que estaba siendo mi vida, y obstinada por estar haciendo lo que realmente quería, pues llamé a la única persona capaz de relajarme.

— Hey, extraño. — murmuré mientras caminaba hasta sentarme en el muro justo debajo de mi ventana.

— ¿Qué te sucede, extraña? — respondió, correspondiéndome el apodo. — Logan me contó que habías vuelto a Malakai. Y como siempre, insistió en verte. Pero aquí estoy yo para evitarte la intensidad de mi hermano.

Landon, el hermano gemelo de Logan, era un chico que tenía la fachada de un bad boy, pero por dentro se escondía un nerd super adorable.

Él no era mi mejor amigo, ni siquiera amigo, tampoco era mi novio. Landon era... algo.

— Siempre estás tú para salvarme. — declaré sonriendo.

— Sabe que yo soy tu Cat Noir, señorita Lady Bug. — inquirió y yo solté una carcajada corta.

— Te falta su cabello rubio y su idiotez para identificar a la chica tras la máscara. — hablé, siguiéndole el juego.

— Si esa chica no me hubiese dejado en el olvido por años, pues por ella me teñía el pelo de rubio y fingía no saber su identidad. — ¿Ven lo que le digo? Landon es una masa de pan dulce.

Lástima que yo odie el dulce.

— Mi tío me encerró en mi habitación. — suspiré, cambiando el tema.

— Ya veo que aún sigue igual de insoportable. — afirmó, mientras yo dibujaba corazones en el cristal cerrado de la ventana — ¿Quieres que vaya a tu rescate?

— No puedo depender de ti toda mi vida. — puntualicé.

— Entonces, ¿me llamaste porque me extrañabas?

— Solo quería escuchar tu voz. — murmuré.

Mi mirada se encontró con la sombra de una silueta escondida detrás del árbol frente a mi hogar.

Landon seguía hablando, pero yo dejé el teléfono sobre el muro y abrí la ventana. Saqué mi cabeza, para intentar ver a la persona detrás del árbol, pero la oscuridad de la noche me lo impidió. Me incliné tanto, que cuando la luz llegó a mi casa, me dejé llevar por la sorpresa del momento y sentí como mi cuerpo caía al vacío.

— ¡MIERDA! — exclamé en el instante en que pensé que mi cuerpo había impactado contra el duro asfalto y cerraba mis ojos con fuerza. No obstante, fue todo lo contrario.

Unas manos suaves y que desprendían un calor abrasador, me sostenían, evitando mi caída.

— Sabes que hay algo llamado "escaleras", ¿verdad? — murmuró con un tono irónico, el chico que me llevaba sobre sus brazos.

Abrí mis ojos para ver a la persona que me había salvado, y a quién quería golpear por su estúpido comentario. No obstante, lo único que logré captar, fueron sus ojos color rojo intenso antes de que me soltara y desapareciera de mi vista.

Me sobé la parte trasera de mi cabeza, por el dolor de la caída y solté un quejido de sorpresa al percatarme que estaba sobre mi cama.

— ¿Qué demonios...? — murmuré confundida. Busqué mi teléfono justo a mi lado y visualicé la hora — ¡¿6 de la mañana?!

Me senté doblando las piernas y con la espalda curvada hacia delante, mientras miraba la pantalla de mi móvil entre mis manos. El edredón se me deslizó y ahí fue cuando me di cuenta de un detalle no menos importante.

— ¿Estoy... desnuda?

¿Te follaste a alguien anoche y no me enteré? ¿Qué clase de persona deja a su conciencia al margen de la diversión?

— Madre mía... Estoy perdida. — murmuré con los dedos entre las hebras de mis cabellos y los ojos hacia la cama.

Me bañé lo más rápido que pude y recogí mi cabello en dos motonetas cortas. Decidí ponerme ropa de invierno: abrigo blanco y pantalones negros holgados.

Trátateme de loca, pero hoy iba a trabajar con hielo y debía estar preparada para todo.

Cuando estaba a punto de bajar las escaleras, ¿adivinen quién me sorprendió?

— Definitivamente, te llamaré Mr. Hugs. — murmuré hacia el perezoso recién colgado en mi cuello.

Si bien estos animales están en peligro de extinción y me puede caer un buen problema por tener uno en casa, no voy a despegarlo de mi por ahora. Además, no es que lo haya comprado en la Deep Web; él apareció solito en mi jardín.

Llegué hasta la cocina, abrí el refrigerador y saqué mi pote de Nutella. Agarré una cuchara y con el bicho aún colgado de mí, comencé a comer mi desayuno favorito.

¿Qué? No se hagan, que ustedes en algún momento han hecho lo mismo que yo. La única diferencia es que yo lo hago cada mañana.

Agradecí que mi tío no estuviese en casa y poder hacer lo que se me diese la gana sin tenerlo vigilando sobre mi hombro. Llegué hasta el sótano y atravesé la puerta del laboratorio, cerrándola tras de mí. Coloqué el pote de Nutella sobre una pequeña mesa y dejé al perezoso en el suelo, quién aprovechó la oportunidad para recostarse sobre el pequeño sofá en una esquina.

— Deséame suerte, Mr. Hugs. — exclamé hacia el bicho mientras tronaba los dedos de mis manos y tomaba una respiración profunda.

Me giré hasta quedar frente a la capsula congelada y sonreí como una idiota.

— Hoy puede que cumpla mi promesa. — declaré para luego meterme de lleno en crear la sustancia que despertaría al chico de hielo.

2 horas.

5 horas.

7 horas.

10 horas.

16 horas.

19 horas...

Llevaba 20 horas sin salir de aquel lugar, sin comer nada, sin beber agua, sin dormir. Parecía un zombi viviente, pero no me arrepentía.

— ¡Al fin lo terminé! — grité emocionada mientras levantaba el frasco con el líquido trasparente en él.

Me moví rápidamente hacia la cápsula y sin pensarlo mucho, presioné el botón rojo con el que se comenzaría a descongelar el cuerpo. Tomé el frasco con la sustancia y lo coloqué en una jeringa de metal.

Sentía mis ojos pesar, pero eso no me detuvo en ningún momento.

Abrí la puerta de cristal de la máquina y el frío me congeló hasta los huesos. No podía pensar son sensatez, estaba muy cansada y no quería profundizar mucho en el hecho de que estaba tocando la piel de mi primer amor.

— Ahí vamos. — murmuré cuando inserté el líquido dentro de su cuerpo.

Todo lo que pasó después me dejó el doble de desorientada. La electricidad comenzó a fallar, la pantalla de mi computadora se encendía una y otra vez, mi teléfono cambiaba de música por si solo y las luces no paraban de parpadear.

— Me estoy volviendo loca. — susurré.

Definitivamente, la debilidad y la falta de sueño me estaban haciendo efecto.

No obstante, la realidad me golpeó con un bate cuando el chico dentro de la máquina de criogenia había abierto los ojos...

Y me estaba mirando a mí.

❄❄❄❄❄❄❄❄❄❄

¡Holiss, congeladas!

Necesito saber si en serio les gusta esta historia, porque veo que muy pocos la han leído, entonces no se...😔

Les dejo mis redes por si quieren seguirme

Leisy fuera🥶

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